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Un pequeño estuche es abierto frente a sus ojos dejando ver un precioso collar con diamantes incrustados.

El hombre toma el collar levantandolo hasta llegar al cuello de Sunoo y colocarlo.

¿Te gusta?

S-si... —responde temeroso mirando aquel hermoso collar. —E-es hermoso...

—¿Tienes idea de cuánto vale esto? —cuestiona el hombre susurrando al oído de este.

N-no lo sé... M-mucho.

—Este collar es edición limitada, nadie podría pagar algo tan costoso como esto. —baja sus labios dejando un par de besos en su cuello —Sunoo... Nadie pagaría algo tan valioso en ti. Esto es solo una prueba más de mi amor.

G-gracias.

—Si sabes que nadie te daría algo como esto. ¿Verdad?

—L-lo se

—Soy el único que puede dártelo todo. Solo yo y nadie más... Cada que te veas al espejo y mires esto... Me recordarás. Soy dueño de ti

Los labios del hombre continúan beseando su cuello dejando un par de marcas en su camino, los ojitos de Sunoo se cierran fuertemente evitando seguir mirando.

Detestaba eso, lo odiaba profundamente.

Todo, desde ese matrimonio, hasta los preciosos regalos caros que su esposo le daba. Cada día era algo diferente, algunas eran sortijas muy caras, otras collares lujosos, algunas autos, flores, ropa... Su esposo le daba de lo más costoso y hermoso.

¿El problema? Ese asqueroso hombre tenía 58 años de edad. Le doblaba mas de la mitad de la edad, y no solo eso... Era un hombre bastante peligroso.

Desde el momento en que Sunoo nació, su destino ya estaba escrito. Creció, se preparó y educó para ser el esposo de ese hombre. A pesar de tener eso en mente toda su vida, lo detestaba completamente.

¿Por qué no pude tener una vida normal? ¿Por qué no pude crecer siendo solo un chico más de la sociedad, en donde puedo salir con amigos, ir de fiestas, disfrutar de una relación con la persona que yo desee? ¿Por qué me tocó esta miserable vida? — todo ese tipo de preguntas pasaba por su mente a diario.

Todos los días, al despertar tenía que soportar ver a ese hombre dormido frente a el. Tenía que soportar cada comida cerca de el en el peor de los ambientes hablando solo de trabajo. Todos los días al dormir, tenía que soportar estar apresado entre los brazos de él. Tenía que soportar la hora del sexo... Tenía que soportarlo todo.

Y si en algún momento se negaba. Las consecuencias eran terribles.

La última ves que dijo un no por respuesta... Terminó golpeado a más no poder y encerrado en una habitación oscura.

A pesar de a diario ver los preciosos y calidos rayos del sol... Estos no eran capaces de calentar un solo centímetro de él. La mínima briza de lluvia se sentía como una tormenta. El mínimo viento se sentía como un tornado.

Y eso... Era poco de todo lo que sentía.

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Era de noche, la mansión estaba en completa oscuridad, y eso era bastante extraño considerando que siempre se mantenían las luces prendidas alertas a cualquier situación.

Hace un par de horas, Sunoo había sido encerrado en la habitación oscura por haber desobedecido a su esposo.

Por eso es que nadie sospecho cuando pasó el desastre.

El hombre estaba bastante ebrio, por tal razón no cerró adecuadamente la puerta de la habitación. Sunoo lloraba por todo lo sucedido.

Desde el momento en que se casó, hasta lo que era toda su vida. Nada de lo que tenía lo hacía feliz. Ni siquiera el simple hecho de existir.

Mínimos pasos se escuchaban a través de las paredes, Sunoo caminaba en medio de la oscuridad con un arma en sus manos, sus ojitos estaban inchados y rojos, sus mejillas rojas y su cabello alborotado. Pero había algo que se podía distinguir completamente en sus ojos y no era tristeza.

Odio. Repugnancia.

Quizá por eso no le dolió ni removió la conciencia cuando abrió la puerta de la recámara y tiro del gatillo sin dudarlo.

No satisfecho con una ves, siguió y siguió hasta dejar el arma vacía desatando todo su odio y tristeza.

Alarmado al escuchar una alarma en toda la casa corrió a esconderse en el armario.

Minutos despues las puertas de la habitación fueron abiertas, quizá por los hombres de su esposo. Minutos más tarde, abrieron el armario encontrando a un Sunoo asustado empapado en lágrimas.

Señor lim. ¿Se encuentra bien? —habla uno de los tantos hombres.

*Lim era el apellido de su esposo.

—A-alguien entro y- —muestra de sus rostros mas aterrados, sale del armario acercándose corriendo a la cama en donde está su esposo ya sin vida.

B-busquen... El responsable no debe estar muy lejos —ordena mientras se encuentra recostado tomando la mano de su esposo.

Estos obedecen y salen de la habitación. Aún tomando la mano del hombre sin vida, una sonrisa pasa a los labios de Sunoo...

Soy libre... —Susurra y sus ojos se oscurecen por completo — Y yo fui quien te mato.

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Para el día siguiente, Sunoo se mostró de la forma más miserable posible, con ojeras, y ojos rojos e inchados. Su vestimenta completa de negro pero dejando a relucir todas aquellas costosas joyas de diamantes que su ahora difunto esposo le obsequió. Lucia como todo un viudo dolido y roto por la muerte de su amado esposo.

En la ceremonia velando al difunto, todos se acercaban dandole sus condolencias y respeto. Todos los que veían a Sunoo susurraban: 

"Se nota destrozado... Debió amar tanto al Sr. Lim"

"Pobre chico, es tan joven y ya es viudo"

"Los vi una ves en una cena, ambos se veían tan felices y enamorados"

"Perdió a la persona que más amaba"

"¿Qué será de su vida? Su esposo ha muerto y el es aún tan joven"

"Escuché que el señor Lim tuvo un hijo con una mujer... Es su único hijo, supongo que él se quedará con todo"

"Sería absurdo, toda la fortuna de la familia Lim se ha quedado para con su esposo"

Sunoo escuchaba los susurros. Todos estaban tan equivocados. Sunoo jamás había estado tan feliz como ese día. El día del funeral de su esposo.

Sinceramente a él no le importaba la fortuna que Lim pudiera haber dejado. El no quería nada.

Lo que más deseaba era poder librarse y deshacerse de todo lo que perteneciera a él. Ahora que ya era libre, comenzaría una nueva vida en donde el podría ser libre.

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widower⇢ 𝚂𝚞𝚗𝚂𝚞𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora