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Cuando uno soporta sufrimientos propios no tiene necesidad de adjudicarse dolores ajenos. Pero yo a veces imagino que a Santiago le están aplicando la picana en los testículos y en ese mismo momento siento un dolor real (no imaginario) en mis testículos. O si pienso que le están aplicando el submarino, literalmente me ahogo yo también. ¿Por qué? Es una historia vieja, o mejor dicho una vieja señal: el sobreviviente de un genocidio experimenta una rara culpa de estar vivo. Y acaso quien, por alguna razón válida (no tengo en cuenta las razones indignas), consigue escapar a la tortura experimente cierta culpa por no ser torturado.

Primavera con una esquina rota, "Don Rafael (una culpa extraña), 1982

Mario Benedetti ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora