El sol se ocultaba entre las olas, el cielo se tornaba de un naranja brillante mientras campanas de boda anunciaban el casamiento del Príncipe Eric, el barco nupcial había zarpado de la costa hace ya algún tiempo. Sin embargo, en medio del que debía ser un día de pura alegría y celebración para todos, una sombra escuchaba todo en silencio, encerrado en algún lugar oscuro mientras intentaba recordar que decisiones lo habían llevado a terminar ahí.
A lo lejos podía escuchar risas, eso despertó un recuerdo en el, la verdad es que todo había empezado con risas, no suyas por supuesto, aquellas risas que recordaba sonaban como cascabeles y pertenecían a una joven sirena de cabellos rojizos que nunca podría olvidar.
Todo había empezado hace 6 años en la guarida de "La Bruja del Mar".
Era un día normal, nada parecía indicar que sería diferente de los demás días, Joe se encontraba alimentando a la pequeña "colección" de Úrsula, arrojándoles algunas algas troceadas mientras los veía estirarse y retorcerse intentando atrapar algún bocado.
Me dan algo de lástima.-pensó él en voz alta, no podía imaginar cómo alguien podía terminar así solo por intentar cumplir un deseo.- ¿Cómo es que aún hay gente que cae en sus engaños? No es por nada que la llaman la bruja del mal, todos saben que no te puedes fiar de ella.-decía él con algo de molestia mientras los miraba con desdén.
-¿Qué cosas estás murmurando Joe?.-Dijo una voz femenina que conocía demasiado bien.
Maldición, no la había escuchado despertarse, sintió que un escalofrío recorría su espalda cuando la escuchó detrás de él.
-Buenos días mi señora, mil disculpas, no la escuché cuando se despertó.- Dijo él volteándose rápidamente para hacerle una reverencia , sentía que un sudor frío se le acumulaba en la frente, sabía que ella no era el tipo de persona que dejaba pasar una falta de respeto.
-Joe, mi pequeño sirviente, no creas que no te escuché hablar sobre mí, debes aprender a controlar esa lengua afilada tuya, podría traerte muchos problemas.
Antes de que el se diera cuenta Úrsula había tirado la bolsa en la que él llevaba las algas para alimentar a los desdichados miembros de su colección. Él al instante la recogió de vuelta estirando uno de sus tentáculos mientras Úrsula lo veía decepcionada por sus palabras.
-Ay Joe, aún eres muy insolente, debería castigarte, ya tienes 11 años, ¿Es que acaso no puedes actuar como un niño grande?.-Dijo Úrsula con un tono amenazante que cambió casi de inmediato.-Pero sería una lástima castigar a alguien con una carita tan linda.-antes de que el pudiera moverse Úrsula lo había enredado en sus tentáculos, atrapándolo para poder jalar sus mejillas como solía hacer cuando quería molestarlo. Joe odiaba el contacto físico y ella era muy consciente de ello, así que ella lo apretaba con sus tentáculos, no sólo invadiendo su sagrado espacio personal, sino también apretándolo hasta el punto de que él sentía que empezaba a faltarle el aliento, mientras todo lo que podía hacer él era suplicar para ser liberado.
-Mi señora, por favor.-Dijo él sintiendo como se quedaba sin aliento, ella entonces lo soltó mientras el tosía un poco
-Joe, Joe, Joe, ya sé que vas a hacer para que pueda perdonar tu insolencia.-Joe apenas había recuperado el aliento cuando rápidamente se incorporó para escuchar sus órdenes.
-Dígame lo que desea mi señora, y yo me encargaré de todo.-dijo obedientemente.
Úrsula parecía complacida al ver su cambio de actitud así que habló con una voz más calmada.
-¿Sabes? Hace un tiempo que no puedo conseguir algo nuevo, algún accesorio que quede bien conmigo, todo lo bello está en la Atlántida-.-Úrsula entonces arrojó una caja llena de pendientes y collares al suelo, esparciéndolos por toda la cueva.-Pero hace poco tiempo un barco naufragó, los humanos a veces tienen cosas realmente fascinantes, así que quiero que vayas allí y encuentres algo único para mí; y sino encuentras nada que se vea bien, supongo que tú tendrás que adornar la cueva siendo parte de mi colección.-Ella enfatizó las ultimas palabras mientras aquellas criaturas pequeñas se estiraban intentando devorar los restos de algas que flotaban por la cueva.
ESTÁS LEYENDO
la sirena que se volvio mi luz
FanfictionJoe durante toda su vida había sido el sirviente fiel de Úrsula, hasta que un día en medio de una misión conoció a una sirena que llenaría su vida de una luz tan brillante, que lo impulsaría a hacer cualquier cosa con tal de protegerla.