Capítulo 1.

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Día 1. 

Juppiter.

La biblioteca está bien, pero prefiero la comodidad de mi cuarto, con Raw en mis piernas ronroneando por nada, la luz exacta y algún murmullo de la habitación de Lyli. Pero no, mi papá insistió hasta que casi me obligo a decir que sí para trabajar en esta biblioteca de una amiga suya. 

El ambiente de la biblioteca es un poco agradable, hay murmullos pero interrumpen mi lectura para preguntar cosas que se me hacen demasiado obvias. El anaquel es algo aburrido, no viene gente muy interesante y uno que otro chico se queda aquí leyedo, vienen personas de la escuela a prestar libros e igual que siempre no intentan hablarme, cosa que es un alivio ya que no sé que decirles, de hecho con las únicas personas que puedo hablar es Raw, Lyli, papá y los dos ancianos que llevan viniendo unas semanas para hacerme hablar. Son tiernos los dos ancianos, llevan juntos demasiados años, así como en los libros que leo, pero es una de las pocas historias reales. Historia la cuál me contaron para que les hablará en voz alta.

Desde que falleció mamá no hablo, de hecho con ella solo hablaba cuando ella me preguntaba algo. No sé pero nunca se me ha dado muy bien hablar, siento que no es importante o nadie me escucharía, mamá lo hacía por que, supongo le interesaba, ella decía que era muy interesante oír decir cosas a alguien que casi no habla y lo que repetía siempre:

— Una persona que no habla debe de tener demasiadas cosas interesantes en las que pensar.

Mi mamá siempre sabía lo que decía.

Más o menos a eso de las tres de la tarde Yess llegó.

— ¡Ay, no sé como puedes pasar casi todo el día aquí!— gritó Yess.

— ¡Yess, baja la voz, estamos en una biblioteca!— dijé en un murmullo casi gritado.

Yess se rió un rato y se sentó destrás del mostrador conmigo, cojió mi bolso y saco un pequeño libro de dibujos animado, un manga, y se puso a leer.

— Deberías de llevartelo, yo leeré otro mientras acabas.

—Yo sé que si lo tengo no lo leo y mi familia me mirará raro — dijo pasando las páginas de "XXX Holic".

La familia de Yess, los Glynn, son muy reservados y prejuiciosos, cualquier cosa les parece rara o mala, cuando Yess y yo llegamos a casa de Yess un día con de a un mechón verde casi nos matan, nos dijeron que era lo peor que podríamos haber hecho y que parecíamos vagabundas, a las dos nos importó un comino. Donde supieran del tatuaje y las perforaciones de Yess se mueren.

Pasaron unas horas, estábamos las dos en silencio cuando llegaron unos cuatro chicos, todos de la misma escuela que yo, eran los hijos ricos de papi y mami, unos patanes e imbéciles de por sí, por lo que me contaba Yess no eran buenos estudiantes y pagaban a los "nerds" para que les hagan sus trabajos y como sus padres son beneficiarios de la escuela no les dicen nada.

Todos se dirigieron al pasillo de literatura cojieron cuatro libros y se dirigieron a mí.

— Necesitamos estos cuatro libros, el más largo tiempo que se pueda.— dijo  unos de los cuatro, Sam, se podría decir, el lider de todos. Sam sacó su billetera y me paso el carnet de la biblioteca. Me sorprendió que tuviera uno.

En la tarjeta de prestamos de lo cuatro libros puse plazo de tres semanas, los acomodé uno encima del otro. Todavía no los había soltado cuando Sam los cojió y me rozo la mano, inmediatamente la aparte, no me gustó la manera en que sentí mi estómago, y cuando subí la mirada estaba mirandome fijamente con una sonrisa seductura en sus labios, yo como respuesta me puse colorada pero rode los ojos y me reí con Yess, él seguía ahí. 

— ¿Y tú cómo te llamas?— dijo ahora completamente serio, examinamdome toda la cara.

Ese momento en el que me sentía tan segura y seguía riéndome, se fue prácticamente corriendo. No era buena hablando y menos con chicos así, no era el tipo de persona con las que tenía confianza. Yo estaba detrás del mosrador con la cabeza baja en frente de él.

— Júppiter, se llama Júppiter— dijo Yess por mí —mucho gustos, somos Juppiter y Yess—.

Él le dio la mano a Yess y yo me fui a acomodar unos libros y cuando acabe de acomodarlos mire a la puerta, Sam me estaba mirando, nos miramos fijamente tres segundos y yo segui ordenando libros.

Jamás en la vida me había sentido de esa manera y menos con un chico y no quiero volver a sentirlo, con miedo a los efectos colaterales.

Amor en el Anaquel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora