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—¿Qué.... acaba de pasar?— Twilight no comprendía nada. Estaba nerviosa, jugueteando con sus manos con nerviosismo. ¿Qué había pasado? ¿ACASO LE GUSTABA? Esas preguntas se mantenían encerradas en su mente, y no podía evitar volver a pensar: ¿Qué había ocurrido? Su mente se llenaba de estas ideas mientras salía de la oficina de la directora. Estaba tan distraída que no se percató de que ya habían personas en los pasillos, y una de ellas, se chocó contra ella.
Twilight se quejó y casi cae al suelo, pero antes de que eso ocurriera, unas suaves y delicadas manos la atraparon.
—¿Estás bien?— era Luna.
—¡Oh, perdone!— se disculpa rápidamente. No quería tener más problemas con maestras, directoras, subdirectores... ya estaba arta. No quería saber más nada de problemas. Luna la mira, observa su cabeza desalineado por el viento y los acomoda, acariciando con cuidado su cabeza.
—Ten cuidado ¿Si?
Los toques tan cercanos de Luna hicieron que su rostro se tornara rojo. Twilight quedó embobado, Luna no era tan fea.Viéndola de cerca, era una mujer hermosa y con una elegante figura. Twilight, ¿Qué haces pensando eso? Su voz era dulce, tranquila... Dios, no podía evitar pensar en aquello.
—¡S-sí!
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—¿Y cómo te fue en dirección?— pregunta con curiosidad su hermana, Twiley. Eran gemelas, por lo tanto eran idénticas, aunque Twiley llevaba lentes y una coleta siempre.
—Bien...– Twilight al principio no supo qué responder, pero luego optó por lo más sencillo: fingir que nada raro había pasado.
Su hermana la conocía bien, por lo que se dio cuenta al instante que algo raro pasaba. Twilight estaba rara ante sus ojos, parecía distraída y eso era muy raro en ella.
—Mmh...— con curiosidad, Twiley llevó su mano a su barbilla y se puso pensativa.
