Cap. 1

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No entendía que estaba pasando, no recordaba nada, hasta que vio sus manos llenas de sangre, eso lo asustó, fijo su vista abajo dejándolo sin palabras... Ahí se encontraba el cuerpo sin vida del que alguna vez amo tanto, su respiración empezó a agitarse, de sus ojos empezaron a salir lágrimas, intento moverlo con la esperanza de que fuera solo una broma y que estaba vivo, pero su cuerpo no se movía, empezó a negarse diciendo una y otra vez "no" para después gritar sin control, acarició su rostro para después abrazarlo fuertemente gritando mientras lloraba y negándose. Sus amigos intentaron acercarse pero fueron detenidos por el monje diciendo a que le den un momento...





—¿Han visto a Wukong?— Preguntó Ao Lie preocupado.

Ninguno había visto al mono, Ao Lie siguió buscándolo entre los árboles encontrando al fin al mono que se encontraba sentado sobre la rama de un árbol.

—Wukong, ¿te encuentras bien?— Pregunta preocupado mientras se sienta sobre la misma rama.

—¿Uh? Sí, sí, solo quería dar un respiro— Dice desanimadamente.

—¿Estás seguro?— Acercándose.

—Tranquilo amigo, estoy bien. Mejor volvamos.—

No tan convencido el dragón asintió. Ambos bajaron de árbol para regresar con los demás. Después de la pelea con el demonio, Wukong había cambiado, sus ojos eran fríos y vacíos, sin ningún brillo, parecía un muerto viviente. A pesar de sus sonrisas se notaba desde lejos que eran falsas.


Siguieron pasando los años y nacieron varios reinos, uno de ellos se llamaba el Reino del sol. Ahí solo reinaba una reina, ella era justa y amable, siempre dando la mano a quien más lo necesite. Era la esposa perfecta que todos los reyes deseaban, desde joven recibía cortejos de varios, algo que a ella no le agradaba mucho hasta que conoció a alguien, era un príncipe alto y sonriente, tenían un gran parecido provocando que rápidamente se llevaran bien y pase más de ser una tierna a algo más. Él príncipe se confesó a ella cuando la luna reflejaba al máximo el brillo del sol volviendo inolvidable ese hermoso recuerdo. Pero no todo podía ser perfecto... Se enteraron que la mujer era estéril, pero el príncipe que ahora era rey no le importó y siguió amando a su reina a pesar de todo... Tiempo después se enteraron de una enfermedad mortal incurable que tenía el rey. La reina quedó devastada ante la noticia de el hombre quien la amo sin importar que se había ido... 

La reina ahora se encontraba caminando fuera del reino en plena noche, no había podido dormir esa noche así que fue a una parte del bosque donde se notaba completamente la luna, sonríe levemente recordando que ese lugar fue donde su amado se había confesado, estaba tan sumida en los recuerdos hasta que escuchó algo agrietarse, se acercó donde oyó el ruido dándose cuenta que era una roca agrietada casi completamente. La reina se acercó tocando ligeramente la roca. De repente la roca empezó a moverse y empezar un poco a brillar, ella se alejó asustada sin entender nada. La roca se elevó y se rompió dejando un humo dorado esparcirse hasta desaparecer, la mujer abrió los ojos llevándose la sorpresa de que había una bebé con mucho pelaje en todo su cuerpo y teniendo una cola, el pelaje era un tono rubio claro casi como el sol, en eso el bebé cae pero es agarrado por la mujer que lo sostiene con cuidado admirándolo, al verlo bien tenía una marca en forma de un sol por la mejilla izquierda, aunque se ocultaba fácilmente por su pelo. Ambos se miraron, el pequeño estiró sus manos a las mejillas de la reina sonriendo mientras balbuceaba provocando una pequeña sonrisa en ella y un extraño sentimiento de querer proteger al pequeño, ese amor que siempre soñaba sentir algún día... El sueño de poder tener un hijo al cual amar con todo su ser.


Los soldados se sorprendieron al ver que la reina se encontraba afuera del reino y que tenía en brazos un bebé. La reina los vio con seriedad y los soldados dejaron de mirar siguiendo con su trabajo.

Desde ese momento la reina lo nombró como su hijo llamándolo Sun Wukong ya que se parecía mucho a una leyenda que escuchaba de pequeña, curiosamente el pequeño también salió de una roca. A poco tiempo todos los reinos se enteraron del niño, aunque no sabían que era un mono. Pero poco le importaba a la reina, ella estaba alegre junto a su pequeño y nadie podía quitárselo...

Nadie...

Una noche como cualquiera, la reina acurrucó a su hijo y lo puso en la cuna, mientras le plantaba un cálido beso en la frente del pequeño que se encontraba dormido. Ella se acostó en su cama dejándose caer en el morfeo.

En eso la habitación se llena un poco con humo azul y varios susurros bajos se empiezan a escuchar. Una mujer con capucha apareció entre el humo acercándose a la cuna del pequeño. Lo miró fijamente como dormía el pequeño y empezó a cantar una canción, y como supuso el cabello pequeño empezó a brillar al igual que la marca en la mejilla, poco después el cuerpo de la mujer se recuperó rápidamente notándose muy poco sus huesos, sonrió ante eso y con cuidado cargó al bebé. Él pequeño se despertó empezando a llorar despertando también a la reina que sólo vio una mujer con capucha desaparecer teniendo en brazos al pequeño y desaparecer en humo azul. Llamó a los guardias y les ordenó a buscarla desesperada por su hijo...

Esperaba a sus guardias a que regresaran con su bebé, pero... Cuando llegaron le dijeron que la mujer había desaparecido sin rastro alguno. Cayó de rodillas rompiendo a llorar...
Ordenó que cada cumpleaños de su niño se lanzarán linternas con la esperanza de encontrarlo algún día.

¿Y que pasó en el pequeño? La mujer lo llevó muy lejos del reino en una torre y lo cuidó como si fuera su hijo, asegurándose que esta vez su plan no falle y que logre un mundo mejor, por eso lo necesitaba... Para completar su destino...

—... Trae lo que perdí... Volviendo a lo que fue... A lo que fue... ¿Por qué no puedo salir?— Preguntó el pequeño mono.

—El mundo en el exterior está lleno de peligros— Decía cepillando sus cabellos. —Las personas son malvadas y egoístas , tienes que quedarte aquí... Donde estás a salvo.— Respondió la mujer con una voz suave pero fría. —¿Lo entiendes solecito?—

—Sí...

Cuando el pequeño noto que la mujer se quedó dormida aprovechó a acercarse a la ventana activando su visión dorada para ver mejor la linterna.

Aún así el pequeño tenía curiosidad de como era afuera y siempre le pedía salir aunque sea un rato, pero no la convencía. Y así pasaron 20 años, lo único que lo mantenía entretenido dentro de la torre era dibujar las paredes y hojas, a veces dibujaba un mono de pelaje negro junto a monos pequeños de tono piel que además también cada uno tenía un nombre excepto el mono negro. Aunque también se le vino la duda de que si habían más como él.







¿Qué pasó con Wukong? Bueno, intente matarlo, pero al final no. Wukong luchó contra un demonio que volvía a cualquiera en piedra, dentro de esa piedra un ácido desintegraba el cuerpo hasta matarlo, pero como Wukong era inmortal, la piedra solo retrocedió su crecimiento convirtiéndose en un bebé a la vez sellando sus recuerdos, pero después de años una gota del sol cayó sobre la roca provocando una grieta en ella. Sí, todo mal explicado, siendo sincera no soy muy buena en la escritura, discúlpenme.

 Ahora bye y tomen awita para estar hidratad@.

☆~The tear of the sun~☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora