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Conocer a Gojo Satoru había sido una pésima decisión. Y no es porque sea un mal Alpha o algo parecido, sino lo contrario. Gojo Satoru era demasiado perfecto—omitiendo sus mañas y  travesuras —pero era tan perfecto que dolía.

Porque Yuuji sentía que había perdido. Que se había enamorado, solo un poco. Pero enamorado y eso que habían pasado menos de un año de conocerse y muchas salidas juntos—con los niños de por medios, pero salidas donde se llegaron a conocer—y Yuuji siente culpa, porque sabe que ambos están superando sus pasados pero que aun así, quieren tomar la mano del otro. Yuuji se pregunta seriamente si era buena idea los consejos de su amiga Nobara.

—¿Qué debo hacer?—fue una pregunta al aire, sin intenciones de que fuera respondida. Pero claro, Yuuji no vivía solo y algunas veces se le olvidaba la existencia de cierto demonio muy parecido a él y que tenía un carácter muy feroz cuando su sueño era interrumpido muy de mañana.

—Nada, quedarte en el celibato el resto de tu vida y cuidarme hasta que ambos muramos —ese, fue el delicado comentario de su cachorro, quien venía todo despeinado con baba en la boca  y en pijama medio puesta por su malas costumbres a la hora de dormir.

—¿Que te he dicho que meterte en conversaciones ajenas?

—Que no lo haga, pero estas hablando solo, no es una conversación ajena ya que eres mi padre, yo, como tu hijo tengo la obligación de responder siempre, ya que solo vivimos nosotros dos aquí —a Yuuji le tembló un ojo de la impotencia que sentía. Realmente él no podía hacer nada sin la obsesiva observación de su hijo lunático.

—Bien, creditos para ti, pero estoy seguro que decidir sobre mis potenciales parejas no tiene nada que ver contigo.

Sukuna, quien ahora tenía una cara de asco, masculló:

—No importa, aceptare con gusto a cualquiera menos a esa rata albina.

—Ehh...¿Porque no te gusta Gojo-san? Es tu Sensei y juegas con Satoshi-kun muy animadamente cada vez que viene a pasar el rato.

—Yo no "juego" con la mini rata albina, solo pasamos el rato, una forma de no aburrirme solo—Yuuji quiso intervenir, ya que recuerda claramente como ambos cachorros se estaba pintado el rostro mutuamente, diciendo algo sobre guerras en los arbustos y luego salir corriendo como locos hace apenas unos días—. Y no importa que me de clases, no me da buena espina. Es un loco y debe ser un pervertido.

—Entonces, según tú. ¿Quién debería ser un potencial pareja para mi?

—Nadie —esa respuesta fue absoluta, sin objeciones. Yuuji quiso tirarse al suelo y llorar. El, antes había pensado como Sukuna. Que siempre estaría con su hijo y no tendría una pareja, él lo había aceptado ,muy fácilmente antes, antes, ahora no. Ahora conocía a ese Alpha de sonrisa coqueta y dos maravillosos cachorros y ya no solo quería a Sukuna, él quería a ellos también, ser una familia numerosa, esa con la que soñó de pequeño.

Yuuji solo se pregunta cómo tomará Sukuna en el futuro su decisión... la que claramente no compartirá con el cachorro sin que este trate de quemar la casa de Satoru-san con él dentro.

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El fin de semana luego de esa productiva conversación con su cachorro, Yuuji recibió la visita de cierto cachorrito de cabellos blancos.
—Satoshi-kun ¿Cómo llegaste aquí? —Yuuji no había escuchado el automóvil de Satoru-san llegar, el Alpha siempre dejaba a su cachorro en su puerta, varias veces se bajó para saludar a Yuuji en persona—secretamente Yuuji siempre estaba complacido de esas muestras de atención del Alpha, ya que siempre iba acompañado de algún presente.

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