Mis tres compañeros eran todo ojos, pero yo pensaba que me estaban tomando el
pelo.

—Por favor, no se esfuercen —dije—. No soy tan tonto como parezco y no me
voy a tragar esta historia.

—Pero Max —insistió Zurdi—. ¡Estamos hablando en serio!

—No te podemos ver —repitió Erin.

Qué tontería.
De repente, la luz empezó a hacerme daño en los ojos. Parecía volverse más
brillante y fulguraba ante mi cara.

Cubriéndome los ojos con una mano, estiré la otra hacia arriba y tiré de la cadena.
La luz se apagó; sin embargo, yo todavía notaba los efectos de su intensidad.
Parpadeé varias veces pero delante de mis ojos seguían flotando puntos brillantes.

—¡Por fin has vuelto! —me gritó Zurdi. Se levantó, me agarró del brazo y me lo estrujó como probando a ver si era de carne y hueso.

—¿Qué te pasa? —le pregunté, ya enfadado. Me estaba poniendo enfermo—. No les creí nada, Zurdi. Así que, ¿por qué insistes?

Para mi sorpresa, Zurdi no se separó de mí. Se quedó aferrado a mi brazo como si
tuviera miedo de soltarlo.

—No era broma, Max —insistió Erin en voz bajita—. De verdad, no te veíamos.

—Debe de ser por la luz del espejo —dijo April. Ella estaba pegada a la pared
junto a la puerta—. Todo estaba tan brillante… Creo que fue una ilusión óptica o algo así.

—No era una ilusión óptica —le dijo Erin—. Yo estaba junto a Max y no lo veía.

—Era invisible —añadió solemnemente Zurdi.

—Lo que quieren es asustarme —dije riendo—. Y lo estan haciendo bastante
bien.

—¡Tú nos asustaste a nosotros! —exclamó Zurdi. Me soltó el brazo y se paró frente al espejo. Seguí su mirada.

—Ahí estoy —dije señalando mi imagen. Un mechón de pelo rebelde asomaba
por detrás de mi cabeza y lo devolví con esmero a su lugar.

—Salgamos de aquí —rogó April.

Zurdi se puso a tirar la pelota al aire, mientras observaba su imagen reflejada.
Erin se fue detrás del espejo.

—Aquí está muy oscuro. No se ve nada —dijo.

Dio la vuelta, se puso delante del espejo y miró fijamente a la lámpara ovalada,
arriba.

—Desapareciste justo en el momento de encender la lámpara.

—¡Estás hablando en serio! —exclamé. Comencé a creer que no estaban bromeando.

—Eras invisible, Max —dijo Erin—. De verdad. Desapareciste.

—Tiene razón —convino Zurdi, lanzando la pelota al aire y recogiéndola
mientras se admiraba en el espejo.

—Fué una ilusión óptica —insistió April—. ¿A qué viene darle tanta importancia?

—No fué una ilusión —insistió Erin.

—Cuando encendió la luz del espejo, desapareció en medio de un relámpago —
dijo Zurdi. La pelota cayó de sus manos, rebotó sonoramente en el piso de madera y
rodó detrás del espejo.

Titubeó por un instante. Luego se adentró en la oscuridad para recuperarla y
regresó corriendo pocos segundos después.

—Realmente te hiciste invisible, Max —dijo.

—De verdad —añadió Erin.

—Denme una prueba —les dije.

—Vayámonos —rogó April.

—¿Qué quieres decir con eso de que te demos una prueba? —preguntó Erin
dirigiéndose a mi imagen oscura reflejada en el espejo.

—Que me lo demuestren —dije.

—¿Que hagamos lo mismo que has hecho tú? —inquirió Erin, dándose la vuelta
para hablar conmigo y no con mí reflejo.

—Sí —le dije—. Vuélvete invisible tú también. Lo mismo que he hecho yo.

Erin y Zurdi me miraron; mi hermano boquiabierto.

—Que tontería —dijo April.

—Pido hacerlo —intervino Zurdi, y se plantó delante del espejo.

—Tú no —le dije, tirándole de los hombros—. Eres muy pequeño. Trató de soltarse, pero lo agarré con fuerza.
—¿Por qué no lo haces tú, Erin? —le pedí, agarrando a Zurdi por la cintura para que no se acercara al espejo.

—Bueno, creo que lo intentaré —dijo ella, encogiéndose de hombros.

Zurdi dejó de forcejear. Yo lo solté un poquito. Erin se colocó delante del espejo, frente a su imagen oscura y borrosa.

Se puso de puntillas, se estiró hacia arriba y tomó en sus manos la cadena de la
lámpara. Me miró de reojo y sonrió al tiempo que decía:

--Allí voy.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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