𝙉𝙞𝙣𝙨𝙝𝙞𝙣 | Rindou x Angry [Omegaverse]

Cap 3 - Ley del hielo

   Segundo mes que entraba en el pequeño embarazo de Souya Kawata, todo era un Vaivén de emociones sin fin en el que se sumergía cada día en el que pasará. Sus emociones pasaban de ser las comunes a ser fuertes y reaccionaban de forma un tanto peculiar, entre lloriqueos, enojos, golpes, y sobre todas las cosas Ley del Hielo.

Rindou odiaba esa última faceta de sus emociones, detestaba que su lindo novio le ignorase cada vez que se le cantaba en gana; y no suficiente con eso, tratarle como si no existiera en el mundo. Aquello lo mantenía en un constante mundo de estrés severo que no le ayudaba para nada, cualquier mínimo acto que hiciera era una razón más para que Souya le ignorase quizás por el resto del día —y si lo agarraba muy de malas, por el resto de la semana—.

Hoy no era uno de esos días dónde Rindou quisiera estar viviendo con un Omega en embarazo, el solía ser una persona de soltar chistes sin gracia o con mucho sarcasmo de por medio, con su novio había aprendido que esos chistes no le divertían para nadita  y más bien causaban que todo se volviera un caos.
Y allí estaba el, sentado a un lado del sillón rogando por atención de su Omega, el cual cómodamente observaba la televisión sin ponerle más interés de por medio.

Okey, si estuvo mal de su parte decir que los elefantes no se veían bien con trajes de color azul o en desfiles dónde se vieran estorbosos, más no era el mayor motivo para que ahora Souya siquiera lo mirase.

—Sou, por el amor de dios no me ignores—Dijo en un tono casi de súplica mientras se arrastraba de rodillas a las piernas del Omega.

El Kawata por su parte le dedicó una mirada fugaz llena de desagrado de por medio, sus feromonas no eran para nada lo contrario a aquello siquiera el aroma dulce que soltaba para intentar poner algo dócil al menor le funcionaba; estaba en la ruina y lo sabía.

Todas esas semanas dónde el menor había experimentado ese cambio tan repentino había tratado de anotar cualquier cosa que lo hiciera volver a hablarle o simplemente dejar de ignorarle, y para su muy mala suerte todo aquello que anotaba podía fácilmente cambiar para el próximo arranque que sufriera el de cabello esponajado, posiblemente en algun momento el Haitani sufriera de calvicie por el constante jaloneo en su cabello por el estrés que lo consumía. Y es que el no era nada sin las muestras de amor de su pequeño y lindo Omega, se sentía totalmente perdido sin siquiera la mínima muestra de cariño.

Y a Souya le daba totalmente igual la posible calvicie que enfrentaria Rindou en un futuro, y es que ¿Cómo va a opinar que los elefantes no se ven lindos con trajes azules? O como la semana pasada dijo que prefería el ponk antes que el rock, estaba jugando consigo y eso no le agradaba para nada. El Kawata sabía que muchos de sus enojos eran sin sentido, pero también sabía que esa era su pequeña ventaja para tener a Rindou a sus pies —Como siempre ha Sido— y claramente no pensaba desaprovecharla, amaba a su novio y padre del cachorro que crecía dentro suyo pero es que aveces Rindou lo sacaba de casillas haciéndolo ver tan insoportable que quería echarlo de la casa.

Rindou, apunto de llorar tuvo una fugaz idea; no la mejor idea de su vida ¡Pero era una idea! Que tal vez y muy tal vez no funcionaría.

Miro por última vez al menor levantándose del suelo caminando directamente hacia la habitación que compartían juntos —O del Kawata mejor dicho— cerrándola de un portazo, aquella acción hizo molestar aun más al pequeño que refunfuño abrazando su peluche de elefante que tenía las feromonas implantadas de su Alfa, gracioso era el hecho de que mientras estaba enojado con el amaba tener las feromonas sobre el como un perfume.

30 minutos.

1 hora.

2 horas.

¡Inclusive 4 horas y Rindou no salía de aquella habitación! Fue el colmo de paciencia para Souya que dejó al pequeño elefante con rabia en el sillón, caminando furioso hacia aquel cuarto donde vio cómodamente a Rindou durmiendo como si trabajar 8 horas seguidas a la semana fuera la gran cosa ¡Solo lavaba motos!