Capítulo 0.23/2 Revelación

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—Le habría pedido a Helena que te prestara algo de ropa, pero... ya sabes. Te odia.

Mordisqueó la punta de uno de mis dedos gordos mientras muevo mi pierna derecha sin parar. Soy un manojo de nervios justo ahora.

—No me importaría tener que andar desnuda todo el día, solo quiero llegar a la maldita fiesta.

—Annie, cariño, si no te relajas te dará un derrame a ti y a mí ¡Así que por favor quédate quieta!

Jhona tiene suerte de que esté tan alterada, el solo escucharlo gritarme de esa manera me hace enderezarme y sacarme el dedo de la boca. No habría pensado que estando yo sentada en el asiento trasero, le molestarían tanto mis tics nerviosos. A su lado, el copiloto de cabello negro se ríe en voz baja. Quizás lo disimula, pero V está tan emocionado como yo por al fin terminar con toda esta locura.

—¿Me repiten como haremos para entrar en una fiesta tan elegante? Parecemos vagabundos.

—Habla por ti An.

—Estoy hablando en serio, V.

Esta vez ni siquiera veo por la ventana, solo intento distraerme mientras pasamos por las calles.

El centro de Axolt resalta de nuevo por su enorme diferencia con el centro de la ciudad. Los espacios son mucho más abiertos, con edificios blancos, plateados y dorados por todos lados. Rascacielos de cristal que parecían brillar bajo el sol. Las calles doradas resplandecían y los pocos autos o naves que andan por ahí tienen el aspecto de ser carrozas de mármol blanco.

Me esfuerzo por mantenerme quieta para no acabar con los nervios del rubio. Tampoco puedo seguir mordisqueando mi dedo, estoy a nada de sacarme sangre, así que optó por morderme el interior de las mejillas. Me levanto levemente de mi asiento para ver el GPS holográfico que V sostiene sobre su regazo.

—Annie, siento tu respiración en mi nuca.

—Por amor de dios solo siéntate ya.

—¡Ustedes dos están siendo muy injustos conmigo!

Me dejo caer de espaldas en el asiento trasero, mientras me cubro el rostro con las manos. Soy consciente de que parezco una niña inquieta; la verdad es que desde que salimos de la casa de Helena, mi corazón n​​o está tranquilo y me he estado moviendo como si estuviera muriendo por irme al baño. Mi cabeza está llena de pensamientos, dándole vueltas a la situación que estoy por enfrentar.

Todo podría suceder; desde el hecho de que quizás ni siquiera esté Opal en la dichosa fiesta, o si está, podría verla en alguna posición deplorable o humillante, y también, existe la pequeña posibilidad de que esté bien tal como Helena dijo. Debería esperar que así fuera, verla brillar, feliz en un mundo como este, con el que tanto soñamos de niñas, pero mi pecho no está tranquilo, es esa sensación, un presentimiento que me grita, que ese no es el caso.

—Estamos a dos calles del evento ¿Cómo quieren hacer esto?

Jhona detiene el auto justo frente a un semáforo que flota tranquilamente sobre nuestras cabezas.

—Creo que Annie y yo deberíamos entrar solos. Ella es nuestra responsabilidad después de todo.

Mi primer instinto al oír ese plan a medias es reírme, más por mis nervios que por ser condescendiente.

—¿Y como entraremos Jhona? Es más, ¿qué se supone que hará V entonces?

—Para responder a tu pregunta con más sarcasmo; entraremos por atrás, obviamente, porque ya sabes, olvide la invitación en mi otra chaqueta.

Sé que esté sería el peor momento para volver a pelear, así que me trago mis palabras para dejar salir una enorme bocanada de aire que puede traducirse como un "diosito dame paciencia".

TetraedroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora