Y se volverán más de 10

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Es curiosa la vida algunas veces, detesto poner todo al azar, se me hace de formas inferiores de vida que no tiene el coraje para cambiar el rumbo de sus vidas pero en este momento me sentía así, dejando que pasará cualquier cosa, las heridas sanaban bien pero ya estaba cansado y el hambre no me ayudaba, hace 1 hora había encontrado un cartel que decía que estaba por entrar a un pueblo de cuyo nombre ni me acordaba y por más que caminaba cerca de la carretera no encontraba nada, tampoco pasaban vehículos o eso hasta que por fin paso uno y se detuvo cerca mío.

-Hola amigo, ¿necesitas transporte?- dijo un hombre de mediana edad de camisa café y pantalones azules en un vehículo 4 puertas bastante cuadrado y horrendo.

Por más desagrado que sentía por la idea de ser compadecido por este patético individuo mi cuerpo ya no podía más con el viaje por lo que sin decir mucho subí a su vehículo sin mucho que decir. El parecía algo molesto por mi actitud pero igual puso una sonrisa y siguió el camino.

-Oye chico, es muy tarde para que alguien de tu edad este por aquí, ¿no crees?- me dijo derrepente aquel sujeto.

Gruñí como respuesta y el siguio andando, esperaba que con mi actitud el simplemente desistiera a su intento de charla pero parecía que no entendía de esta forma.

-Sabes, de dónde vengo hay un dicho "favor con favor se pagá" y lo menos que puedes hacer es decirme quién eres.- dijo con una media sonrisa el hombre, sus ojos cafés cansados me parecían desagradables y el generaba una extraña sensación que no sabía identificar, su cabello desalineado de color negro y su barba completamente descuidada me daban aún más asco.

-Albedo- fue toda mi respuesta mirando por la ventana.

-Muy bien joven Albedo, mi nombre es Hugo, un gusto- contesto extendiendome la mano sin dejar de mirar al frente.

Ni siquiera intente tomar su mano o hacer como que la note, solo seguí viendo por la ventana a pesar de que su nombre me recordaba a cierta persona, aquel hombre bajo la mano dejándola posada en mi pierna.

-Escucha hijo, con esa actitud no vas a llegar muy lejos- me dijo el sujeto con una voz algo seca.

Aparte su mano de mi pierna y por primera vez lo mire fijamente a los ojos.

-No intentes ser amistoso conmigo humano desagradable- dije con algo de molestia pero sobre todo incomodidad.

El solo veía el camino comenzando a ir más despacio y mirando por el retrovisor, sentí un inminente peligro y de un rápido vistazo alrededor del carro noté un arma de fuego en la puerta del piloto, el estaba manejando con la mano derecha y tenía libre la izquierda por lo que no lo pensé un solo segundo más y puse mis manos detrás de mi espalda justo en la manija de la puerta, encogí mis piernas en dirección hacia el y lo paté con todas mis fuerzas al mismo tiempo que abría la puerta. Caí rodando por la poca velocidad que aún tenía el carro el cual se descontroló un poco y se salió de la vía estrellansose contra un árbol, la caída me había aturdido y doblado un tobillo junto a la muñeca izquierda. Me levanté con algo de trabajo y observe como el hombre salía del vehículo sangrando de la frente, se veía completamente molesto y con su arma en mano.

Corri como pude metiéndome al pastizal a un lado del camino intentando perder lo más que podía a aquel hombre pero no era muy alta la hierba y me era difícil correr estando lastimado por lo que aquel hombre me alcanzó antes de lo que pensé, me tiró al suelo poniéndose encima de mi mirándome directamente a los ojos mientras apuntaba su arma a mi cara.

-Me has lastimado niñito, y lo pagarás- dijo fríamente con una mirada llena de odio y perversión.

Esas palabras me entraron de lleno a la cabeza recordando la primera vez que Tennyson y yo nos encontramos, en ese momento yo estaba dispuesto a matarlo con tal de conseguir su Omnitrix y ahora yo estaba en esta situación, en el lugar de una víctima de las circunstancias, viendo que el hombre con la mano libre sé quitaba el cinturón, el sentimiento era indescriptible por lo que como pude comencé a forcejear logrando quitarmelo de encima y haciendo que la pistola se disparará por accidente dándole de lleno en el brazo, el comenzó a gritar de dolor y yo tomé el arma disparándole en el otro brazo, aquel hombre gritaba muy fuerte por el dolor y yo solo me levanté apuntando el arma a su cabeza, pero antes de que pudiera siquiera jalar el gatillo una bola de energía violeta me golpeó de lleno haciéndome hacia atrás varios metros.

Albedo: La supremacía de un alienígenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora