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Satoru Gojo era consciente de que vivía en una mentira, pero aquella mentira era su salvación.

En pleno Siglo XX la homosexualidad era vista como un pecado, y peor aún, como una enfermedad mental.

Era difícil para Satoru pensar en que no tendría ningún apoyo, la iglesia lo odiaría, y los doctores lo internarían en el peor lugar posible, un hospital psiquiátrico. Era inevitable pensar que incluso el mismísimo Dios se atrevía a darle la espalda, tan solo por amar, por amar a un hombre.

Desde que tuvo consciencia sobre su "condición" supo que estaría solo.

Su padre no dudaba en insultar a aquellos hombres que no entraban en el estándar de un hombre dominante, llamando a tantas personas marica frente a él, sus palabras parecían ser escupidas con odio.

Mientras que su madre, una mujer callada, capaz de plantarle cara a cualquiera, menos a su padre.

Satoru deseaba la gloria, deseaba sentirse amado y aclamado por la multitud.

Pero era complicado, dentro de él existía la esperanza de que la gente lo amaría si lograba ser alguien, incluso si supieran sobre su sexualidad, sin duda, un sueño tonto.

Sentado en el sofá de su hogar, observaba el anillo en su dedo, una argolla simple, pero linda, era su anillo de compromiso.

Gojo llevaba cuatro años casado con su mejor amiga de la infancia, Shoko Ieiri.

No se debían hacer ideas incorrectas, ambos se querían, pero no de manera romántica, aun si intentaban hacer creer a los demás que su matrimonio era de lo más tradicional.

Extrañamente, esto funcionaba, incluso para sus padres.

Los padres de Shoko amaban a Satoru, y los de Satoru amaban a Shoko.

Ambos tenían la ventaja de conocerse desde pequeños, y que sus padres los intentaran emparejar desde muy temprana edad.

Ambos habían compartido demasiados momentos juntos, por lo que ninguno de los dos dudó en ningún momento en fingir un matrimonio.

Todo porque los padres de Shoko le habían descubierto.

Esa noche Shoko lloró en sus brazos mientras se culpaba por nacer de aquella manera, Satoru no pudo evitar soltar lágrimas por su amiga.

Sus padres le habían llamado de inimaginables maneras, cosas que no eran propias de un una madre o un padre a su hija.

"Una desviada, una completa deshonra"

Ellos no podían creerlo, mientras que Shoko tan solo intentaba hacerles creer que todo fue un error y malentendido.

No tardaron demasiado en amenazarla con meterla en un hospital psiquiátrico.

Shoko sabía como eran aquellos lugares.

Una fachada de múltiples colores y doctores mostrando falsas sonrisas.

Mientras que los internos parecían estar constantemente drogados, muchos terminaban peor que cuando entraron en aquel lugar.

Shoko no deseaba ser una víctima más de aquel lugar.

Tanto Shoko como Satoru sabían que aquel lugar sería la perdición de la castaña. Satoru Gojo no lo permitiría.

Su plan se creó el día en que Shoko fue llevada a conocer el hospital. Crearían una completa mentira para mantenerse a salvo, y así lo hicieron.

Lentamente ambos comenzaron a visitarse, incluso fueron rutinariamente a la misa de los domingos, todo con la esperanza de hacer cambiar la perspectiva que poseían de Shoko.

lavanda ✧ satosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora