II. Cuando te conocí

4 0 0
                                    


"Ni siquiera pensaba en poder encontrarte, pero tus ojos me atraen como imán, tus labios me hipnotizan y tu sonrisa me emborracha como si no hubiera un mañana. Cada día me levanto viendo tu cara cual diamante, podría ser un dios, pero no podría serlo sin ti, mi diosa. Siendo un simple mortal o siendo un oficial celestial, siempre te alabaría como la diosa que eres, la diosa que cumple cada una de mis peticiones. Y con este mensaje te deseo buenos días, mi amada Kira. Recordándote que este esposo tuyo siempre será tu más fiel y creyente devoto de usted."

La nombrada se encontraba sentada en un restaurante, leyendo una nota que su amado le había dejado en el buró de su cama... Un día antes de que se fuera... Sacudió su cabeza haciendo que los malos pensamientos desaparecieran. Miró hacia donde estaba su amigo sentado en la barra esperando las bebidas que habían ordenado previamente, luego miró su plato de comida, el cual tenía arroz y unos bollos de carne. Suspiró, guardando la nota en las mangas de su túnica, empezando a comer con tranquilidad, hasta que escuchó la voz de su animado amigo.

"¡Ya llego por quién lloraba, reina mía!" Dijo mientras llegaba con las bebidas en mano y dando algunos saltos hasta llegar a donde estaba su amiga. "¿Qué pasó, mi serpiente deslumbrante?, ¿me extrañaste?" Preguntó con un tono juguetón, mientras le codeaba el brazo a Kira. Se sentó enfrente de ella cruzando sus brazos frente a su pecho. "¿Volviste a leer la nota, verdad?, ya te he dicho que dejes de leerla. Recordarlo y recordar sus pertenencias, no te ayudará en nada." Dijo extendiendo su mano. "Dámela, te la devolveré cuando acabes de comer..." Vio como Kira lo miró seriamente y de inmediato retiró la mano. "Okey, okey, ya entendí, ya entendí, solo... Solo no la leas cuando comes, no te quiero ver deprimida. Es importante comer con un buen humor para degustar su exquisito sabor." Dijo para luego probar el primer bocado mientras sonreía ampliamente.

Ambos amigos comieron disfrutando del cómodo silencio. Desde hace dos siglos siempre se reunían se reunían para compartir su comida disfrutando de la compañía mutua, a pesar de haberse conocido y pasar los primeros años teniendo una relación tensa, debido a que Kira le hartaba el comportamiento vanidoso y su cobarde comportamiento al tenerse que enfrentar a algún espíritu, lo que provocaba que Kira tuviera que protegerlo. Ya que después de un tiempo de haber ascendido al Reino Celestial, en una misión, tenía que ir acompañada del Dios del Agua, por lo que ella había emprendido camino encontrándose con Yǒuyì, intentando agarrar el abanico perfecto para poder ir a la misión en paz.

Se pasaron la tarde comiendo y bebiendo. Al caer la noche emprendieron camino hacia la posada en la que se han estado quedando por la última semana, al llegar a su habitación compartida, ambos se dirigieron a su respectiva cama, deseándole buenas noches al otro.

Al día siguiente, ambos amigos emprendieron camino hacia el templo del dios del Viento, caminaron con tranquilidad hasta la entrada del templo, donde vieron varios devotos inconscientes y la puerta semi-abierta, por lo que ambas personas se prepararon para atacar, así que aquel de personalidad vanidosa hizo un movimiento con su abanico de color verdoso, que provocó que aquellas puertas, las cuales tenían los colores verdes, azules y negros resaltaban con pequeños detalles en oro y plata, se abrieran abruptamente.

La escena los dejó paralizados, la estatua de plata, tenía un líquido rojizo encima, cuya distancia iba desde la estatua hasta la puerta y algunos devotos que yacían tirados en el piso con varias heridas, de lo que parecían ser garras. Tanto Kira como Yǒuyì observaron la escena recordando de quien puede pertenecer esas marcas, solo había una persona capaz de crear esas marcas cual zarpazo de oso, Rén Bèipàn.

"Quédate aquí, avisa al Emperador de esto." Dijo la del cabello negro con difuminado rojo hacia las puntas para luego correr fuera del templo desapareciendo en mariposas fantasmas color carmín. Dirigiéndose a un lugar completamente diferente al que ella le había ordenado previamente a su amigo de cabello café oscuro. Cuando llegó al bosque que se ubicaba un poco lejos, llegó a un árbol casi tan viejo como el tiempo mismo, y realizó una formación mágica que solo aquellos con el permiso obtenido del gobernante podrían hacer, así que cuando su mano derecha tocó la formación, desapareció dejando un rastro de ceniza.

La Separación Que Los UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora