Capricho

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No sabe por qué lo hace, solo sabe que es lo que ella desea y nada hará que cambie de parecer.

Cada día es la misma rutina, levantarse, desayunar, dar de comer al gato, arreglarse e irse a trabajar. Cada día es la misma cosa que ella hace para aparentar "normalidad" de ser una mujer digna, una mujer de hogar "hogareña" que cuando llegue el momento estará lista para cuidar a su futuro esposo, una mujer que tiene que tener por carga la tediosa tradición de su familia que consiste en ser una esclava, reprimida y sumisa para el hombre que la poseerá, porque no solo es contraer nupcias con un hombre el cual elegirán tus padres, si no, que es obedecer a todo lo que él diga sin rechistar palabra alguna.

Siempre tuve ideas y pensamientos diferentes de los que me inculcaban en casa, nunca creí ni estuve de acuerdo con las clases de enseñanzas que nos daban mis padres a mis hermanas y a mí por eso siempre me consideré la oveja negra de la familia, ya que mis hermanas cumplían al pie de la letra cada una de las tradiciones e imposiciones que nuestros padres nos enseñaban, era muy agotador y frustrante vivir así, callada, sin expresar nuestras opiniones, ni decir nuestros gustos o que queríamos para nuestro futuro; nuestros padres ya lo tenían planeado todo para nuestra vida.

Hoy con 22 años vivo sola. Al principio mis padres no estuvieron de acuerdo con el hecho de que me quedará sola, ya que siendo viuda a tan temprana edad no sería bien visto ante la sociedad. Hubo muchos rumores acerca del repentino fallecimiento de mi "Querido esposo" pues nadie se podía explicar cómo un hombre joven lleno de salud muriera tan repentinamente. Al venir de tan prestigiosa familia ni siquiera fui vista de forma sospechosa, simplemente fui "La joven viuda que amaba a su esposo y que por trágico acontecimiento había quedado traumada al ver morir a su esposo ante sus ojos".

Fue difícil aceptar que algo malo había conmigo, pero poco a poco y al ir aceptando mi forma de ser cada vez era más nítida mi memoria, por cada sueño que tenía llegaban a mí, sucesos que había hecho de forma inconsciente, cada noche me convertía en alguien sumamente diferente y en vez de asustarme sonreí satisfecha por ser lo que me negaron.

La noche de bodas fue el punto de partida para mí, esa noche fui brutalmente violada por mi difunto esposo y como reacción de ello una parte de mí que estaba durmiendo en mi interior despertó liberando a la bestia que llevo por dentro; esa misma bestia, asesino a mi esposo y me liberó de las cadenas que mis propios padres habían atado condenándome a una vida de abusos y maltratos que nadie veía, pero que una vez cerradas las puertas se vivían en carne propia; aquella noche sentí sueño, mucho sueño y me dejé llevar por Morfeo, para borrar de mi memoria aquella pesadilla que acababa de vivir y que me negaba a aceptar por el resto de mi vida, así que me dejé ir sintiendo una calidez abrumante, que poco a poco me hacía sentir una paz inexplicable. De pronto en aquel momento una suave brisa me acarició trayendo consigo una voz de consuelo que me decía que pronto sería libre y con eso me sumergí en un profundo sueño.

Sonrío al ver mis manos llenas de un líquido carmesí y sonrío más al ver al hombre que acabo de asesinar lentamente, me miro al espejo y mi reflejo me deja sin habla, me acerco lentamente detallando cada parte de mi cuerpo "El rojo me queda muy bien" pienso, mientras acaricio mi rostro manchándolo con aquel líquido carmesí. Sé que pronto despertaré y me parecerá esta obra de arte que acabo de crear un horror, pero ya es hora de que despierte y sea libre para poder cumplir mis más profundos Deseos.

Han pasado seis meses desde lo acontecido, y aun no entiendo cómo fue que paso todo, solo sé que desperté bañada de sangre y mi esposo había muerto, fue un escándalo del cual salí libre ya que había rumores de que había un asesino en serie que no había sido atrapado y por cómo se había dado el asesinato y mi violación lo asumieron a que era una más de sus acostumbradas técnicas de tortura, pero al no recordar nada me dijeron los doctores que el trauma había sido tan grande que por eso tenía pérdida de memoria, así fue como después de meses estoy aquí, llevando una rutina de vida acorde a la tradición familiar y sociedad que corresponde, y de noche dejo libre a mi ansiado capricho ser lo que tanto a anhelado.

Camino lentamente hacia mi trabajo, viendo como un niño juega con su madre en la estación del tren, tomo asiento y continúo viendo al niño que no deja de acariciar el cabello de su madre, me parece hermoso aquel gesto. Siempre soñé con ser madre, pero después de lo que paso me dijeron que me tuvieron que reconstruir el útero y que sería difícil que pudiera tener hijos. A lo lejos veo a un hombre observar atentamente al niño. Sonrío.

Suspiro mientras mis compañeros de trabajos conversan de lo mucho que les gusta ir a un club que recién fue inaugurado la semana pasada. Sonrío para mis adentros pensando en lo que me espera esta noche.

Me observo en el espejo, detallando como el vestido se ajusta a mi cuerpo dejando poco a la imaginación y enseñando lo justo, pero sin ser muy revelador, mis ojos de esta noche gracias a los lentes son de color ámbar, solo faltan mis labios, los cuales delineo y pinto de un color rojo sangre, me vuelvo a detallar una vez más en el espejo y sonrío al ver el resultado, total y sexymente irreconocible.

Camino por la calle despacio sintiendo como el frío roza mis mejillas. Se escuchan pasos que se acercan y como es costumbre doblo en la esquina adentrándome a uno de mis callejones favoritos, veo por el rabillo del ojo como se acerca cautelosamente.

-Hola preciosa, ¿Qué haces perdida por estos rumbos? –dice mientras toca mi hombro haciendo que pare –Una mujer tan guapa como tú, estaría en serios problemas si no hubiera aparecido.

Sonrío –Lo siento es que me perdí y no sé cómo regresar –digo mirándolo a los ojos.

-Ven conmigo, te ayudaré –dice sonriendo con malicia.

-Está bien, vamos –dije devolviéndole la sonrisa.

Entre besos y caricias nos fuimos llevando por el placer, me acariciaba, me embestía con fuerza, era una delicia; lástima que era un vil pedófilo que tenía los minutos contados. Hice girar nuestros cuerpos quedando encima de él, ahora era yo quien mandaba y marcaba el ritmo, puso sus manos en mis caderas queriendo que me mueva más rápido.

-Jugaremos un juego que te va a encantar –susurre en su oído mientras me movía en círculos y lo escuchaba gemir. Asintió dejando que le agarre las manos atándoselas en la cabecera de la cama. Empecé acariciarme, moviéndome lentamente sobre él.

-¿Sabes cuantos niños has violado? –dije en un susurro mientras sacaba el arma homicida de entre mis cabellos. Lo que para unos era un objeto decorativo para el cabello para mí era más que eso. Era el arma con el cual liberaba a la humanidad de la inmundicia.

Abrió sus ojos como platos, y empezó a forcejear tratando de liberar sus manos.

-Shhhh, tranquilo, esto es un bien necesario –dije entre jadeos moviéndome más rápido mientras acariciaba su pecho –Tienes suerte, te tocará una muerte rápida –dije jadeando faltando poco para alcanzar el clímax.

-¡¿Estás loca?! –gritó –¡Iras presa por asesinato!

Continué con mi labor, y así como alcance mi clímax le clavé el arma en el pecho una y otra vez viendo como la vida se le iba de los ojos. Nada se comparaba con el frenesí que invadía mi cuerpo mientras veía aquellos ojos sin vida. Mi mayor satisfacción.

Lamí el palillo probando el sabor metálico de la sangre, "Deliciosa" pensé.

Uno más, uno menos.

Sonreí mientras me perdía entre las calles y neblinas de Londres en busca de mi próxima víctima.

Fin. 

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⏰ Última actualización: Jan 28 ⏰

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