◦•●◉♰ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈 ♰◉●•◦

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Al regresar, separó unos cuantos euros para ella y los demás se los entregaría a Giovanni. Se hacía demaciadas preguntas ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué la ayudaría? ¿Querría algo más?
Todas sus cuestiones fueron espantadas cuando su jefe salió a recibirla.

-Hasta que llegas, entra- gruñó.

-Traigo el dinero, aquí esta- con un tono frío le espetó -Ahora dejame dormir quieres-

Le arrojó el dinero mientras se dirigía a su habitación, se tumbó en la cama mientras pensaba en lo que había pasado. Ni si quiera le había dado su nombre o algo así; pensaba que estaba en desventaja pues aquel tipo sabia su nombre, o al menos parte de él.

<<Calma Alexia, no pasa nada>>

Se intentó calmar mientras volvía a intentar dormir.
A la mañana siguiente tenía algo de trabajo con las chicas nuevas, varias no sabían dónde trabajarían y otras solo tenían nervios de principiantes.
Alex se encargó de vigilar que estuvieran en su lugar mientras recorría la ciudad; a lo lejos encontró a Melody, una chica rubia de ojos claros y mucho más a gusto con su trabajo que Álex.

-Milagro verte por aquí dulzura- canturreó.

-Melody, creí que te habían enviado a otra calle- Alex la abrazó.

-Nah, prefiero estar aquí, en las noches puedo sacar más de aquella fuente y estar sola un rato- señalo con la cabeza una fuente en medio de la piazza.

Al darse cuenta de donde estaba se le revolvió el estómago, delante de ellas estaba aquella iglesia, de la cual había salido aquel hombre. La joven rubia noto su cambio repentino de comportamiento y le tocó el hombro.

-Cielo ¿estas bien? - sonaba algo preocupada.

-Sí, sí estoy bien- miro a los lados buscándolo.

-¿Paso algo de lo que no me haya enterado?-

-No, solo... Dame un minuto- Alexia camino hacia la puerta de la iglesia.

No entró directamente pero si entreabrió la puerta, era un lugar bastante amplio; la arquitectura bastante gótica a decir verdad pero con un toque levemente renacentista. Al mirar dentro se fijó en los distintos vitrales que había dentro, los colores reflejaban luces sobre los asientos mientras que el altar estaba decorado con un Cristo crucificado de unos dos metros y poco más. De cada lado había otra imagen, una Virgen María, un Judas Tadeo y un San Pedro.
Frente al altar había una persona, la figura de un hombre que rezaba arrodillado frente a aquel mueble hecho de oro puro. Alexia decidió entrar, no había nadie así que con cuidado de no hacer ruido cerro la puerta; camino sigilosamente hasta el frente del auditorio.

Por su parte el hombre la noto al entrar, sabía quien era así que se limitó a seguir rezando.
Al sentirla a su espalda se persignó y se puso de pie.

-No creí verte tan pronto-

No respondió.

-¿Cómo te va?- bajo las escaleras para acercarse.

-¿Quién eres?- Alexia no dudó en preguntar.

-Yo muy bien, gracias- le sonrió.

-Responde, ¿Quién eres?-

-¿Vienes sola? -

-Sí- se preguntaba que tenía que ver eso

-Bien, mi nombre es Carlo Biannci-

Ahí fue cuando se dio cuenta, conocía ese apellido.
Los Biannci eran una familia asquerosamente rica la cual controlaba los movimientos criminales más grandes de todo Nápoles. Carlo no era cualquier Biannci, era EL Biannci; la cabeza de aquel Imperio en ese momento. El trabajo en una iglesia no era para nada lo que ella esperaría para esconder su identidad, pero era lo suficientemente bueno como para que "el padre Carlo" fuera bien conocido por sus buenas acciones.
Alexia se quedó callada, espero a que el volviera a hablar, cosa que tardó un poco mientras que el hombre la estudiaba, para su sorpresa sin ser morboso.

-Así que, vas a responder mi pregunta ahora ¿verdad? -

-Me va bien, gracias- se sentó en uno de los reclinatorios.

-Me alegra saber eso- la sonrisa de Carlo era cálida -¿Te sirvió lo que te di? -

-Sí bastante- algo avergonzada respondió -Muchas gracias, ¿te debo algo? Después de todo esto es una tapadera ¿no?-

-Oh no, tranquila- rió levemente -Realmente soy un hombre devoto a la fé-

-Vaya, eso no era lo que esperaba- lo miro perpleja.

-Lo se, pero así son las cosas-

Carlo había estudiado cada facción del rostro de la joven, aquel hermoso cabello negro que le recordaban a las plumas de un cuervo; sus gélidos ojos azules los cuales veía en sus más profundos y secretos sueños desde que la vió por primera vez; sus labios, siempre rosados a pesar del frío de aquella temporada.
Él no quería admitirlo, pero Alexia se había convertido en una hermosa tentación para él.

-Por cierto, señorita, me gustaría saber ¿Qué edad tiene? -

-Tengo... ¿De que edad me veo padre? -

-Pues, ¿quizá en tus veintidós?- buscaba un pero para dejar de pensar en ella.

-Tengo veintiséis, recién cumplidos si no mal recuerdo- Miró al hombre, ¿por que quería saber?

-¿No esta segura?- la miro extrañado.

-Deje de contar desde que cumplí veinte- admitió.

Alexia se levanto y se acerco al hombre curiosa, tenia muchas preguntas para el, y mas aun ahora sabiendo quien era. Carlo al notarlo la miro y se apoyo en un reclinatorio.

-¿Por que le intereso tanto padre? Solo soy una prostituta- El semblante de la joven esperaba una respuesta mala.

-Porque tu historia es mas compleja de lo que piensas, ¿Cuál es el nombre de tu padre?-

Su padre, hacia años que no lo recordaba, un pequeño recuerdo llego a ella en ese momento, como un flashazo; una noche lluviosa mientras su medio hermano jugaba con ella en casa de su padre, del que no supo mas.

-Massimo, Massimo Denaro- dijo con la mirada perdida.

-¿Y tu madre?- se cruzo de brazos mientras la miraba, esperaba tener alguna pista que ella pudiera conocer.

-Donatella, pero no se su apellido, mi padre dejo a mi madre cuando ella estaba embarazada de mi, bueno y esto, ¿a que va?- 

-¿No tienes idea de lo que tu padre hace? bueno en ese caso entonces tengo el camino libre para iluminarte Alex- sus ojos denotaban compasión. 

-Mira no lo se, me dejo con el malnacido de mi padrastro y no lo quiero ver, así que lo que sea que quieras decirme sobre lo que crees que sabes sobre mi, adelante-  trago saliva y escucho la puerta abrirse. 

-¡Alex! dios mío aquí estas, te esta buscando, no se ve contento- la voz de Melody retumbo en el lugar.

Un escalofrío le recorrió la espalda, cuando no estaba feliz se desquitaba con ella, salió disparada de la iglesia y tomo el resto del dinero que Carlo le dio para poder compensar la perdida de tiempo, pero fue muy tarde.

Llego a casa algo agitada y lo miro, el hombre tenia un semblante de cólera pura. Alexia respiraba algo nerviosa cuando noto que su padrastro había bebido, con suerte solo se acostaría con ella y la dejaría en paz. 

-¿Me buscabas?- su voz temblaba como el resto de su cuerpo. 

-Me vas a explicar que hacías con ese Biannci, y espero que sea una buena explicación- 

Tomo el puñal que tenia el la mesa  se lo coloco en la mano, Alexia no supo cuando ni como, pero sintió el golpe en su mejilla, luego una patada, luego otra y otra hasta que no podía moverse en el suelo, su padrastro la saco de la casa a jalones y patadas hasta que la dejo en la banqueta, con el vestido medio roto, el rostro golpeado y lleno de sangre. 

Santos y pecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora