En el bosque, mientras Garou Cósmico yacía inconsciente, las plantas cercanas comenzaron a marchitarse rápidamente debido a la radiación de su transformación. Una presencia astral se manifestó, revelando su presencia desde las últimas peleas, acechando desde las sombras. Con su poder infinito, Dios se acercó a Garou y comenzó a ejercer su control sobre él con una facilidad pasmosa. Al tomar el control por completo, el avatar de Garou se levantó del suelo con una gracia sobrenatural, su mirada se dirigió hacia la ciudad que se extendía a lo lejos. Sin emitir palabra alguna, extendió la mano hacia el horizonte y un poder destructivo comenzó a acumularse a su alrededor.
Con el ataque de Dios, un terremoto sacudió las otras ciudades, provocando que algunos edificios no aguantaran y se destruyeran, cobrando varias vidas inocentes. Blast, de camino a la escuela, percibió el sonido de la destrucción y a la vez el terremoto. Se dio cuenta de que no era un fenómeno natural. Sin dudarlo, saltó a la atmósfera, su visión captó desde lejos el caos que consumía las otras ciudades. Después de aterrizar, se lanzó hacia allí con gran velocidad, determinado a detener la amenaza.
Mientras Blast se aproximaba al epicentro del desastre, los sobrevivientes del terremoto corrían aterrorizados, tratando de ponerse a salvo. Blast avanzaba con determinación, preparado para enfrentar a este posible enemigo.
En ese momento, Dios contempló su obra destructiva desde la distancia. La satisfacción de Dios se manifestó en su expresión, ya que con este cuerpo podrá liberarse al fin de su forma original.
Blast, quien había visto a Garou desde lejos, quedó petrificado al presenciar la destrucción desde la distancia. Un nudo de preocupación se formó en su estómago mientras veía impotente cómo la ciudad era engullida por el caos desatado por Garou.
Finalmente, llegó al lugar donde Garou yacía, ahora bajo el control total de Dios. La presencia divina era palpable en el aire, y Blast se preparó para enfrentarse a la entidad que había manipulado a Garou.
Dios, en su forma etérea y majestuosa, miró a Blast acercarse. No esperaba encontrarse con su némesis, pero estaba algo relajado ya que venía solo.
"Blast, has llegado en un momento crucial. Mis planes están en marcha, y con este cuerpo podré liberarme, pero antes de ello, debo eliminarte primero", declaró Dios.
Blast escuchó con atención, su mandíbula tensa mientras mantenía su postura frente a Dios. "No permitiré que uses a Garou o a cualquier otro para tus propósitos oscuros", respondió con firmeza. "Este mundo merece ser libre de tu influencia".
Dios sonrió con benevolencia, pero había un destello de desdén en sus ojos divinos. "Tú y yo sabemos que tus palabras son solo un susurro en el viento, Blast. Ahora solo yo prevaleceré mientras que te torturaré por la eternidad".
La tensión en el aire era palpable mientras Blast y Dios se enfrentaban, cada uno decidido a defender sus propias creencias y principios. El destino del mundo pendía en la balanza, y en medio de la oscuridad y la luz, una batalla estaba a punto de desatarse.
Garou, con su primer movimiento, utilizó su habilidad para crear un portal interdimensional. Desapareció momentáneamente de la vista de Blast, solo para reaparecer detrás de él con un golpe certero.
Sin embargo, la rapidez de Blast fue igual a la de su oponente. Con reflejos agudos, Blast logró esquivar el primer golpe de Garou, aunque el impacto resultante provocó un temblor que sacudió el suelo bajo sus pies. La tierra retumbó con la fuerza del choque, pero Blast permaneció firme, listo para responder.
Con determinación en sus ojos, Blast contraatacó con un golpe de gran alcance, enviando a Garou hacia al espacio con una fuerza impresionante. Garou se vio obligado a retroceder, luchando por mantener el equilibrio mientras el impacto de la onda expansiva lo sacudía.
Sin darle tiempo para recuperarse, Blast aprovechó la oportunidad y se lanzó hacia Garou con una velocidad sorprendente. Antes de que Garou pudiera reaccionar, Blast se abalanzó sobre él, agarrándolo con fuerza mientras los dos aterrizaban en la luna. Sin embargo, Garou logró liberarse y contraatacar, acertándole otro golpe a Blast antes de alejarse, dando inicio a otra intensa pelea.
El choque de los dos titanes resonó en el espacio circundante mientras los dos luchadores se estrellaban contra la luna con una fuerza abrumadora. La superficie lunar tembló con la fuerza del impacto, enviando escombros y polvo lunar volando en todas direcciones.
Con la luna destrozada por el gran choque, la situación se volvía cada vez más desesperada para Blast y Garou. Pasaron varios segundos y la luna ya estaba en pedazos, los escombros se dirigían rápidamente hacia la Tierra. El tiempo apremiaba, y Blast se quedaba sin oxígeno, luchando por mantenerse consciente mientras sus pulmones clamaban desesperadamente por aire fresco.
Con un esfuerzo sobrehumano, Blast intentó reunir sus fuerzas para dar un salto hacia la Tierra, donde podría encontrar el aire necesario para sobrevivir. Pero en medio de su lucha por la vida, Garou, controlado por la oscura influencia de Dios, se abalanzó por detrás, agarrándolo con fuerza.
Blast sintió el agarre firme de Garou mientras era arrastrado hacia un destino desconocido. Con un movimiento rápido, Garou saltó hacia el espacio, dirigiéndose hacia el planeta Marte con una determinación implacable.
Mientras la distancia entre ellos y la Tierra aumentaba rápidamente, Blast luchaba por mantener la conciencia. Su visión se nublaba y su fuerza comenzaba a menguar, cada vez más cerca del punto de desmayo.
En medio de su debilidad, Garou, controlado por la oscura influencia de Dios, se burlaba de Blast, aprovechando su situación desesperada para socavar su moral aún más. "¿Qué pasa, héroe? ¿Te falta el aire?" se mofó Garou, su voz resonando con un tono cruel y burlón.
Blast apenas podía mantenerse en pie, sus sentidos embotados por la falta de oxígeno. Sus pulmones ardían y su mente se volvía borrosa mientras luchaba por mantenerse consciente en medio de la implacable presión del espacio.
Cuando Garou estaba a punto de propinarle una paliza a Blast, un portal se abrió detrás suyo. De repente, dos seres emergieron de él: uno le lanzó una poderosa patada en la cara a Garou, mientras que el segundo desplegó un dispositivo especial y lo arrojó directamente hacia Garou. Este dispositivo, al entrar en contacto con el portal creado por Garou, no explotó como se esperaba; en cambio, generó un agujero negro que absorbía todo a su alrededor.
Garou, sorprendido por esta repentina transformación, intentó retroceder, pero el agujero negro lo atrapó antes de que pudiera escapar. Con un destello de pánico en sus ojos, Garou fue arrastrado hacia el vacío del agujero negro, sellando temporalmente su destino.
Mientras tanto, los dos misteriosos salvadores se apresuraron hacia Blast, quien yacía casi inconsciente, y lo tomaron del brazo, arrastrándolo hacia el portal que habían creado.