Cuando Jimin lo dejó frente a su casa, Taehyung se sintió como un náufrago en un océano de desolación. La mirada de Jimin, aunque comprensiva, no podía aliviar la tormenta que se desataba en su interior.
—¿Estás seguro de que estás bien? —preguntó Jimin, su voz cargada de preocupación.
Antes de que pudiera responder, Jimin lo abrazó con fuerza, como si intentara protegerlo del abismo que lo rodeaba. El contacto lo envolvió en una calidez momentánea, pero no pudo evitar que el nudo en su garganta se hiciera más intenso.
—Gracias, Jimin —murmuró, incapaz de articular más, asintiendo mientras la angustia lo invadía.
El silencio entre ellos se volvió denso, y cuando Jimin finalmente se alejó, cada paso de su amigo sonaba como un eco de su propia agonía.
Al cruzar el umbral de su hogar, las paredes que antes le ofrecieron seguridad ahora parecían cerrarse sobre él, asfixiándolo con la cruda realidad que había descubierto. Su corazón latía frenéticamente, como si intentara liberarse del peso insoportable de la verdad. ¿Cómo podría decírselo a su padre? ¿Cómo poner en palabras el dolor que lo consumía?
Subió las escaleras lentamente, sintiendo cada tabla crujir bajo su peso, como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor. Al llegar al salón, vio a su padre sentado, con la misma expresión tranquila que siempre había sido su ancla en la vida. Pero hoy, nada podía calmar la tormenta que rugía dentro de él.
—Papá... —su voz salió débil, rota. Cada sílaba era un eco de su quebranto—. Necesito hablar contigo. Algo pasó en la fiesta...
Su padre levantó la vista de inmediato, notando el temblor en su hijo y la forma en que sus hombros caían, aplastados por un dolor invisible. Frunció el ceño, preocupado, pero mantuvo su tono suave, deseando ofrecerle apoyo sin saber exactamente qué lo había destrozado.
—Hijo... —la calidez de su voz estaba teñida de preocupación—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
El corazón de Taehyung latía desbocado, cada latido resonando como un grito de auxilio. Respiró hondo, pero el aire parecía no alcanzar sus pulmones. ¿Cómo se lo decía? ¿Cómo poner en palabras la magnitud de esa traición que le desgarraba el alma?
—Papá... Jungkook... —el nombre salió de sus labios como un susurro amargo, cargado de un dolor que apenas podía controlar—. Jungkook hizo una apuesta. Una apuesta para... enamorarme.
Su voz se quebró al pronunciarlo, como si al darle forma a las palabras, el dolor se volviera más real, más insoportable. Las lágrimas, que había estado conteniendo con una fuerza sobrehumana, comenzaron a deslizarse por sus mejillas, mientras su pecho se sacudía por los sollozos reprimidos. Era real. Esa traición, esa cruda verdad que lo había devastado, era innegablemente real.
Su padre se quedó en silencio por un segundo, incapaz de procesar lo que escuchaba. Su expresión pasó rápidamente de la incredulidad al enojo, la mirada oscureciéndose mientras apretaba los puños. No era solo la traición a su hijo lo que lo enfurecía; era la vulnerabilidad de Taehyung, lo frágil que estaba en ese momento.
—¿Una apuesta? —la voz de su padre vibraba con una mezcla de sorpresa y rabia contenida—. ¡No puedo creer lo que estoy escuchando! ¡Eso es inaceptable!
La ira en su padre era palpable, pero también lo era el dolor. Ver a su hijo así, roto por alguien en quien había confiado, era demasiado. Se acercó a Taehyung, rodeándolo con sus brazos fuertes, intentando ofrecerle refugio, aunque sabía que nada podía realmente aliviar el dolor que sentía en ese momento.
—Tae... hijo... —susurró su padre, con preocupación en el rostro—. Lo siento tanto. No puedo imaginar lo que estás sintiendo, pero... —su voz tembló ligeramente—. No tienes que pasar por esto solo. Vamos a superarlo, juntos.

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DILEMMA | KOOKV
Ficção AdolescenteOMEGAVERSE | Jeon Jungkook, el alfa popular, hace una apuesta para conquistar al omega Kim Taehyung. Pero cuando los sentimientos entran en juego, las reglas cambian.