La dama negra (TRADUCCION)

Capítulo 4 : Alfard

El reflejo de Lyra está ahí, como debería estar, atrapado en el espejo sobre su cama y, sin embargo, a veces, parece como si la estuviera observando silenciosamente desde atrás. Es tonto, absurdo y, sin embargo, siempre hace que su corazón lata un poco más rápido.

Ya terminó sus deberes, dos libritos que le dieron para leer hace días, y aún así sigue sentada en su escritorio de roble, tensa.

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Y Morgana, el viejo reloj de péndulo que va y viene siempre es increíblemente molesto.

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En un rincón, bajo la luz de la lámpara, había un vaso medio lleno de jugo de calabaza y algunas tarjetas de ranas de chocolate esparcidas por allí.

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Una vez más, su mirada se dirigió al espejo, deteniéndose en la cicatriz como un relámpago centrado en su frente.

Podía quedarse allí y esperar hasta que la radio anunciara el comienzo del partido de las Arpías, que debía comenzar dentro de una hora, o no podía. Y aunque Lyra es una niña grande -lo sabe, tan valiente como su abuelo Charlus- hay una extraña sensación en el aire en este momento.

Si bien Grimmauld Place suele ser una casa muy hogareña, a veces la magia oscura de su familia se hace escuchar. Las barreras, las cosas extrañas en los estantes de la biblioteca, no le harán daño, pero son muy oscuras.

Y es por eso que sólo unos minutos después la chica de cabello oscuro se levantó y comenzó a bajar las escaleras, aunque se suponía que no debía hacerlo.

No es una de sus mejores ideas, de verdad. Kreacher siempre sabe todo lo que sucede en la casa en un momento dado, pero, si es necesario, unas cuantas lágrimas falsas harán maravillas para sobornar al elfo. También suele pasar su tiempo libre en el ático clasificando sus cosas viejas y extrañas, así que...

Sí, debería ser bastante seguro.

Miró a su alrededor y, como efectivamente parecía que todo el piso estaba vacío, se acercó a la puerta de la sala.

"... y eso no cambia el hecho de que la última vez que lo viste-" Lyra se acercó aún más, tratando de entender mejor el desordenado revoltijo de palabras que venían del otro lado, " -hace años- "todo era tan amortiguado, " -y no digo que estés equivocado, sólo que en esos cinco años que no lo viste todo pudo haberle pasado de manera realista-"

Al arrodillarse, el suelo se sentía duro contra sus pequeñas piernas, su oreja derecha ahora prácticamente pegada al ojo de la cerradura. No es que le importara particularmente lo que se decía, pero escuchar las voces de su familia estaba haciendo maravillas con su respiración ansiosa.

Y allí permaneció, al menos durante unos minutos.

"¿Espiando a escondidas otra vez, pequeña águila?"

¡Caray!

Rápidamente se volvió hacia la voz familiar -y divertida- de su tío.

Simplemente perfecto, sorprendida con las manos en la masa haciendo algo que se suponía que no debía hacer. Pero el tío Alphard estaba sonriendo, al menos, sentado pacíficamente en el lienzo de Orión del tío -el que da a la puerta de la sala- y eso le dice a Lyra que había estado allí al menos por unos momentos.

"Yo no estaba..." aún así la niña trató de disculparse, sólo para detenerse tan pronto como su tío levantó una ceja puntiaguda.

Sintió que sus mejillas enrojecían de vergüenza.