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|୨The baby is a boy, Hal୧| • • • Estabas en la luna de emoción cuando supiste que estabas embarazada del próximo Rey de Inglaterra, incluso si Hal estaba convencido de que ibas a tener una niña, sabías que era un niño, no podrías haber pedido nada más... en el tiempo que fue.
Ahora que tu estómago crecía lo único que querías era que el principito saliera ya. Te sentías como un extraño en tu propio cuerpo. La mitad del tiempo ni siquiera lo sentías como tu cuerpo, sólo un pequeño horno cargando a un bebé.
Ya nadie te respetaba, la cantidad de veces que te tocaban en un día te daban ganas de apuñalar a alguien. O cuando empezaste a hacer tus tareas habituales y alguien te sugería una siesta. Te molestaba muchísimo que te sintieras cansada, pero no tenían derecho a decirte qué hacer, después de todo eras la Reina.
Y Hal era el peor de todos. Siempre frotándose el estómago, asegurándose de no estar de pie. Incluso puso un pequeño taburete frente a tu trono, como si ya no te permitiera estar en la reunión.
"A veces tienden a ser un poco asesinos y eso no es bueno para nuestra princesa", decía cada vez que te quejabas.
No sabías que podías tener una relación tan amorosa y de odio al estar embarazada, tu madre se olvidó de mencionarlo cuando habló y habló de que habías tenido hijos cuando eras más joven.
La peor ofensa fue la ropa, nada te quedaba bien, ya nada te hacía sentir cómodo. No te sentías como la Reina de Inglaterra, te sentías poco atractiva, repugnante y como una ballena varada. Tenías ganas de arrancarte el pelo todos los días, eras miserable cuando querías ser feliz.
Querías un bebé más que cualquier otra cosa, querías un bebé con tu marido, que alguien lo separara y te separara de ti. Ninguno de los dos tuvo los mejores padres, pero ambos querían tener hijos y criarlos fuertes, compasivos y felices.
"Tal vez podríamos probar con otro vestido, alteza", preguntó su sirvienta tentativamente mirándose entre ustedes en la pila de vestidos en el suelo de su dormitorio.
La ignoraste mientras caminabas frente a tu armario. A cada momento echabas un vistazo a la ropa ofensiva, te burlabas y caminabas un poco más. Se notaba que sus doncellas se estaban poniendo ansiosas, pero no podía fingir que les importaba en este momento.
