CAPÍTULO 1.

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Aún recuerdo ese momento como si fuese ayer.

*FLASHBACK*

- No sé Adam, no estoy muy segura de querer hacer esto. - le dije con un poco de miedo en mi voz.
- Tranquila, preciosa. Iré despacio, ¿está bien?. - dijo Adam.

Siempre supe que llegaría el momento de perder mi virginidad con él.
Adam y yo llevábamos 2 años de relación, por lo que me sentía lo suficientemente cómoda con él como para dar ese gran paso.

- Está bien, Adam. - le dije, aún no muy segura de haber pronunciado esas palabras que salieron de mi boca.
- Estupendo, preciosa. Dame un minuto, ¿sí?. - dijo, sacando un envoltorio plateado del bolsillo de sus vaqueros y colocándolo sobre la mesita de noche.

La habitación se encontraba a oscuras. Volvió a la cama y se colocó encima de mi con tanta delicadeza como si de una figurita de cristal se tratase.
Empezó a besarme lentamente para después continuar con mi cuello. Nuestras respiraciones en ese momento se encontraban tan agitadas que todo el miedo e inseguridad que sentía, desaparecieron y me concentré en aquellas sensaciones que estaba experimentando (nuevas para mi hasta el momento).

- Joder, nunca imaginé que esto se sentiría tan bien. - exclamé con la voz ronca.

Al parecer, este no me escuchó, pues siguió descendiendo y recorriendo mi cuerpo. Ya no se trataba de besos.
Con su lengua recorrió mi cuello y mis pechos hasta llegar a la zona de mi ombligo, donde se paró por un momento.

- ¿Segura que no quieres que pare?. - me preguntó.
- Segura. - le dije.

Dicho esto, hizo algo que no me esperaba para nada. Volvió a mi boca para besarme, pero esta vez no era un beso lento, sino uno más rápido, húmedo y aún más excitante. Al mismo tiempo que me besaba, pasó su mano derecha por toda mi desnudez, dirigiendo esta a mi intimidad.
No pude evitar soltar algún que otro gemido, pues con tan solo hacer eso me excitaba demasiado.
Empezó a mover sus dedos sobre mi clítoris, al principio lentamente para después continuar bastante más rápido, casi haciéndome llegar al orgasmo.
Sin embargo, este paró el movimiento de sus dedos y bajó pasando, de nuevo, su lengua por todo mi cuerpo. Primero besó el interior de mi muslo y, a continuación, lamió mi clítoris a la vez que introdujo dos de sus dedos en mi.
Al principio dolía un poco, pero después ese dolor fue reemplazado por una increíble sensación de placer.

- Joder, qué húmeda estás. - exclamó.

Continuó haciendo lo mismo hasta casi hacerme llegar al orgasmo otra vez, pero se levantó de golpe y agarró el envoltorio plateado de la mesita de noche.
Vi cómo sacaba el condón de su envoltorio y, sinceramente, agradecí en mi mente que se acordase de él y lo colocase (ya que no quería tener ningún embarazo siendo tan joven).

Se introdujo lentamente y ambos soltamos un gemido con esta acción debido a lo excitados que nos encontrábamos en el momento.
Este comenzó a moverse cada vez más rápido, por lo que los gemidos seguían escuchándose por cada rincón del cuarto.
Minutos después, ambos llegamos al orgasmo y salió de mi para quitarse el condón, limpiarse y tirarlo a la basura.

- Joder preciosa, estás realmente exquisita. - comentó desde el baño.
- Mmm... ¿gracias?. - contesté de vuelta, algo confundida.

*FIN DEL FLASHBACK*

Siempre esperé oír un "te quiero" por su parte, pero nunca llegó. Fue desde ese primer momento que debí darme cuenta de lo que ocurría. Sí, fui la tonta que tuvo su primera vez con un miserable que solo utilizaba a las chicas para satisfacerse sexualmente.

AXEL LEBLANCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora