II

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Jennie

El suéter.

Levantándome de la cama, estremeciendome nuevamente debido al frío, estaba yo. Mi cabello desordenado me cubría ligeramente la vista, mientras con ambos brazos intentaba buscar calor abrazándome a mi misma. Tome una bocanada de aire, para exhalarla mientras me acercaba al baño para tomar una larga ducha de agua caliente.

Mientras me desnudaba, los ojos mieles de aquella mujer que había encontrado ayer seguían como un CD en mi mente, con un chirrido doloroso debido a que estaba oxidado. Porque aquellos ojos se parecían tanto a los de mi amada, que me parecía traumante, me parecía inexorable el hecho de que aquellos ojos tan parecidos me hicieran sentir cosas espléndidas con unas simples miradas distantes.

Además, ¿que mal estaba decir que esa mujer era extremadamente atractiva?, la manera en la que sonreía te contagiaba la felicidad, y aquello era un sentimiento que nunca había experimentado. Parecía ser feliz con cualquier cosa que estuviera haciendo, aunque en sus ojos había un deje de lejanía y dolor que me causaba intriga. Tanto que mi ser ansiaba volverla a encontrar, por lo que estaba entusiasmada por cambiarme con rapidez y salir como un rayo hasta The Coffe's Chest.

Me coloque unos pantalones de un tono azul, una camisa negra ceñida a mi torso, y por encima una chaqueta abrigada debido al frío que estaba arropando a todo Ángeles en esta temporada de invierno.

Terminando de atar las agujetas de mis zapatos, todavía merodeaba por mi cabeza la imagen de esa mujer, disculpándose sinceramente mientras aleteaba sus pestañas y de su dulce voz dejaba que se escaparan melodías. ¿Como podía tener una desconocida ese impacto en mi?, más preguntas y menos respuestas, más dudas y más problemas. Todo eso con un simple error, con un simple encuentro.

***

Con el pomo de la puerta en mano, empuje para adentrarme en la cafetería. Como eran ya casi las once de la mañana, habían más personas de las que habían la mañana anterior. Mis ojos inconscientemente comenzaron a buscar una por todos los alrededores, sin tener algún rastro alguno de la desconocida que había tropezado conmigo ayer. Suspire mientras caminaba acercándome a recepción, donde estaba Doña Milagro atendiendo una orden, antes de que sus ojos avellana cayeran encima de mi.

—¡Mi Jennie! —Grito mientras alzaba los brazos, sentí mis mejillas calentarse cuando miradas cayeron sobre nosotras.

—Milagro, baje el volumen, por favor —murmure mientras me acercaba cuando el joven que estaba haciendo su pedido se retiro—. ¿Como esta?

—¿Yo?, bien gracias a Dios, un poco ajetreada con Dante, pero vamos viendo.

—¿Descubrió ya que es lo que tiene? —me senté en el taburete mientras pronunciaba aquellas palabras, refiriendome a que su hijo llevaba enfermo mucho tiempo.

—No...—su rostro se decayó con tristeza, pero rápidamente se repuso con otra sonrisa de oreja a oreja—. ¡Te tengo una sorpresa!

Enarque una ceja.

—¿Ah, si?, ¿que es?

Soltó una risilla juguetona y malévola, mientras buscaba algo que no me era posible ver, ya que lo ocultaba la madera de la repisa. Deje descansar mi mentón encima de mi mano que estaba apoyada a la mesa con el codo, mientras miraba a mis alrededores nuevamente con la esperanza de encontrarme a aquella mujer de hermosos ojos mieles.

Me sobresalte cuando Milagro estampó su mano contra la mesa para llamar mi atención, haciéndome ver que había una caja roja con una conta de adorno color roja, en donde iba colgada una pequeña tarjeta la que supuse debía de ser una breve carta. Pase mis dedos por mi cabellera oscura con curiosidad, ahora más interesada en los que tenía por decirme la mujer que tenía enfrente. Espere durante unos minutos su respuesta, pero nunca llegó.

Te encontré (JENLISA G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora