Capítulo 1: Encuentro clandestino

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Era una tarde de otoño, el año 1952 se deslizaba en las hojas caídas del pequeño pueblo. Alan, un joven universitario de primer año con aspiraciones de ser alguacil, y Juan, un estudiante de secundaria en su último año, se encuentran en casa de su amigo en común, Miguel.

El crepitar de la chimenea proporciona un cálido telón de fondo mientras los tres amigos comparten risas y anécdotas. Entre las sombras de la acogedora sala, las miradas de Alan y Juan se entrelazan, desencadenando un vínculo secreto que florece en silencio. Un momento fugaz que cambia el rumbo de sus vidas.

Las conversaciones triviales se convierten en susurros compartidos cuando, inadvertidamente, sus manos se tocan en la penumbra. El palpitar del corazón de Alan se acelera, revelando la intensidad de una conexión que va más allá de la amistad convencional. Juan, a su vez, experimenta una mezcla de emoción y temor al reconocer la verdad que se insinúa en sus miradas furtivas.

La tarde avanza y el sol se despide, pero el fuego recién encendido en sus corazones arde con una llama que desafía las convenciones de la sociedad. Se despiden con un nudo en la garganta, conscientes de que algo ha nacido entre ellos, algo que no puede ser ignorado ni olvidado.

En los días que siguen, Alan y Juan se ven arrastrados por la corriente de la rutina, pero el recuerdo de su encuentro clandestino persiste. Cada mirada furtiva y sonrisa compartida durante las reuniones con Miguel se convierte en un vínculo cada vez más difícil de ignorar.

Se embarcan en una danza de palabras cuidadosamente seleccionadas, intentando ocultar la verdad que florece entre ellos. En las conversaciones triviales, encuentran maneras ingeniosas de expresar su afecto sin levantar sospechas. Cada intercambio se convierte en un juego emocionante de esconder sus verdaderos sentimientos.

Odio que me gustes || LexeritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora