𝐌𝐲 𝐤𝐢𝐝𝐧𝐚𝐩𝐩𝐞𝐫

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La alarma del celular de Félix sonó temprano, rompiendo el silencio de la mañana. Mientras despertaba, los rayos del sol filtrándose a través de las cortinas de su balcón le recordaron que era hora de empezar el día.

Se estiró y bostezó, sintiéndose alerta aunque un poco aturdido por el sueño. Cono cero ganas, Félix se levantó de la cama, listo para enfrentar un nuevo día que, sin duda, traería consigo sorpresas e intrigas inesperadas.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, donde preparó unas tostadas y se sirvió una taza de café para desayunar. Mientras saboreaba su desayuno, revisó mensajes en su celular y miro algunos reels en Instagram.

Después de desayunar, Félix se dirigió al baño para lavarse los dientes y la cara. Una vez fresco y listo, regresó a su habitación, se cambió de ropa y recogió sus cosas para la escuela. Con la mochila al hombro, salio de su casa encaminadose hacia la escuela dándose cuenta que la camioneta negra ya no estaba ahí afuera.

Por otro lado Jimin, lo despertó su ruidosa alarma, decidió darse una ducha matutina para despertarse por completo. El sonido del agua y el vapor llenaron el baño, proporcionándole un momento de tranquilidad antes de enfrentar el día.

Luego de la ducha, Jimin se vistió, arregló y se dirigió a la cocina. Preparó un desayuno rápido y, al igual que Félix, revisó mensajes en su celular. Después, recogió sus cosas, salio de su hogar y se encaminó tambien hacia la escuela.

Después de una caminata desde sus respectivas casas hasta la escuela, el pelinegro y Jimin llegaron finalmente al aula. Al entrar, se encontraron y se saludaron con un abrazo. La rutina escolar comenzaba, aparentemente igual a cualquier otro día, sin ganas de ir ninguno de los dos. Ambos amigos se sumergieron en el bullicio de la escuela esperando a que tocará el timbre para poder entrar a su clase.

Después de un largo rato al fin tocaron el timbre, Félix y Jimin se dirigieron a su clase, pero la profesora aún no había llegado. Aprovechando el tiempo, se quedaron charlando en sus asientos. Fue entonces cuando Jimin, con una expresión seria, le comentó al peli-negro sobre la camioneta negra que vio por la ventana la noche anterior.

–Che, Felix, anoche, después de que te fuiste, vi una camioneta negra afuera de mi casa con dos tipos raros adentro. Estaban mirando hacia mi casa.Vos los viste cuando te fuiste?–, preguntó Jimin, suscitando la intriga de Félix, quien empezó a comprender que algo más estaba ocurriendo detrás de la aparente normalidad de su día.

Félix, asintiendo ante la revelación de Jimin, respondió: –Sí, también la vi. Cuando salí de tu casa, había una camioneta negra estacionada frente a la mía. Había dos tipos y uno de ellos hablando por teléfono mientras miraban mi casa. Fue raro– La confusión y la intriga crecían entre los dos amigos.

Ambos amigos intercambiaron miradas, tratando de restarle importancia a la situación. –Seguro es alguna movida de negocios o algo así, ¿no? Tal vez estén buscando una dirección o algo parecido– sugirió Félix, intentando calmar la tensión.

Jimin asintió, tratando de convencerse a sí mismo, –Sí, seguramente. No deberíamos preocuparnos demasiado–. Aunque intentaban convencerse de que era algo trivial, la sombra de la misteriosa presencia de la camioneta negra persistía en sus pensamientos.

Justo cuando Félix y Jimin estaban a punto de seguir especulando sobre la camioneta negra, la maestra ingresó al aula. Ambos bufaron, pero dejando de lado temporalmente la inquietud que les rondaba.

Prestaron atención a la clase, aunque sus pensamientos aún divagaban en las extrañas situaciones de la noche pasada. La rutina escolar continuaba.Después de dos largas horas de clase de química, dónde les había quedado el culo cuadrado finalmente sonó el tan esperado timbre que anunciaba el recreo. Félix y el pelirosa, aliviados por la pausa, se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia la puerta junto con el resto de los compañeros de clase.El aire fresco del recreo prometía un breve respiro  mientras se dirigían hacia el patio.