XV.

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Decepción.

Pocos días después, mamá fue dada de alta y por consiguiente, regresó a casa

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Pocos días después, mamá fue dada de alta y por consiguiente, regresó a casa. En ese momento pude sentir que un gran peso se me iba de encima. No soy capaz de describir la felicidad que sentí al verla muchísimo más recuperada y animada. No pude evitar estar pegada a ella como chicle mientras charlábamos para ponernos al día. Mientras le contaba de mis exámenes, la hice prometerme que no rechazaría mi ayuda ni la de Ippo cuando el trabajo se tornase pesado. Ella se rió un poco y me dijo que cuando la necesitace nos lo haría saber.

Un rato más tarde mi hermano me comentó que el señor Umezawa continuaría ayudándonos con el negocio familiar, por lo que él ya puede regresar a su entrenamiento de manera normal. Tras semejante noticia, sentí una inmensa felicidad que casi provoca que asfixie a Ippo cuando me lancé y le di un fuerte abrazo. Cuanto me alegra saber que mi familia se encuentra bien.

En cuanto a mi, en estos momentos estoy tomando mi último examen del semestre, lo que significa que por fin tendré mis merecidas vacaciones. Pensar en esto último hace que quiera chillar de la felicidad. Me limito a suspirar y finalizo con las ultimas preguntas del complicado examen de Fisiología humana. Me pongo de pie y le entrego el examen al maestro, quien me sonríe amablemente y me desea suerte. Le devuelvo la sonrisa y asiento en agradecimiento.

Ya fuera del campus, emprendí rumbo hacia aquel parque donde suele practicar aquel pelirrojo que me roba el aliento. Hace un tiempo no lo veo por todo lo que me ha pasado en estos días, por lo que siento mis piernas temblorosas por la emoción de encontrármelo hoy.

Continué el camino hasta llegar al pequeño banco pintado de blanco. Para mi suerte, Volg se encontraba entrenando a unos pocos metros. Mi tonto corazón empezó a latir de manera desenfrenada, mis piernas se sentían más temblorosas que la misma gelatina y mi piel se puso de gallina.

Me limité a observarlo entrenar en silencio. En algún momento mi mirada se fue un poco más hacia abajo y me percaté que por causa del sudor, el polo blanco que traía puesto se ceñía de forma exquisita a sus firmes músculos; no pude evitar abrir la boca. Fue imposible para mi desviar la vista de semejante hombre. Definitivamente Volg no tiene nada que envidiarle a ese tal Adonis.

Mi rostro adquirió el típico color carmín; los pensamientos impuros que están atravesando mi mente en estos momentos no tienen perdón de Dios.

Los movimientos de Volg se detienen y gira su rostro en mi dirección.

— ¿Nozomi, eres tú?

Mi mirada sigue fija en su torso casi desnudo. Su cuerpo varonil me tiene en una especie de trance, soy incapaz de responderle. Observo que el torso está más cerca de mi, no pude evitar jadear. De cerca se ven mucho más duros. Dios, no me hagas caer en tentación.

La hermana de Ippo - Volg ZangiefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora