El sol y la Luna

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"Yo juro por mi honor de caballero que seré el escudo que proteja el reino, juro combatir contra todo enemigo, juro proteger los rayos de nuestro sol, juro mantenerme siempre a su lado como la luna"

Ese fue mi juramento aquel día, el día en el que te vi por primera vez, el día en el que me convertí en tu primer caballero, tú siendo el príncipe heredero de aquel vasto reino, tan pequeño y frágil, delgado, eras como una piedra preciosa, algunos prensaban que era una perdida de tiempo que el "príncipe olvidado" como solían llamarte, tuviera caballeros, nunca tuviste la guardia necesaria, viviendo por tu cuenta, solo, en el palacio de tu madre, la emperatriz del reino "Seolar", la matriarca y dueña del palacio de la luna, dejado en cuenta ella murió, siendo olvidado en aquel palacio, solo con una sirvienta a tu disposición, no había nadie más para ti, el emperador te olvido, el sol del reino olvido a su pequeño rayo en la oscuridad.

Estabas tan temeroso, pero tan firme, el emperador estaba muriendo, por eso mismo tú, su rayito estabas tomando responsabilidad de todo, haciendo tu propia orden de cabaleros, siendo yo el primero, verte tomar mi espada entre tus manos con dificultad para llevarla a mis hombros, haciendo el nombramiento, escuchando tu dulce voz llamarme.

Desde ese día algo en mí pensó y dijo que sin duda te protegería con mi vida, el juramento no tenía tanto valor para mí, pensaba que era algo estúpido, pero me di cuenta de que ese juramento se volvió una parte importante, manteniéndome a tu lado con la excusa de este, volviéndome en tu perro guardián, poco me importo como nos veían los demás reclutas al verme detrás de ti, amenazando con la mirada a todo aquel osara ponerse frente a ti, ignorando por completo también algunas miradas coquetas de las sirvientas y damas nobles, solo mirándote a ti.

Al darme cuenta de aquello supe de inmediato que te ame, te ame desde el primer momento, desde el momento en que tus ojos se posaron sobre mí y mostraste una pequeña sonrisa tímida, deseándote cada noche, deseando que me miraras todos los días, deseando que solo fuera yo tu razón de vivir.

Cuando por fin tuve el valor suficiente de confesarlo, estaba dispuesto a morir, no me importa ir a la orca si así podía decir lo que siento.

Tu mirada detonó sorpresa total, para después suavizarse y mirarme con cariño, sonriendo, tus labios formaron un "siento lo mismo por ti, Chris" el sol me miró triste, por fin me concedió el amor.

Nos amamos, ese día nos amamos, nos demostramos el amor que tanto escondimos, por temor a no ser aceptados, pero aun así escondiendo nuestro amor al mundo, ellos no están preparados para saber esta forma de amar.

El emperador murió dos años después, la agonía fue muy dolorosa, pero al parecer a ti poco te importo, no te culpo, él te abandono, te olvidó, mi rayo de sol se volvió en el mismo sol, ahora eres el sol del imperio, mi amor, mi pequeño sol, no me puedo cansar de llamarte así, eres tan... Brillante y lindo. La sucesión fue realmente agotadora, te veía tan perdido, tus pensamientos estaban tan desorganizados que a simple vista note aquellas manchas oscuras debajo de tus ojos, los papeles por todas partes, estadísticas y números, yo solo hacía mi labor de guardia, a tu lado, ayudándote a mover y llevar más papeles, llevándote tazas de té, ya que no tolerabas a más gente a tu lado, queriéndome solo a mí, contigo.

Tomaste el trono, ese día, ya no eras mi rayito de sol, te veías tan glorioso, tan imponente, tan firme, ya no había rastro de aquel Seo Changbin, ya no eras delgado, te volviste fuerte, ya no había rastro de debilidad y timidez en tu rostro, mejoraste tus habilidades en todo, magia y espada, te volviste alguien increíble, poderoso.

Al ser el nuevo soberano de aquel gran imperio, tus horarios eran apretados, trataban con gente molesta, tus dolores de cabeza se volvieron contantes, pero tenías que dejar de lado tu dolor y enojo para pintar una sonrisa en tu rostro, siempre alegre para tu gente, para aquellos niños que ayudas.

Te volviste un ejemplo a seguir, construyendo tu reputación, construyendo un mejor imperio, todo eso me llena de orgullo, ver cómo levantaste los cimientos de hospitales, casas hogar para niños en situación de calle, como ofrecías empleos a nobles caídos y personas que los necesitaban, sacando a la gente corrupta del palacio, evitando ejecuciones, solo había exilio, ya ni había sangre, no había hambre, no había enfermedades, no había dolor, volviéndose así el imperio Seolar en el más poderoso y rico en tierras y cultura.

Los bailes en aquellos grandes salones eran divertidos para la gente, a ti realmente no te gustaban, los hacías porque eran meramente costumbre y para mantener tu imagen en los círculos sociales, como el emperador, como nuestro sol, odiaban bailar, eras malo para ello, pero aun así, bailabas con aquellas lindas señoritas, aquellas mujeres solteras que vestían hermosos y largos vestidos, confeccionados con las de las más finas telas, cada uno a su medida, por los mejores diseñadores de modas del continente, usando tan espléndidas joyas, talladas en hermosas formas, con colores variados, con labios rosados y hermosos, usando de los más deliciosos perfumes solo, para hacer que el emperador Changbin caiga a sus pies y ser la nueva emperatriz que habite el palacio de la Luna, ellas no sabían que su amado Sol tenía una relación con su caballero, entregándose en el palacio de la Luna, sonriendo a la luz de las velas, tocando sus pieles y suspirando, gimiendo sus nombres y jurando amor eterno.

Al final de cada baile, cuando toda la gente se iba solo, nos quedábamos tú y yo, solos, cada vez pidiéndote un baile, el último baile, nuestros pies moviéndose al ritmo del viento, no había música, no había nadie más, solo tú y yo, bailando en aquel gran salón.

El día en el que deje el imperio para poder hacer frente a aquel reino que amenazaban nuestros límites fue el más doloroso, verte tan imponente y fuerte en el momento de nuestra partida, como si la noche anterior en la que llorabas en mis brazos rogando perdón por enviarme ahí no hubiera pasado, un momento solo para los dos, en donde ambos sufrimos.

El tiempo se pasaba lento, la frontera era fría, extrañaba tus cálidos brazos, tus hermosos dedos enfadándose en mi cabello rizado y descuidado, delineado mis cicatrices con la yema de tus hermosos dígitos, cantando una pequeña canción de cuna, la cual dijiste que tu Nana te cantaba cada noche en aquel solitario palacio, extrañando nuestros bailes a la luz de la madre del imperio, ocultando nuestro amor a los rayos del padre.

No sé bien cómo explicar lo que mi corazón siente y sintió en aquel momento, bailando como la luna y el sol en aquel solitario salón, cuando nadie nos veía, cortejando a ti corazón, haciendo que me muestres tu linda sonrisa, nuestros suspiros en un compás de esos que nos hacían soñar, tan profundos y puros. Todos mis desvelos se están yendo en esta carta, cariño, créeme que el tiempo se me hace eterno sin ti, siento que la pluma se vuelve un cincel, tan pesada y tan lenta, cada palabra es una piedra y cada piedra es un sentimiento, lindo, juro que jamás me cansaría de tus risas y de tus besos, juro que quiero morir si no volver a despertar junto a ti.

Y bailar a escondidas en nuestro salón, sé que ya dije esto, pero es qué amo hacerlo, jamás me cansaré de ello, perdóname sueno como un tonto, pero aun así, deseo hacerlo una vez más, sé que en la orilla acabe el mar, que para un principio siempre hay un final, pero en nuestro cuento no, este no será nuestro final, volveré, te amaré como nunca y volveré a jurar que yo Chan Christopher Bahng jamás te dejaría.

Amo aquel nombre y apellido que me diste junto a mi nombramiento Chan Bahng o como te gusta decirme Bang Chan.

Volveré, Mi Sol.

Atte.: Tu Luna.

Hola, siento que este Os decepcionó un poco, no sé es como que no encaja con los demás y eso me tenía algo preocupado, una disculpa si no es lo que estaban esperando, los quiero.

Cuando nadie nos ve [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora