Duele que ya no me quieras y yo siga ahí.
Duele no que te interese si ya comí, porque importante ya no soy para tí.
Duele que tus ojos ya no desmuestren lo mismo.
Que tu devoción por mí se apagó, que ya no van a existir esas llamadas nocturnas con las que tanto me hacías sonreír.
Duele que ya no te interese porque sigo aquí.
