Ella navegaba por un mar de sueños y fantasías. Su atención se dispersaba como el viento y la arena. Pero él la observaba con devoción, llenando sus vacíos con su presencia y le entregaba toda la atención que ella no podía dar.
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—¡Estoy tan emocionada por la navidad!
Sunny exclamó emocionada, sentada en una rama medianamente alta de un árbol cubierto de nieve. Su cabello rubio contrastaba con el blanco del paisaje, y sus ojos azules brillaban con alegría.
—¿Tenías que subir ahí? —preguntó Cynthia, dándose calor frotándose los brazos. Miró a Sunny con una mezcla de diversión y reproche.
—¡Odette me está dibujando! —respondió Sunny, posando con una sonrisa radiante. Se inclinó hacia adelante, haciendo una mueca divertida.
—Síp —respondí, dibujando a lápiz a Sunny muy cómodamente en el árbol.
Me había sentado en el suelo, apoyando mi espalda en el tronco. Llevaba unos guantes sin dedos, que me permitían sujetar el lápiz con facilidad. Tenía una bufanda de lana alrededor del cuello, y un gorro de punto en la cabeza, que me cubría las orejas. Sentía el frío sonrojandome en mi nariz y en mis mejillas, pero no me importaba.
Trazaba la figura de Sunny con precisión, sin darme tiempo de detenerme. Tenía la emoción a flor de piel, ya que llevaba todo el día dibujando la cumulonimbus, la nieve, mi imaginación y ahora a Sunny.
Mañana nos iríamos de vacaciones de navidad y estábamos disfrutando este día libre de clases, ¿y qué mejor que hacerlo dibujando?
Sombreé los lugares correctos y delineé delicadamente las ramas del árbol, que se entrelazaban con el cabello de Sunny. Le di vida a su expresión, a sus ojos y a su sonrisa.
—¡Ya está! —exclamé, sin darme cuenta de que lo había hecho. Había terminado el dibujo en un abrir y cerrar de ojos, sin perder el ritmo ni el detalle.
—¡Wow! —Sunny exclamó feliz y se bajó del árbol en un salto. Aterrizó con suavidad, sin hacerse daño. Corrió hacia mí y me arrebató la libreta de las manos, para ver el dibujo. Sus ojos se agrandaron y su boca se abrió, impresionada.
—¡Solo tardó siete minutos! —Cyn dijo asombrada y orgullosa, sentándose a mi lado para mirar el dibujo. Me abrazó por el hombro y me dio un beso en la mejilla, felicitándome.
Sentí mis mejillas arder un poco y sonreí tímidamente. Ni siquiera me había dado cuenta de lo rápido que fue.
Sunny y Cyn se pasaban el cuaderno la una a la otra impacientemente, queriendo ver cada detalle. No creía que fuese de mis mejores trabajos... Pero ellas lo admiraban como si fuera una obra de arte.
—¡Tienes a Dios en tus manos, Adah! —la rubia me rodeó en un cálido abrazo y me dio un beso en la cabeza.
Le sonreí de vuelta y me encogí de hombros con modestia. No me gustaba presumir de mi talento, ni creerme superior a nadie. Solo dibujaba para poder expresar lo que no puedo decir con palabras o acciones.
—¡Sí! En serio tienes talento, ¿lo sabes? —Cyn sonrió y me dio mi cuaderno. Sus ojos grises me miraban con orgullo y cariño—. Esa fue tu última página.
