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Satoru pareció recuperar su atención al mundo que le rodeaba, de fondo sonaba alguna canción que en verdad, desconocía, no era un conocedor de las actuales tendencias en música, pero admitía que esta mantenía un buen ritmo.

Su mirada se dirigió a la revista en su mano, esta mostraba a la que para todos, era su esposa.

Lucía un hermoso vestido amarillo lleno de lunares de un tono más claro, le hacían lucir como una flor en conjunto a su castaño cabello.

Shoko le recordaba el verano, ella era verano, un verano con demasiado viento.

Finalmente, cerró la revista, dejando esta en un canasto llena de una variedad de estas mismas, pensar demasiado era malo.

Era su turno de atenderse con su doctor amigo.

Kento Nanami se convirtió en su amigo pocos meses luego de mudarse a California, él era el encargado de apoyar su mentira, haciendo una pequeña modificación en sus papeles que dictaban la poca y casi nula fertilidad que poseía.

En un principio, temió por toda la mentira que había creado, apenas y conocía a Nanami cuando su mayor secreto se le escapó.

Nanami le restó importancia, alegando que aquel no un tema que le interesara, Satoru jamás lo admitiría frente a su rubio amigo, pero aquello le parecía reconfortante.

Nanami no tenía interés en lo que él era, simplemente lo trató de la misma manera, nada cambió entre ellos y además, decidió ayudarlo.

Satoru entró saludando con total confianza al rubio, este ya no se esforzaba en corregir que era algo impropio saludar de aquella manera mientras estuviera trabajando. Con la misma confianza que entró, tomó asiento en la silla de color negro frente a él, cruzando su pierna una por encima de la otra.

— Bien, estuve revisando tus exámenes y todo está en orden, tu salud está perfecta — la ronca voz de Nanami hizo eco en su oficina, mientras entre sus manos se encontraban una pila de papeles — Tan solo debes tener más cuidado en tu dieta y horarios de sueño.

Los mismos papeles fueron dejados suavemente sobre el escritorio, Satoru tomó aquellos intentando leerlos, fallando en el intento, no entendía las palabras de la medicina, menos la letra de Nanami.

— ¿Entonces eso fue todo? — Sus brazos se cruzaron en su pecho, mientras alzaba una de sus cejas en dirección al hombre frente a él.

Este simplemente asintió con su cabeza.

— No es necesario revisarte nuevamente, estás bien, así que... — Sus dedos fueron a un lápiz sobre el escritorio, mientras su mano izquierda buscaba hábilmente una hoja en la repisa a su lado, rápidamente escribió, dejando su firma al final del papel — Dile a Yaga que vendrás nuevamente en seis meses, ya sabes como es a veces.

El papel fue dejado frente al peliblanco, este simplemente tomó aquella variedad de exámenes, debía llevárselas a su manager, Masamichi Yaga.

Cada seis meses era sometido a múltiples exámenes a petición de Yaga, estos para según él, planear su futuro de mejor manera.

Satoru era joven, era casi imposible que alguna enfermedad mortal llegara a su vida, y así lo había confirmado una infinidad de veces Nanami.

Satoru salió del edificio, caminando directamente a su automóvil en el estacionamiento privado de aquel recinto, este era un lindo modelo muy reciente, no sabía demasiado de automóviles, pero este en especial había llamado su atención.

Jugando con las llaves en sus dedos, abrió la puerta del conductor, al entrar dejó aquellos papeles médicos en los asientos traseros sin mucho cuidado, posiblemente luego estarían la mayoría perdidos en su propio automóvil.

lavanda ✧ satosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora