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El cansancio se apoderaba de cada centímetro de su cuerpo, sus párpados pesaban con inmensidad, como si no hubiese dormido nada en la noche.

Y es que era así.

Sunghae no podía conciliar el sueño durante las noches, no desde que aquel hombre dejó de aparecer en sus fantasías nocturnas. Llevaba aproximadamente un mes desde el último encuentro que tuvieron desde la dichosa fiesta a la que fue y esto realmente tenía mal a la fémina.

Entre la aburrida monotonía de su clase, ella luchaba contra la desconcentración que tenía durante la misma. Cada palabra que decia su profesor se volvían un susurro distante e indescifrable.
La ansiedad le había envuelto por completo, sus madrugadas de insomnio no le favorecían en nada. El vacío de su pecho se agrandaba conforme recordaba el tacto de Jeon Jungkook sobre su piel.

Cada una de sus acciones carecía de vitalidad, su alma deambulaba sin un propósito en la vida; la fémina logró perder esa chispa de emoción que alguna vez tuvo. La emoción se extinguió, dejando un rastro de apatía en el camino.
Su lienzo escaseaba de color, era como si estuviese muerta en vida; los sentimientos reprimidos ya se habían acumulado en su ser, necesitando únicamente algo que la desplomase en su totalidad.

Odiaba despertar sin la cálida presencia del hombre que irrumpía en sus sueños, aquel que le hacía creer que su vida no era tan mala como lo parecía.

Odiaba sentirse incompleta.

Algo le faltaba, algo necesitaba para sentirse bien por siquiera unos pocos instantes, y era triste que cuando creyó haberlo encontrado, lo perdió. Sunghae había creado una dependencia emocional hacia algo o alguien que ni siquiera existía.

El timbre resonó por la escuela, los alumnos salían de las aulas, algo exhaustos por el agotador día que habían pasado. Sin embargo, Sunghae parecía no importarle eso, en realidad ya no le daba importancia.

Su estado de ánimo preocupó demasiado a su mejor amigo, quien jamás la había visto de esa manera. Fue el único que se tomó el tiempo para preguntar si se encontraba bien...

—— Hae... —dijo Yoongi, posando su mano sobre el hombro de la chica para detener su paso— Tenemos que hablar.

La fémina volteó a ver a su amigo, con los ojos cansados y quizá algo hinchados por haber llorado la noche anterior.

—— Te he dicho que estoy bien, Yoon —respondió ella, sabiendo de lo que quería hablar el chico— No tienes de que preocuparte.

—— Sabes que algo está mal, ambos lo sabemos —inquirió él, negándose a dejarla ir.

Sunghae expulsó un gran suspiro, pareciendo que era su último aliento. Y en su mente avivó un recuerdo de algo que le había mencionado su amigo meses antes, quería una alternativa para el sufrimiento que la carcomía por dentro.

—— Yoongi... —desvió su mirada hacia otro lado, sintiéndose algo apenada por lo que estaba a punto de pedir— ¿Aún... —detuvo su habla, recapacitando si en verdad quería decirlo— ¿Aún tienes de eso que consumiste hace meses?

El chico le había contado que a mediados del año probó alucinógenos que le hicieron relajarse intensa e instantáneamente.

—— ¿De qué me estás hablando, Hae? —cuestionó Yoongi, algo dudoso por la respuesta de la chica.

—— Ya sabes... —rascó el dorso de su mano, dejando unas marcas rojas sobre la misma— Las drogas.

El chico agrandó sus ojos con sorpresa, no podía creer que su amiga le estuviese pidiendo eso, mucho menos de la nada.

ONEIRIC   |   Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora