8. Muéstrame

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La diosa Artemis avanzaba con gracia por el extenso camino que se extendía ante ella. Sus pasos resonaban en la calma del entorno, marcando el ritmo de su progresión hacia el destino que ella estaba siguiendo.

Después de un largo viaje, su mirada se posó en la distante Torre de Babel, un monumento imponente que se alzaba en el corazón de la ciudad. Tan alto que la cima pasaba por encima de las nubes.

Aunque la imponente estructura era visible en el horizonte, aún se encontraba a una considerable distancia de su Familia.

La luz de la luna iluminaba el camino, arrojando destellos plateados sobre la diosa y revelando una expresión reflexiva en su rostro. Ella había emprendido este viaje, guiada por una sensación única, un llamado místico que solo los dioses podían percibir.

Una Deidad de la Luna como ella no ha podido ignorar el cambio que hubo en la noche. La luz que era irradiaba había cambiado completamente y ella lo sintió desde el primer momento.

Cada vez que se acercaba a la Torre de Babel, sentía un palpitar en su ser divino, como si la luna misma le susurrara secretos. Aquella sensación, un eco celestial que resonaba en su interior, le indicaba que estaba cerca del responsable de esa conexión cósmica.

La curiosidad envolvía a la Diosa y aunque Artemis no solía ceder fácilmente a sus emociones, esta vez algo en ella había cambiado. Esa Diosa con una convicción inquebrantable estaba fluctuando.

Inconscientemente, sus ansias de descubrir la verdad la impulsaron a actuar de manera distinta a su habitual comportamiento reservado.

Sus ojos, normalmente serenos, destellaban con una mezcla de determinación y expectación mientras continuaba su camino hacia la Torre de Babel.

Con cada paso, el aura de la diosa resonaba con una energía que denotaba su intrépida búsqueda, como si estuviera a punto de descubrir un misterio que cambiaría el curso de su existencia divina.

La luna, testigo silencioso de los eventos que se desarrollaban, bañaba con su luz plateada a la diosa Artemis, quien avanzaba hacia el epicentro de la ciudad con un propósito renovado y un anhelo de respuestas que solo el futuro revelaría.

Detrás de la Diosa estaban sus cazadores, extrañadas por el comportamiento de su Diosa y porque había estado actuando muy diferente a lo habitual. En todo el camino ella había establecido su objetivo llegar lo más rápido posible.

Por supuesto, cono una Diosa de la justicia, Artemis no se olvidó de ayudar a los necesitados en el camino. Como Diosa de una Familia cazadora, ella siempre tuvo su arco y flechas preparados para perforar a los monstruos.

"Diosa, ¿ese es el sitio que buscas?" Pregunto una mujer con el cabello rojizo.

Ella era Rethusa, la capitana de la Familia Artemis y única nivel 3 entre todas las cazadoras. Aparte de Artemis era ella en quien las demás mujeres podían confiar en tomar una decisión importante.

"Estoy cerca" Artemis murmuro con determinación "No sé qué seas o quién eres, pero debo saber por qué haces esto"

"¿Diosa?"

Saliendo de su estupor, Artemis suspiro "Lo siento, Rethusa. No puedo dejar de pensar esta sensación que levo sintiendo desde hace tiempo. Está cerca, en aquella torre"

El placer de vivir - Danmachi/TerrariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora