PRÓLOGO

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PROLOGO

 La muralla que protege la gran Casade los Sarys, es inmensa, pero no lo suficiente como para no ser escalada porel gran asesino, y el más buscado de todos. O sea, yo.

 Matar al gran Señor de la Casa Sarys puede sercomplicado para un novato. Pero no para mí. Nací para matar. Me formaron paramatar.

 Trato de alcanzar el borde de la murallaempedrada, pero me cuesta demasiado, porque si subo la mano, siento que alguienme verá, y terminarè cagando la misión.

 Me balanceo de un lado a otro sobre mi cuerda,la cual está sujetándome desde la cintura. Las dagas que tengo en mis piernas ycadera, ya empiezan a molestarme, y ni hablar de la máscara de cuervo que llevopuesta. A estas alturas estoy acostumbrado a ella, pero es que a veces melimita la vista. Aunque Lady Darling dice que no la limita, solo me deja mirar lo quenecesito ver.

  Québueno que decidí no traer espada. No suelo usarlas, aunque Caulys dice que deberíahacerlo a veces, porque pueden facilitar la misión. Sin embargo, me sientotonto usando una. Las dagas son mas precisas; van en una dirección a mayorvelocidad. son fàciles de esconder, y pueden estar frente a tus ojos, y no ser vistas. Como el cuervo en las sombras.

 Decido mejor poner la primera mano, luego lasegunda.

 Inhalo y exhalo suavemente para que, sialguien está al otro lado, no me escuche.
 Subo finalmente, y no hay nadie. Paseo mi mirada por los lados de la muralla, y està sorpresivamente solo. ¿Dònde estàn los que decìan que cuidaban esta puta casa?

 No sé si sea bueno el hecho de que no hayaguardias custodiando las murallas, ni que no se oigan ruidos, al menos de pasos. Nada. Parezco estar solo aquì.

 Mis zapatos de suelas finas me dan lasensación de tener los pasos como un gato sigiloso que se mueve en laoscuridad. Amo sentirme asì.

 Mientras camino despacio, muy pegado a lasparedes... escucho un susurro. Al fin escucho una señal de vida. Saco una daga demi pierna suavemente. Pero...

 ¡Mierda!

 Son las dos hijas del Señor Sarys.

 Si me ven, tendré que matarlas. Joder. Noquiero hacer eso. No puedo matarlas. Mi misión es matarlo a él. Solo me permiten a un minimo de soldados, en caso de ser descubierto por ellos, pero a su familia no. No deben haber inocentes muertos en esta misiòn.

 Mi corazón se acelera, pero no es miedo, nosiento el miedo. Es realmente el corazón diciéndome que no cometa el error dematar a un inocente. No mato a inocentes.

 Presiono mis labios mientras una gota de sudorcorre por mi sien. No quiero matarlas. Aprieto mis ojos, pero con mis manoslistas para atacarlas. Un corte certero y una muerte sin dolor. Eso tendré quedarles.

 Me pongo de cuclillas, así talvez ellas no mevean en la oscuridad. Mis ropas negras. Las que usamos para las misiones. Sonbuenas porque nos perdemos en el oceano de la oscuridad de la noche eterna.

  Hacemucho que mi corazón no se aceleraba de esa manera. No desde esa ocasión en laque Caulys me tiró en mi cama aquella serpiente venenosa. Y que casi me mataba. Me habìan dicho que estas chicas dormìan en las ultimas habitaciones del palacio, no entiendo què hacen por estos pasillos bajos. 

 Se detuvieron los susurros.

 Creo que se han detenido ellas. O se fueron aalguna habitación.

 No puedo arriesgarme a que me vean y gritendel susto, y todos sepan que estoy aquí.

 Pero tengo que hacer algo. Salir, y si me ven,matarlas.

 Contengo la respiración, y me asomo despacioal pasillo de donde provenían los susurros.

EL CUERVO Y LA ROSA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora