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Hace mucho tiempo la humanidad fue contaminada por las sombras. Nadie tiene verdadera idea de cómo llegaron, algunos teorizan que una lucha oculta entre el bien y el mal fue librada y finalmente el mal ganó, arrojando a los peores males de todos a nuestras tierras.

Otros tienen la teoría ferviente de que fue el Demonio: Lucifer, quién invadió la tierra en un nuevo acto de rebelión contra su abnegado padre: Dios y entonces arrojó a su peor castigo, a su peor estirpe contra todo lo que Dios alguna vez amó: Bestias indescriptibles que asolaron la tierra con su maldad, sus terribles garras marchitaron todo aquello a donde llegaron, y las maldiciones que atrajeron con ellas causaron que las peores bestias de nuestros tiempos caminaran en la tierra mucho después de la primera guerra en la primera era.

Los Demonios estaban en la tierra y con ellos, la Sangre Negra apareció en el mundo siendo este jugo prohibido, este fruto de la maldición más absurda que ha caído en nuestros tiempos, lo que eventualmente trajo a nosotros nuestra mayor pesadilla: Las maldiciones.

Los Monstruos fueron humanos que recibieron la maldición de la sangre negra y perdieron el control de sus cuerpos, mutando de formas horribles y finalmente volviéndose los peores verdugos del mundo.

El mal y la enfermedad finalmente acabaron cayendo sobre el pueblo, las bestias atacaron a los seres vivos, los monstruos se apersonaron en la realidad cómo la conocíamos y la sangre bañó las calles con el dolor de los caídos ante las sombras. Tiempos difíciles arribaron a la historia humana, y con ellos, guerreros diestros llegaron… Guerreros repudiados por la humanidad.

La mejor forma de combatir a las sombras, fue usando las sombras, usar el terror para combatir el terror.

Usar fuego para apagar un incendio.

La Iglesia de la Sangre fue una rama de la iglesia cristiana que, regida bajo sacerdotes impuros y desdichados, crearon a sus mejores guerreros, guerreros que no temían saltar al abismo para enfrentar a los monstruos.

Armados gracias al Hunter’s Bane, un ritual en el que la sangre de una persona se ligaba a las sombras de forma permanente con la Sangre Negra, sellando sus destinos para siempre en el camino de la oscuridad.

Una vez la magia de sangre brotaba en el cazador, la maldición era puesta en ellos de forma voluntaria, una maldición para cazar a los monstruos malditos por el Ichor negro de los demonios, naciendo así un individuo que sería repudiado por todos cuanto conocieran su existencia.

Estos guerreros impíos serían: Los Blood Hunters.

Los cazadores malditos que podían matar a todos los monstruos peleando entre las sombras, ningún mal era demasiado grande, demasiado perverso, demasiado corrupto para ser juzgado por ellos. Sin embargo, cuando alguien mira al abismo el abismo puede regresar la mirada, y cada cazador debía estar listo para morir por las armas de sus compañeros cuando la cordura que tenían se perdiera.

De esa forma los que juran en el Hunter’s Bane son los únicos que son dignos de matar a las sombras en las sombras, de perforar la oscuridad con oscuridad, de volverse monstruos para cazar monstruos.

“Son mis obras las que deberán recordarse, no su herramienta”.

Bajo el lema de los cazadores, el imperio se tiñó de carmesí y negro, con una matanza finalmente, las sombras retrocedieron… Por ahora.

Blood Hunters // Roll GrupalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora