I. Hace mucho tiempo...

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Fue inevitable...

- ¡Por favor no me dejes!, ¿okey?, lo lamento, lamento no haber estado ahí para ti todo este tiempo, enserio, lo lamento. Te lo ruego, yo, Feng Sheiro, el Dios de las Armas, te ruego y te imploro que no me dejes...

Aquella persona soltó un largo suspiro, se estaba desvaneciendo poco a poco ya no podía aguantar, quería descansar, pero lo hecho, hecho estaba, ya no había vuelta atrás.

- Tienes que aceptarlo Sheiro, tengo que irme... No aguantaré más si sigo así. Suéltame.... Por favor... No hagas esto más doloroso...

Ya no podían mantener el contacto visual, era doloroso para ambos, los recuerdos invaden sus mentes, habían muchas experiencias que con tan solo mirar al otro podían comunicar lo que sus palabras no podían, tantas eran las emociones que ambos corazones estaban experimentando que se estaban rompiendo en mil pedazos.

Ella no quería, no debía... No.... No podía, su simple existencia era dolorosa, él se aferraba a aquel pasado que los unió pero que al mismo tiempo los separó.

Tiempo... El tiempo es muy complejo, ¿no es así?, cuando haces algo que te hace feliz, cuando pasas tiempo con las personas especiales para ti, nunca estás pendiente al tiempo, solo dejas que todo fluya pero quieres que nunca termine, lo mismo pasaba para estas personas, cuando estuvieron juntos, nunca estuvieron pendiente de todo el tiempo que pasaron, solo se dejaron ser, cuando su unión se expandió fueron conocidos cómo el estándar de una relación ideal, pero... Hasta esa relación que parecía bendecida por los mismos dioses, por estos mismos fue que su amor llegó a su fin.

Varios sentimientos estaban a flor de piel en sus corazones, tanto que con lágrimas se despidieron, y cómo último adiós, aquel Dios se despidió de su Diosa, pero al querer besar sus labios por última vez, la Diosa ya se había desvanecido... Aquel Dios soltó un grito y un llanto tan desgarrador que hasta los mismos dioses, pudieron llegar a sentir su dolor, ellos sabían cómo era perder a alguien, ellos sabían el dolor tan inmenso de un dios al experimentar la pérdida de su compañero de vida.

Su mente se llenó de recuerdos pero había uno que él atesoraba demasiado, todavía recordaba cuando aquella mujer se mostró ante él en camino al altar, todavía recordaba cuando fue la primera vez que se conocieron... Esos dos recuerdos, quedarían grabados en su mente por toda su vida y por el resto de la eternidad. Taizi Dianxia, el gran Emperador Celestial, arribó a la escena pero solo logró ver al hombre llorando por la pérdida de su amada, cuando llegó pensó lo peor y con todo el temor del mundo preguntó: "Sheiro... ¿Dónde está?... ¿Dónde está mi hija?". Él con un dolor tan inmenso, su corazón ahogándose en un mar salvaje y tenebroso, su mente recordando fragmentos de su vida a su lado, con ojos llorosos y voz temblorosa respondió...

-Lo siento, su Majestad, no pude... No pude protegerla... Merezco el castigo divino, no imploro perdón porque fui débil al intentar protegerla...

El Emperador, aún sabiendo que esa podía ser la respuesta, se dejó caer al suelo, sus piernas dolían, todos pasaron tanto tiempo en batalla... Su hija... Solo pudo pensar en su hija, cuando su esposo llegó a su lado y se hincó a su lado para poder abrazarlo.

-San Lang... Ella se fue, nuestra hija murió...

Y con esto dicho, las nubes se tornan grisáceas y una gran lluvia de sangre inundó lo que fue momentos antes un campo de una temible e infernal batalla. Solo había dolor en sus corazones, ya no estaba... Ahora... Tuvieron que afrontar la realidad. Y así fue cómo la gran Rén Kira, la Calamidad Suprema, Diosa Sanadora y Protectora, murió en batalla... En los brazos de su amado esposo.

La Separación Que Los UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora