Capítulo I

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Akari Mikah

Me valí por mi misma todo este tiempo, en las siniestras profundidades del mundo cibernético, donde los secretos son moneda de cambio y la información es poder, las personas me respetaban y adoraban. Mi nombre podrá ser Akari, pero 707 era mejor conocida como hábil hacker de habilidades deslumbrantes. Mis hazañas eran relatadas como un cuento, hacían eco en cada esquina del ciberespacio: Cuando hackeé el móvil de un influyente político, revelando una red de corrupción que involucraba desvíos de fondos públicos y manipulación de contratos gubernamentales. Causó gran revuelo en las redes y recuerdo a los chatters exaltados diciendo que les gustaría poder conocerme. Fue un reto difícil, adrenalina pura.

Otro día, decidí sumergirme en las redes de la policía como si fuera un fantasma. Desactivé el Firewall, burlé el sistema de seguridad y accedí a información clasificada sin dejar un rastro notorio. Aún recuerdo la conmoción en Twitter, puesto que había revelado esa información.

La gente empezó a conocerme, 707 era mencionado en cada rincón de la amplia red, convirtiéndose en una leyenda viviente en los círculos clandestinos de la web. Mi nombre era sinónimo de grandeza en el mundo cibernético.

Todavía me acuerdo a la perfección cuando toda la red explotó en sorpresa cuando la asombrosa hacker, 707, destapó una impactante red de trata de personas dirigida por funcionarios públicos. Utilicé mis habilidades para acceder a comunicaciones privadas y sistemas de seguridad, revelé la complicidad de varios políticos en la explotación de personas vulnerable. Gracias a mí, gran parte de esos funcionarios fueron encarcelados y pagaron por sus actos.

Aún me hace un poco de gracia contarles mi historia a personas que son nuevas en la red, se me hace adorable sus reacciones cuando les digo que fui yo quién reveló la red de trata más grande hasta el momento. Sé que debería estar pirateando los archivos que me ordenaron, pero debo admitir que es más divertido chatear en la red, pocas personas saben quién soy en verdad y allí siento que puedo ser yo misma, sin tabúes ni formalidades estúpidas.

-¡Akari!-- Gritó mi jefe, -¡Ven aquí, niña!

<<Mierda, qué hice ahora?>> Quizás fue porque aún no le entregué los archivos que me ordenó, pero que no joda, no pasaron ni doce horas desde que me los dio. Aunque no había mucho tiempo para pensar en ello, debía apresurarme y presentarme en su oficina lo más rápido que podía.

Salí de la oficina en la que trabajaba y me dirigí a la de mi jefe. Era un pasillo largo y me asusta un poco que aún habiendo tanta distancia entre ambas salas puedo escuchar fuerte y clara la voz quisquillosa de mi jefe, Clarence.

Me irrita que crea que me pueda decir 'niña' ¿Qué le hace pensar que puede llamarme así? No encajo en ese perfil. Es que a ver, tengo 22 años, una estatura de 1.81 metros, cabello largo, y de un color caoba que quizás podría confundirse con otra cosa. Mis ojos celestes, elogiados con frecuencia, no sugieren precisamente una apariencia infantil. Entonces, ¿por qué insiste en llamarme así?

Me voy acercando con cautela a la puerta que está medio abierta, escucho dos voces masculinas dentro de la habitación y eso me pone alerta. Él bien sabe que no me gusta conocer nuevas personas, se me dificulta mucho confiar en personas que no conozco. Una vez frente a la puerta, respiro hondo y espero a que me deje pasar, veo a Clarence sentado en su silla detrás del escritorio, quién me ve directo a los ojos y yo desvío la mirada incómodamente.

-Adelante- Me habla a mí y doy un paso adelante, entrando en la oficina, está el y un hombre un poco más grande que él, me pongo a un lado de la puerta. No estaba muy atenta a lo que hablaban pero veo que no podían hablarlo estando yo ahí, -El es Harry Chelsea, un colega. No seas descortés y saluda, niña -Tuerzo los labios y solo me limito a saludar con un Hola.

La sombra del Gran MonarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora