TRES REIVINDICACIÓN ENTRE LOS REMEMORADORES ASCENDIDO A SER UNO DE LOS CUATRO

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TRES
REIVINDICACIÓN
ENTRE LOS REMEMORADORES
ASCENDIDO A SER UNO DE LOS CUATRO


Tres meses después de la batalla por la conquista de la Ciudad Elevada, el primero de
los rememoradores se había unido a la flota expedicionaria, llegado directamente de
Terra mediante un transporte colectivo.

Desde luego, diversos cronistas y archiveros
acompañaban a los ejércitos imperiales desde el inicio de la Gran Cruzada, hacía
doscientos años siderales, pero eran individuos aislados, la mayoría voluntarios o
testigos accidentales, recogidos igual que el polvo del camino por las ruedas en
continuo avance de las huestes de cruzados, y las crónicas que habían efectuado
habían sido fragmentarias e irregulares.

Habían conmemorado acontecimientos
debidos a circunstancias fortuitas, en ocasiones inspirados por sus propios apetitos
artísticos, en otros casos animados por el patrocinio de un primarca o gran
comandante concretos, que consideraban apropiado que sus hazañas quedaran
inmortalizadas en verso, texto, imagen o composición literaria.

Al regresar a Terra tras la victoria de Ullanor, el Emperador había decidido que
era hora de que se emprendiera una exaltación más formal y autorizada de la
reunificación de la humanidad. El bisoño Consejo de Terra evidentemente estuvo
totalmente de acuerdo, ya que el proyecto que inauguraba la fundación y el patrocinio
de la Orden de los Rememoradores había sido refrendado nada menos que por
Malcador el Sigilita, Primer Señor del Consejo.

Reclutados en todos los niveles de la
sociedad terrana —y de las sociedades de otros mundos imperiales claves— en base a
sus talentos creativos, los rememoradores recibieron sus acreditaciones y destinos con
prontitud, y se les envió a unirse a todas las flotas expedicionarias en activo en el
cada vez más extenso Imperio.

En aquellos momentos, según los diarios del Consejo de Guerra, existían cuatro
mil doscientas ochenta y siete flotas expedicionarias principales dedicadas a la
actividad de la cruzada, así como unos sesenta mil grupos secundarios desplegados
implicados en tareas de acatamiento u ocupación con otras trescientas setenta y dos
expediciones principales en situación de reagrupamiento y reacondicionamiento o
reabastecimiento mientras aguardaban nuevas órdenes.

Se enviaron casi cuatro
millones trescientos mil rememoradores al exterior durante los primeros meses que
siguieron a la ratificación del documento.

—Armad a esos cabrones —se decía que había comentado el primarca Russ—, y
podrían conseguirnos unos cuantos jodidos mundos entre verso y verso.
La actitud agria de Russ reflejaba a la perfección la actitud de la clase militar.

Desde los primarcas hasta el soldado corriente existía una inquietud general respecto
a la decisión del Emperador de abandonar la campaña de la cruzada y retirarse a la
soledad de su palacio en Terra.

Nadie había objetado a la elección del primer
primarca Horus como Señor de la Guerra para que actuara en su lugar.

Simplemente
ponían en duda la necesidad de tener un delegado.

La formación del Consejo de Terra había llegado como una nueva noticia
desagradable.

Desde la iniciación de la Gran Cruzada, el Consejo de Guerra,
formado principalmente por el Emperador y sus primarcas, había sido el epicentro de
la autoridad imperial.

En la actualidad, aquel nuevo organismo lo suplantaba,
tomando las riendas del gobierno imperial, un organismo compuesto por civiles en
lugar de guerreros.

El Consejo de Guerra, dejado bajo el liderazgo de Horus, quedó
de hecho relegado a una categoría de satélite, con sus responsabilidades concentradas
en la campaña y nada más que la campaña.

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⏰ Última actualización: Jan 24 ⏰

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