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Ahí se encontraba él, parado en frente de la puerta de la casa de Jimin, con el corazón latiéndole a una velocidad inimaginable, después de ese mensaje lo primero que hizo fue buscar las llaves del auto y salir de camino a su casa. Ni en sus sueños más locos pasaba esto, Jimin le correspondía. Era lo que más había imaginado desde que le conoció y ahora que estaba sucediendo no se lo podía creer, no, nada parecía real, incluso cuando soñó que iba al baño se sintió más real que este momento.

Levantó el puño para tocar la puerta y esperó unos segundos hasta que escuchó unos pasos del otro lado de la puerta cada vez acercándose más. Los pasos se detuvieron y la puerta se abrió dejando ver a un Jimin con sus mejillas teñidas de un tono rosa. Sus ojos se conectaron con los de Jungkook, quien le regaló una cálida sonrisa y él la devolvió. Se hizo a un lado de la puerta invitando a Jungkook a entrar.

-Pasa, pasa.- Habló sosteniendo la puerta a un lado de Jungkook quien tomó la invitación y se adentró al hogar. El lugar era pequeño pero cálido y acogedor. Un pequeño sofá seccional blanco que recordaba a la perfección, ahí durmió unas cuantas noches. Ah, que recuerdos.

-¿Quieres algo de tomar?- Escuchó a Jimin detrás de él y se volteó a verlo, sus mejillas seguían encendidas en ese bonito color rosa. -¿Agua? ¿Café? ¿Té?- Pasó por su lado sin querer verle a los ojos, estaba avergonzado. Por un impulso del momento se había condenado así mismo, confesarse cara a cara con Jungkook.

Siguió su camino hacia la cocina tratando de evitar a Jungkook pero sin ser tan obvio, claramente no tenía la suficiente seguridad para confesarse, sería un saco de balbuceos. Sintió a Jungkook a sus espaldas seguirle hasta la cocina. Sin poder completar victoriosamente su camino hasta el refrigerador, sintió una mano sujetándole de la muñeca y voltearle hasta tenerle de frente.

-Jimin, yo no vine aquí a tomar agua, ni café, ni té.- La mano libre de Jungkook cayó sobre su cintura sujetándole con gentileza mientras lo acorralaba contra el refrigerador. -Yo vine aquí porque tú tienes algo que decirme.- Centímetros de distancia los separabas, la mano en su muñeca se soltó y se posó sobre una de sus mejillas incendiadas por la vergüenza.

-Anda, dime.- El pulgar en su mejilla se movía gentilmente de arriba abajo contra su mejilla. Levantó su rostro y se dio cuenta que cada vez estaban más cerca, y una vez más sus ojos se volvieron a conectar.

-Me gustas.- Soltó con la voz en un hilo, casi inaudible para Jungkook. El pulgar se detuvo y la mano dejó su mejilla.

-No escuché, repite por favor.- Inclinó su cabeza a un lado con la intención de poder escuchar mejor y Jimin volvió hablar.

-Me gustas.- Un poco más fuerte que la última vez, Jungkook logró escucharlo. Su frente cayó sobre el hombro de Jimin y sus brazos rodearon su cintura.

-Hmmm.- El sonido salió desde su garganta, un suave tarareo. Podía oír su propio corazón en sus oídos, latiendo como loco. Tenía en sus brazos a Jimin diciéndole que le gustaba, ¿que más podía querer? Levantó su cabeza de su hombro y con ambas manos sujeto fuerte de la cintura a Jimin, pero no lo suficiente para hacerle daño, hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo y lo depositó sobre la barra de la cocina. Se colocó entre sus piernas y sus manos descansaron sobre su cintura.

-Quiero besarte, pero si tú no estás listo, lo entiendo.- Su voz sonaba más grave debido al momento, sus ojos encontraron los de Jimin cuando este le sujetó ambas mejillas con delicadeza. El toque de Jimin quemaba, pero quemaba exquisito. Sintió sus mejillas arder y al igual que las de Jimin, las suyas también estaban comenzando a teñirse de rosa.

-Quiero que me beses.- Soltó Jimin aún con sus manos sosteniendo ambas mejillas. Su cuerpo se acercó por inercia hasta quedar a una distancia tan corta que lo único que los separaba era la punta de sus narices tocándose.

Amigo mío      •Koomin Au•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora