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00. Vida...y muerte

Todos conocían a Theodore Nott, pero no por buenas razones, era un chico atractivo, eso nadie lo negaba, pero su necesidad de atención femenina no lo dejaba en buen lugar frente a nadie.

Theodore siempre decía que como estaba soltero, no le debía nada a nadie, por lo que podía hacer lo que se le viniera en gana, y cuando el quisiera. Por esa misma razón, siempre estaba con chicas en sus brazos, en un solo día podías verlo con dos chicas distintas de cada lado de los dos brazo.

Theodore no podía ver más allá de lo que tenía enfrente, razón, por la que jamás vio el amor que Daphne Greengrass sentía por el, el como su corazón se rompía cada vez que lo veía con una nueva chica, sus ilusiones se rompían cada vez más. Ella lo había visto desde su primer año, desde que aquel niño de pelo castaño se sentó al lado de ella, que jugaba con su cabello, sin siquiera conocerla porque no prestaba atención a la clase de McGonagall, el como siempre la miraba como una sonrisa que hacía que se perdiera completamente.

Una sonrisa, que muchas chicas conocían.

Pero Daphne, ella solía pensar que esa sonrisa solo era para ella.

El corazón de Theodore no tenía espacio para nadie más que el, y claro el aprecio que tenía sobre su medio hermano, Sebastien, pero para Theodore, la palabra "medio" no existía, el solo era su hermano y ya, aunque sus pensamientos fueran completamente distintos a como sus palabras lo demostraban.

Lo que nos trae a nuestro protagonista. Sebastien Nott. Nacido un mes antes que Theodore, perteneciente a la casa de Hufflepuff, una razón que Theodore siempre usaba cuando discutían, su casa, y el favoritismo que su padre tenía por Sebastien sin importarle que estuviera en una casa distinta a la de las serpientes y perteneciera a la del tejón.

Sebastien no era inocente, pero su honestidad, su amabilidad, su compañerismo, podía pasar por encima de todo lo demás. Su corazón era tan bondadoso como su sonrisa. No solía rodearse de personas que lo halagaran, una cosa que lo hacía aún más distinto de Theodore. Sebastien desde su primer año se hizo amigo de una hija de muggles perteneciente a Ravenclaw, pelinegra y con rostro amenazante. El solía ser siempre muy hablador, mientras que Izabella David, era todo lo contrario.

Sebastien era atractivo, eso nadie lo negaba, su amabilidad hacía que chicas siempre quisieran estar con el, inclusive los chicos, para nadie era sorpresa que el gustaba de ambos géneros, sin embargo, cada uno de ellos, siempre recibía la misma respuesta: "Tengo ojos solo para una persona en especial. Una chica que me vuelve loco desde primer año."

Sebastien, era aún más caballeroso de lo que Theodore lo era, o aparentaba, por lo que siempre, casa vez que preguntabas que hermano Nott preferías, la respuesta siempre era Sebastien. Algo más que hacía a Theodore maldecirlo en sus pensamientos.

Las cosas no siempre solían ser fáciles, eso era claro, el hecho de que Sebastien tuviera ojos, y estuviera enamorado de la chica que ni siquiera un amigo lo consideraba, hacía perder sus esperanzas cada día más. Su corazón no podía later por nadie más que no fuera Daphne Greengrass, y su hermosa sonrisa. Todo de ella le parecía perfecto. No le importaba siquiera que fuera parte de los que aún creían en la supremacía de sangre, pero eso, lo hacía replantearse también si era buena idea seguir insistiendo, su mejor amiga era hija de muggles, y no quería que eso trajera problemas, ni con la chica que le gustaba, ni con la chica que conocía desde primer año.

Claro era que, los hermanos Nott tenían una cosa en común, el no ver más frente a ellos. El no ver más de lo que sus propios ojos les mostraban. Hermione Granger era una de esas cosas. Sebastien conocía aquella chica de cabello revoltoso y color miel, no podía ver los sentimientos que la chica declaraba hacía el indirectamente, solo el parecía no darse cuenta de aquel amor platónico.

Mientras que Theodore disfrutaba de cada chica que demostrará amor por el, Daphne lo observaba esperanzada de que algún día, ella sería solo su chica, la única que estuviera frente a el, pero Sebastien...el solo esperaba ser una persona visible para Daphne, y no ser solo el hermano del chico que le gustaba.

—Es tarde, Theodore. —dijo su padre, en cuanto el castaño entro al comedor y sin un buenos días, volvió al profeta que anteriormente leía.

El castaño solo talló sus ojos, ignorandolo, se estiró y pegó un suspiro, tomando asiento frente a Sebastien que lo miraba, aún sin probar bocado alguno.

—Buenos días...—susurró, Sebastien. Theodore solo lo miró por un momento, apartando después la mirada, se inclinó tomando la jarra que se encontraba sobre la mesa, a punto de tomar de ella, pero su padre lo detuvo.

—¿No puedes tomar un vaso? No eres un animal, Theodore. —su padre lo miraba por encima de sus lentes, dejando el profeta de lado.

Papá, no le hará daño tomar desde ahí, además, Theo es el único que toma jugo de zarzamora. —Sebastien interrumpió. Theodore lo fulminó con la mirada. Eso era algo más que añadir a la lista, odiaba cuando su hermano lo defendía, el podía hacerlo solo.

—Bien...—Theodore trago con fuerza. Ese, bien, significaba un "Hazlo y sabrás las consecuencias" así que decidió seguir la orden de su padre y servirse en un vaso de vidrio cristalino.

—Yo...—Sebastien carraspeo, intentando que el ambiente tenso entre su hermano y su padre se desapareciera. Odiaba cuando eso sucedía y el no podía hacer nada para arreglarlo. —Yo le prometí a Izabella que iría por ella a su casa... ¿Crees...cree que sea posible ir, papá?—se corrigió, desde niño siempre le había hablado de "usted" a su padre, y Theodore siempre solía burlarse de ello.

Su padre conocía a Izabella, o al menos sabía de ella, de dónde provenía y la casa en la que se encontraba. Sabía que era la mejor amiga de su hijo, no le agradaba por supuesto, pero en su objetivo siempre estaría poner la felicidad de su hijo por encima de la suya, aunque eso no le agradará, y todo, siempre tenía una historia detrás de todo.

—Muggle...—murmuró con desagradó, haciendo una mueca. Sebastien lo observó nervioso, mientras jugaba con sus manos debajo de la mesa. —Aún no entiendo porque sigues juntándose con esa gente...—negó con la cabeza, volviendo su mirada al profeta, que había vuelto a tomar. Theodore observó a su hermano frente a el con una sonrisa de burla. —Alguno de los elfos te acompañará. —y la sonrisa de Theodore desapareció. —Iras por ella y...regresarán aquí, aunque no me agrade.

—Padre...—una sonrisa comenzaba a emerger en el rostro de Sebastien.

—Ya está decidido. No me hagas cambiar de opinión. —su padre lo interrumpió.

—De acuerdo. Gracias. —bajo la mirada a su plato, sintiendo la frustración de Theodore en el.

—Dijiste que yo no podría ir con Draco o con Blaise, ¿Por qué el si puede?—Theodore miró con seriedad a su padre, y Sebastien deseo desaparecer ahí mismo.

—Porque de tu hermano no recibí recado tras recado sobre que uno de mis hijos se acostó con una profesora en un armario. —su padre bajo el profeta con violencia, dejándolo sobre la mesa. —¿Y adivina qué? Ahora soy la burla de todo el ministerio después de que hayan despedido a esa profesora, porque el imbécil de mi hijo no puede pasar ni un solo segundo sin tener los pantalones abajo.

—Me divertí, ¿Que problema hay con eso? Estoy soltero y...

—¡Es una jodida profesora! Te dobla la edad totalmente. —su padre se levantó de la silla con agresividad, sobresaltandolos a ambos. —Y te diré una cosa Theodore, si vuelvo a saber que algo como eso ocurrió, créeme que terminaré en Azkaban por arrancar tus ojos de tu rostro. ¿Entendido?—Theodore apartó la mirada, apretando la mandíbula. —¡¿Entendido?!

—Si, padre...—el mayor asintió, le dirigió una última mirada a Theodore, antes de mirar a Sebastien, que se había mantenido ajeno a la conversación por completo.

—Si no estás aquí junto...a esa muggle en treinta minutos olvídate de pasar las vacaciones con ella. Suficiente tengo con Theodore para después soportar una muggle en mi casa.

¿Encantador, no es cierto? Bueno, parecía que días como esos, solo eran uno más de lo que le esperaría a Sebastien Nott, y el odio de su hermano, sentirlo en carne propia, lo hacía sentir ajeno a todo eso.

Aveces pensaba, y solo una idea cruzaba por su mente, aunque nadie jamás lo supiera...entre la vida y la muerte, el prefería la muerte.

𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐁𝐄𝐇𝐈𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐄𝐘𝐄𝐒; Daphne Greengrass Donde viven las historias. Descúbrelo ahora