La vida de la familia Son dio un vuelco hace dos lunas, cuando la esposa de Goku, Milk, se despidió de este mundo a causa de una enfermedad implacable.
En lo alto de la montaña Paos, Goku y su joven hijo Goten se encontraron solos, enfrentando la cruda realidad que la ausencia de Milk dejó en sus corazones.
Goku intentaba sostenerse con fuerza por su hijo, pero Goten ya no irradiaba la alegría que solía tener. Sus risas y juegos se desvanecieron, reemplazados por un silencio pesaroso.
El pequeño Goten apenas tocaba la comida y dormía como si los sueños se hubieran marchado junto con su madre. La sombra de la tristeza oscurecía su espíritu, transformando su vitalidad en melancolía.
Goku, en su afán de ser un pilar para Goten, se desesperaba al ver la desolación en los ojos de su hijo. Intentaba animarlo con palabras cálidas, pero las risas infantiles ya no resonaban en la montaña Paos.
No sabía qué más hacer, y en los momentos de silencio, podía jurar que escuchaba el sollozo tenue de Goten, perdido en la oscuridad de su habitación hasta que el sueño le cerraba los ojos.
—¿Qué se supone que debo hacer? —susurraba Goku con la mirada baja, como si Milk pudiera oírlo desde algún lugar más allá de las estrellas.
El sol emergió una vez más, pintando la mañana en la residencia Son con sus cálidos destellos. Goku se incorporó de la cama como era su rutina diaria, se estiró ligeramente y, con la suavidad de un padre, visitó la habitación de su hijo aún adormecido, acariciándolo con ternura antes de decidir salir a inspeccionar su huerto.
Hoy era el día, según su cálculo, de llevar sus verduras frescas a la ciudad. Extrajo una cápsula de su bolsillo y la arrojó con destreza. Entre el humo que se disipaba, apareció un camión con el distintivo logo de la Corporación Cápsula. Goku abrió la parte trasera y comenzó a bajar caja tras caja con habilidad.
Después de apilarlas ordenadamente, llegó el momento de exhibir sus productos. Goku, con destreza adquirida en sus múltiples batallas, corrió a una velocidad asombrosa mientras sujetaba y lanzaba los vegetales. Cada uno de ellos aterrizó con precisión milimétrica en los huecos de las cajas dispuestas.
En cuestión de momentos, la tarea estaba cumplida, y la mercancía quedó perfectamente dispuesta para su viaje a la ciudad. El guerrero saiyajin había demostrado una vez más que, aunque las batallas pudieran ser su especialidad, la destreza en el cuidado de su huerto también era digna de admiración.
De nuevo, Goku se encontró junto a las cajas y el imponente camión, comenzando con cuidado a cargarlas una por una. La destreza con la que manejaba las mercancías revelaba no solo la fuerza de un guerrero saiyajin, sino también la precisión de un agricultor dedicado.
Una vez que las cajas estuvieron acomodadas, cerró la puerta del camión y esbozó una sonrisa llena de esperanza.
—Espero que esta vez sea un día próspero —susurró para sí mismo, como si las vibraciones positivas pudieran influir en el destino.
Subiéndose al camión, encendió el motor y se dirigió con determinación hacia la bulliciosa ciudad. A su llegada al sector comercial, fue recibido con saludos cordiales por la mayoría, reconocidos tanto por su reputación como por la calidad de sus productos.
Goku respondió a los saludos con una amable inclinación de cabeza, desempacando sus verduras con la misma dedicación que mostraba en sus combates. Mientras preparaba su puesto, se tomó un momento para observar a su alrededor, admirando la energía vibrante del lugar.
Se acomodó, listo para atender a los clientes que se acercaran, con la esperanza de que la jornada le brindara no solo buenos negocios, sino también la oportunidad de compartir un poco de alegría en medio de la rutina diaria.
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Contrato Matrimonial Saiyajin
FanfictionLa vida de la familia Son dio un vuelco hace dos meses, cuando la esposa de Goku, Milk, se despidió de este mundo a causa de una enfermedad implacable. Debido a esto Goku y su hijo Goten se quedaron solos. Sin embargo por azares el destino una miste...