BIENVENIDOS A NATSVILLAGE

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Odio a mi madre.

Llevo teniendo ese pensamiento, desde el momento en que he puesto un pie en este pueblo.

Todo a mi alrededor es de un gris pálido, frío y completamente deprimente. Es como si alguien hubiera puesto filtro en blanco y negro.

El único edificio que contrasta algo más con el ambiente del lugar es la casa estilo Victoriana que se yergue enfrente de mí. A pesar de estar algo machacada por el paso del tiempo se alza majestuosa. Sus torres ornamentadas y ventanales altos mostraban cicatrices del pasado, con enredaderas retorcidas trepando por las paredes desgastadas.

Al lado de la casa, un bosque espeso se alza con árboles de ramas retorcidas que se entrelazaban formando un dosel oscuro. Los susurros del viento entre las hojas añadían un toque de misterio a la escena. Más allá del bosque, el sonido distante de las olas rompiendo contra la costa revelaba la cercanía del mar, aunque apenas visible entre la bruma gris.

Me fijo en la puerta principal, la cual debido al clima ha recreado una especie de moho en un lateral.

La pintura blanca del exterior, también ha comenzado a descascararse y a una de las ventanas del piso superior le falta un gran trozo de cristal.

Está claro que necesita algunas reformas, pero al menos es completamente habitable.

Y menos mal.

No estoy segura de lo que hubiera hecho si realmente me hubiera encontrado un edificio en ruinas.

El poco dinero del que dispongo no me llega ni para pagarme una habitación en el peor albergue de la zona.

Habría tenido que ponerme a mendigar en la plaza y estoy segura que no lo hubiera podido soportar.

A lo largo de mi vida he pasado por muchas cosas, pero nunca había llegado a ese extremo y sinceramente me alegro de no haber cruzado el límite.

Podría pensar que mi vida es una mierda, pero siendo sincera mi vida comenzó a ser un verdadero desastre en el momento en que mi madre comenzó a apostar al Poker.

Ya me había acostumbrado a sus borracheras diarias con Vodka barato, pero está claro que lo que detonó todo, fue el vicio por el juego.

Antes podíamos subsistir.

A duras penas.

Pero al menos me quedaba algo de dinero a final de mes.

Ahora ya no tenía ni dónde vivir.

Dos días antes unos acreedores se habían presentado en casa diciendo que mi madre había perdido una gran cantidad de dinero en una apuesta y dado que sabían que no teníamos ese dinero iban a quedarse la casa como aval hasta que consiguieramos pagarlo.

Cuatro horas más tarde había logrado meter mi vida entera en unas cuantas cajas mientras me preguntaba qué cojones acababa de ocurrir. Y porque parecía que mi vida se había ido por la borda en una fracción de segundo.

Espere que mi madre se presentará en casa para darme algún tipo de explicación. Sin embargo, conforme iban pasando las horas supe que esa espera era inútil.

En el momento en que asumí que mi madre no iba a aparecer cogí las llaves de la casa donde se había criado mi padre y me había dejado como herencia después de su muerte y arranque el coche sin mirar atrás .

Y aquí estaba.

Así que sí, definitivamente tenía muchas razones para odiar a mi madre.

A pesar de todas las veces que me había fallado a lo largo de toda mi vida, algo en mi interior tenía la esperanza que con el tiempo se recuperaría, me pediría perdón y quizás comenzariamos la relación madre e hija que nunca habíamos llegado a tener.

El infierno sobre tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora