Capítulo 6.- Una Consecuencia tras Otra

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Habían pasado cuatro años desde que Joe y Ariel se habían conocido, cuatro años que habían transcurrido con una relativa calma, pero ahora nubes de tormenta empezaban a rondar sobre la cabeza de Joe; esta había sido por mucho la semana más tensa en la vida de Joe, había desobedecido una orden como si nada para irse con Ariel en cuanto abrió los ojos tras recuperarse del desmayo, así que estaba seguro de que recibiría un buen castigo en cuanto volviese con Úrsula.
Cuando llegó a la serpiente marina, el sol se había puesto hace tiempo y todo el lugar estaba en completo silencio, en el momento en que la pequeña colección de Úrsula lo vio llegar todos se agacharon y empezaron a temblar, el agua se sentía helada y la única iluminación en todo el lugar eran los rayos verdosos que escapaban del salón de hechizos, Joe tragó saliva instintivamente y se dirigió hacia allá a pesar de que sus instintos le decían que debía salir de allí. Nadó hasta el salón y se asomó antes de entrar, encontrándose con que Úrsula estaba ahí, en frente del humeante caldero cuyo contenido iluminaba parcialmente la habitación, el rostro de Úrsula se giro hacia él en medio del humo y le sonrió mostrando los dientes.

-Oh conque ahí estabas Joe. -Empezó diciendo. -¿Sabes? Cuando vi que te habías desmayado tan de repente me sentí sumamente preocupada, fue una fortuna que cierta princesita estuviera ahí para socorrerte, ¿No es así? -Joe pudo sentir como se le puso la piel de gallina, “¿En qué momento se había enterado de que Ariel era una princesa? ¿Cuánto sabía ella sobre sus encuentros con Ariel?”

-Mi señora, por favor permítame explicarle-

-¡Silencio! -Los ojos de la bruja se abrieron y sus cejas bajaron peligrosamente sobre ellos, Joe enmudeció de inmediato y ella volvió a suavizar la mirada para luego sonreír nuevamente. -Todavía no he terminado de hablar Joe, pero que niño más impaciente, y yo que empezaba a creer que ya podría darte más libertad, ¡Qué decepcionante! -Ella lo miró de arriba a abajo para luego tomar un indefenso camarón de un plato que tenía al lado y comérselo de un bocado. -Mmm, ¿dónde nos habíamos quedado? Ah sí, la princesita, aquella vez cuando me pediste ayuda para ayudar a una amiga no mencionaste que fuera una princesa, tuve que enterarme por mis bebés. -Ambas anguilas se unieron a ella, nadando a su alrededor mientras veían a Joe con sus ojos amarillos briilantes.

-¿Usó el hechizo espía para verme cada vez que salía? -Preguntó con una voz temblorosa.

-No me dejaste otra alternativa, Joe, sabes que no puedes engañarme, yo puedo ver a través de tí, tú firmaste un contrato conmigo, yo te mantengo con vida a cambio de que uses esa vida para servirme y si no planeas hacerlo adecuadamente no tengo porqué continuar cumpliendo con mi parte del contrato. -Todo el cuerpo de Joe se estremeció, sintió que sus corazones latían más rápido y que su garganta se cerraba.

-Mi señora, por favor, sus órdenes para mí son absolutas, cometí un error, pero aparte de eso le he servido adecuadamente todos estos años y siempre he cumplido sus órdenes sin rechistar, por favor, permítame seguir sirviéndole. - “Por favor déjame vivir, no quiero morir ahora que finalmente estoy disfrutando mi vida, no cuando tengo a alguien tan importante para mí”-suplicaba a gritos por dentro.

-Mmm, no lo sé, podría conseguir a alguien más, alguien que de verdad quiera trabajar, alguien que valore más su vida. - Su mirada se hizo más afilada. Joe podía sentir el peso de sus palabras, como si cada una se apilase sobre sus hombros. Sintió como sus corazones se aceleraban hasta que los sintió latir en sus oidos; él ni siquiera lo pensó y fue hacia ella, casi arrastrándose y presionó su frente contra el suelo.

-Lo lamento, mi señora, lo digo enserio y-yo lamento haberla defraudado, si me da una oportunidad haré l-lo que sea para compensarle por mi desobediencia, se lo suplico, tenga piedad de mí solo por esta vez. - Estaba seguro de que iba a morir en cualquier momento; pasaron unos segundos tan largos que parecieron horas, cuando finalmente una mano acarició su cabeza.

la sirena que se volvio mi luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora