Podría haber contado con una mano los momentos en los que la felicidad pura se había apoderado de sus regordetas mejillas dibujando una sonrisa que lastimaba su rostro.
Le pasaba cuando su padre Miguel solía llevarla por un helado tras haber acabado sus deberes con éxito y le permitía llevar no uno sino dos bolas grandes de helado de fresa y galleta.
Le pasaba igual cuando su madre Graciela horneaba por las tardes y la llamaba.
Sabía que le permitiría lamer el contenedor con los restos de la chocolatada mezcla.
Casi podría jurar que la misma sensación se apoderaba de su cuerpo cuando su madre se encontraba lo suficientemente cansada como para preparar la cena y ordenaban pizza.
Más lo que sentía en aquel momento daba por sentado que no se trataba de felicidad. Quién era el niño que ahora tomaba sus plumones favoritos?
¿Porque se encontraba justo en el lugar donde su padre se sentaba cada noche para ayudarle con sus deberes?
¿Porque su madre la había obligado a vestir un pomposo vestido verde vómito con aquellos infames calcetines de volantes?
¡Lo que era aún peor la había obligado a usar dos coletas! A ella, quien no soportaba la sensación desigual que la cantidad de cabello mal distribuido generaba sobre su cuero cabelludo.
Se debía acaso al niño que ahora masacraba sus plumones sobre su...
¡Oh no!
¿Era ese su libro para colorear de princesas Disney?
No lo sabía, sin embargo, alguien debía pagar el crimen de haber coloreado a Bella de azul cuando claramente era amarilla.
Más tarde podría decirle a su madre que la culpa no era suya. Si no del muchachito.
Poco le importaba que su madre hubiera preparado uno de sus pasteles tan famosos o que la merienda de esa tarde fueran pasteles rellenos de carne. Su favorito.
Sus pies la dirigieron en línea recta hacia donde ahora el pequeño apuñalaba su plumón marrón favorito sobre el cabello de Bella, sus ojos se posaron en el angelical rostro del castaño por un segundo dudo obligando a su pequeña mano a congelarse en el aire.
Sus plumones merecían una venganza adecuada.
Su madre le había dicho que no debía aceptar los abusos de otro. Pues bien, aquello no era un abuso, pero la pobre Bella ahora tenía un vestido azul. Debía contar al menos como un crimen.
- Ehm!- chillo en busca de la atención del castaño - Vos estás coloreando todo mal nene -
Un vistazo rápido se posó entre sus dos coletas antes de sonreír burlón. Había sido ignorada olímpicamente.
No lo pensó demasiado.
El cabello castaño del chico ya se encontraba entre sus manos cuando el grito del niño se hizo presente en la sala.
La pequeña no sabía dar puñetazos, pero claro que había tironeado del cabello a su hermana en las incontables ocasiones en las que discutían.
Sus pequeñas manos zarandeaban los cortos cabellos castaños del mayor.
- ¡MAMI! ¡MAMA! MAMA! - chilló el niño antes de que los pasos de ambas madres resonaran por la sala.
- ¡Carla! Soltalo! En esta casa no golpeamos a nuestros amigos - regaño su madre antes de tironear su brazo en un fuerte intento por separarla del pequeño.
- ¡Pero él no es mi amigo! - chilló la niña antes de intentar regresar por su cabeza.
Aun para una pequeña como ella. Pensó que su voz, a pesar de ser tan aguda como la suya, era tierna.
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𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | Matías Recalt |
FanfictionMatías Recalt había regresado a su vida tan estrepitoso como lo haría un rayo, sin un previo aviso, con la luz suficiente para cegarla, y la capacidad para calcinarla si se mantenía demasiado.