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– Capítulo once –

"Fuge"

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Ray

La luz de la luna daba hacia solo un punto en específico.

Estaba recargado en la mesa del comedor, viendo a mis amigos.

—Llevo tiempo pensando en qué hacer por Gabe y Olive. La respuesta es... No hacer nada. Isabella dijo que me rindiera para sentirme mejor. Pero no pienso hacer eso. Mis dos gemelos no morirán en vano. — podía notar que el tono de voz de Amelia era más serio, pero yo sabía que aún seguía rota.

—¿Y tú, Ray? — Emma se unió a la conversación.

—Parece que pensamos igual. — en ningún momento de mi respuesta quité la mirada de Amelia.

—Huyamos, Ray. Vinimos a hablar de eso. — Norman por fin habló.

—Yo también quería hablar con ustedes tres. Llevamos dos meses sin conversar para que mamá no nos viera.

—Sí. Amelia, Norman y yo tampoco queríamos que mamá se percatara de lo que pretendemos.

—¿Y qué pretenden?

—Mamá es muy precavida. Pese a que no hicimos nada no dejó de vigilar. Pero podemos aprovecharlo. Si sólo se fija en nosotros, entonces no va a mirar a otra parte.

—¿Don y Gilda? — ambos nombres llegaron a mi cabeza de forma inmediata por las palabras de Norman.

—Sí. Dejamos en sus manos el entrenamiento y los preparativos. — se veía que Amelia les tenía confianza.

—¿Y cómo van?

—Todo está listo. Las herramientas, la comida, la ropa de abrigo. Podemos irnos cuando sea. — Emma me respondió con orgullo.

—Perfecto. Solo falta huir.

—Estamos preparados. Tenemos un plan. Nos iremos mañana a mediodía antes de que te recojan. — las palabras de Emma parecen haber confundido a Amelia.

Noté como ella pensaba en los mismo que yo. Negué con mi cabeza un par de veces. —De día es una locura. Es una situación distinta. Es mejor salir de noche ocultándose. — los dos ajenos a la castaña se prepararon para protestar.

—Ustedes escuchen. Siéntense. — les pedí y señalé las sillas alrededor.

Los tres decidieron escucharme, se sentaron cada uno de distinta forma y en distintos lugares.

—Hay dos problemas. El primero es la mirada de mamá. Mamá nos vigila en todo momento y carga con alguno de los pequeños. De día está con ellos y de noche duerme con los bebés. Para huir todos hay que evitar que ella vigilé y separarla de los más pequeños. Luego está el precipicio. No se puede bajar por él. — agarré el dibujo que Amelia hizo el día donde sus hermanos murieron y señalé el barranco que ella misma hizo.

—Hay que huir por el puente. Pero solo hay uno. Imagino que habrá guardias, y si saben que hay una huida, enviarán a más. Y además, está cerca de la sede. Allí debe haber muchos de esos monstruos. ¿Cómo lo harían, chicos? Yo creo que lo mejor es esto. — después de mi afirmación abrí las cajas dejando ver el aceite que tenía bajo mi cama.

Novissimo tempore // Ray // [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora