Beomgyu
El restaurante no era muy sofisticado, pero era uno de los sitios favoritos de Beomgyu. Muy a la vieja escuela con el suelo a cuadros blancos y negros, y en donde todo era de color rojo o cromado. Había comenzado a frecuentar Moe’s un año después de la muerte de su padre. Los meseros solían darle comida gratis después de la escuela, probablemente porque eran conscientes que sería su única comida. En todo el tiempo que llevaba viniendo, ni una sola vez había visto al hombre cuyo nombre brillaba desde la ventana en rojo neón. Él sospechaba que ese tal Moe no existía.
El aroma a tocino de arce y panqueques de leche y mantequilla golpearon a Beomgyu desde el momento en que ingresó por la puerta. Su estómago hizo un gruñido gracioso y Beomgyu estaba seguro que todo el mundo pudo escucharlo por encima del ruido de los tenedores sobre los platos y las animadas conversaciones de la clientela.
Yeonjun estaba pegado a su espalda, con las manos sobre las caderas de Beomgyu y la barbilla apoyada en lo alto de su cabeza, como si ambos hubiesen estado saliendo por una década entera en lugar de haberse conocido hacia menos de cuarenta y ocho horas. Beomgyu se sintió inclinar hacia el calor reconfortante del torso de Yeonjun, pero en su interior odiaba lo cómodo que se sentía con él. Detestaba lo mucho que le gustaba la sensación de las manos de él sobre su cuerpo.
Se ruborizó mientras pensaba en el beso que se había convertido en un orgasmo hacia solo novena minutos. Beomgyu había tenido una docena de acostones de una noche sin mezclar emociones, cada uno entendiendo que ello no significaba nada; simplemente se trataba de rascarse la picazón. Pero besar a Yeonjun en ese almacén había encendido algo muy dentro de Beomgyu, algo que parecía dormido hasta que Yeonjun lo inmovilizó sobre el colchón y lo besó como si se estuviera muriendo y los labios de Beomgyu fueran la única cosa que podía salvarlo.
Nunca había experimentado esa clase de química combustible. Era como si Yeonjun fuera una cerilla y Beomgyu un papel empapado con gasolina, y esa combinación volátil podía estallarle fácilmente en la cara. Aun así, habría dejado que Yeonjun le hiciera lo que quisiera; deseaba haber dejado que Yeonjun le hiciera todo tipo de cosas sucias.
Pero Yeonjun, a pesar de su extraña intensidad, parecía mucho más cómodo al dejar que Beomgyu llevara el ritmo. Tenía una rara mezcla entre fuerza bruta y una posesividad infantil, como si Beomgyu se tratara de su nuevo juguete favorito y estuviera dispuesto a destrozarlo antes que dejar que alguien más jugara con él. Algo así no debería ser tan caliente… pero lo era. Beomgyu nunca había sido la cosa favorita de nadie.
Antes de que Beomgyu pudiera adentrarse más dentro de la madriguera del conejo que resultaba ser su crisis existencial, Cindi “con una i” balanceó su amplia figura hacia ellos, mascando ruidosamente un chicle. Moe’s realmente se inclinaba hacia su estética retro.
Cindi vestía con un uniforme de poliéster rojo del mismo color que las cabinas de vinilo. Llevaba gafas con montura de cuernito y el cabello recogido muy en alto en su cabeza. Beomgyu sabía que tenía sesenta y que tenía ocho nietos, pero ella, con total honestidad, no se veía mucho mayor que de cincuenta. Tenía unos genes muy buenos.
Ella sonrió con calidez en cuanto divisó a Beomgyu, y le dio un beso sobre la mejilla. —Hola, muñeco. No te había visto por aquí en mucho tiempo. Comenzaba a pensar que nos habías abandonado por ese lugar a una cuadra de distancia, con su estilo nueva era y sus tragos con sabor a pasto y trigo.
Beomgyu sonrió ampliamente. —Cómo si pudiera renunciar a los panqueques con sabor a canela que hacen aquí.
Ella dirigió su mirada hacia Yeonjun, y sonrió en cuanto notó la forma en que se aferraba a Beomgyu. —¿Quién es tu amigo?
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❝sociopath❞ yeongyu. ✓
Fanfic❛ El psicópata nace, el sociópata se hace. ❜ ▸ obra adaptada sin fines de lucro. ▸ yeonjun top, beomgyu bottom. ★﹕𝐖𝐀𝐑𝐍𝐈𝐍𝐆 !↴ contenido +18, si este tipo de contenido no es de tu agrado, no deberías leerlo.