La cagué.
Aquí sentada en el baño de una fiesta en casa de mi amiga, me di cuenta lo estúpida que fui en creer que esto no podría pasar. Podía sentir la música retumbando fuertemente a través de las paredes, las luces de colores se filtraban por el hueco debajo de la puerta, pero a pesar de todo, estaba en blanco. No escuchaba nada, estaba demasiado concentrada mirando la maldita prueba con dos líneas positivas en mis manos. ¿Qué iba a hacer ahora? Si apenas había empezado el tercer semestre de la universidad. No tenía empleo y volver a casa no era una opción. No iba a demostrar a mi familia que no podía con la vida adulta, no después de todo el drama que hice para independizarme y hacerles ver que podía sola. Oh, vaya que tenían razón, no podía sola.
Definitivamente la cagué.
Sentía las paredes blancas del baño cada vez más pequeñas, me faltaba la respiración, la prueba cayó al piso y me aferré a los fríos bordes del inodoro donde me encontraba sentada. Fijé mis ojos al suelo donde se encontraba el objeto que me dio la noticia que dejaría mi mundo patas arriba. Llevé mis manos a mi cabello que estaba hecho un desastre y jalé los mechones fuertemente, frustrada
Unos golpes me sacaron de ese pequeño trance, llevé mis manos a la prueba y la encondí en el escote descubierto de mi vestido negro. Nadie podía saberlo, si alguien se entera, estaría acabada.
— ¿Hay alguien ahí? Quiero entrar — dijo una voz femenina arrastrando las palabras. Me levanté, miré mi reflejo en el espejo y tomé una fuerte respiración
— Ahí salgo. — grité de vuelta.
Abrí la puerta chocando con la chica que se encontraba esperando, quien me jaló hacia afuera y entró rápidamente al baño golpeando fuerte la puerta atrás de mí. Las luces me cegaron por un momento, el olor a cigarro y alcohol se filtró por mi nariz. Caminé hacia la cocina, donde se encontraba la anfitriona de la fiesta, mi amiga Brittany.
—Brit, creo que mejor me voy. No me siento bien.
—¿Qué hablas Nere? Si todo está en su mejor momento ¿Dónde está, Emma y Marcus?¬— Se acercó y pude sentir el olor de su trago a través de su aliento.
—No lo sé, parece haberse encontrado con Marcus o algo así, yo... Tengo que irme. No puedo estar más aquí, necesito sal...¬—Atropellé las palabras y la rubia al frente mío me miró con preocupación.
¬—¿Estás bien? Cariño ¿Pasó algo? —Podía sentir su mirada fijamente analizando cada detalle de mi rostro y la culpa me invadió. No podía meter a mis amigas en esto, no era justo arruinarles la fiesta, no cuando tardaron tanto tiempo organizándola, menos en su cumpleaños.
Brittany era la persona más dulce que conocía. Era muy empática y perceptiva, por lo que rápidamente intuyó que algo pasaba. Nos conocimos hace año y medio cuando comencé la universidad. Era muy tímida, no hablaba con nadie. Al menos así parecía. Su rojo cabello que siempre llevaba con algún lazo y sus bonitos ojos resaltaban en el salón. En una clase a Em, Marcus y a mí nos faltaba una integrante y fue así como nuestro grupo de tres, fue de cuatro. Nos volvimos inseparables. Fue divertido descubrir que la aparentemente inocente y tímida Britt era más fiestera que todos nosotros juntos.
—Todo bien—forcé una sonrisa— No te preocupes Britt, tomaré un taxi y me iré al departamento, creo que se me subió el trago, necesito descansar o terminaré muy mal—intenté sonar con normalidad. Ella me observó unos segundos más en silencio antes de asentir lentamente.
—Okey, te puedo acompañar...—
—No es necesario, iré por mi cuenta. Disfruta la fiesta. Planificaste esto mucho tiempo
—Nerea, no me importa la fiesta, en serio, vamos. Te acompaño...—la interrumpí-
—No.
Ella volvió a quedarse en silencio y entrecerró sus ojos hacia a mí. Me conocía demasiado bien para saber que algo pasaba, pero no dije nada. La miré de vuelta con seguridad, volví a forzar una sonrisa, una más pícara esta vez. Y dije algo que solo podría decir la Nerea fiestera que se escapaba a acostarse con alguien diferente y pedía que sus amigas la cubran. La Nerea que era alma de la fiesta en cada evento al que asistía. La Nerea que hoy murió al enterarse de que su vida estaba por cambiar drásticamente. La Nerea que ya no era.
—Britt, no me estás entendiendo—reí—No estoy sola, me están esperando, tú sabes¬—guiñé.
Arrugó sus cejas. Mantuve mi fachada y después de un minuto solo rio, decidiendo dejar el tema, o eso creí.
—Ay Nere, lo hubieras dicho desde un minuto, maldita. ¿Desde cuándo te andas con misterios conmigo? Si quieres cogerte a alguien me hubieras dicho antes, tonta. Ve, ve.
Le sonreí una última vez antes de darme la vuelta y sentí una palmada en mi trasero. Detrás de mí la sentí gritar. —¡Eso chica! —volví a reír y dejé de pensar por un segundo en la prueba.
Camino a la puerta me encontré con Emma, quien bailaba muy cerca de Marcus. Cuando me vio, corrió hacia mí, dejando al chico con las manos al aire y un rostro preocupado al verme.
¬—Nere ¿Dónde estabas? Te perdí, yo...—intentó alcanzarme, pero seguí de largo
—Tengo que irme, Em. Te explico luego—Me miró confundida y salí dejándolos atrás.
Me sentí mal por hacerlo, Emma era mi mejor amiga de toda la vida. Ella y Marcus eran mis compañeros de la escuela, nos conocimos a los catorce años, cuando ambas estuvimos con el mismo chico, un tonto niño de último año que creyó que era divertido estar con ambas a la vez. Cuando lo descubrimos, casi nos peleamos, pero entendimos de quien fue la verdadera culpa y decidimos unirnos para vengarnos del chico. Él nos esperaba que después de todo, nos llevaríamos tan bien y mientras reía con sus amigos, lo humillamos tirándole pintura en frente de toda la escuela en una de las charlas que dictaba cuando era presidente estudiantil. Quedamos suspendidas tres días, pero valió la pena.
Después de ello, fuimos las más populares de la escuela y alguien decidió acercarse a nosotras. El mejor amigo de Marcus, quien fue a disculparse y aunque al principio desconfiamos de él, siguió juntándose con nosotras hasta la graduación. En el camino, él y Britt se enamoraron y el resto es historia. Después de la graduación, los tres decidimos ir a la misma universidad y aunque Marcus curse una carrera diferente, logramos hacernos conocidos en todas las facultades por nuestras increíbles fiestas. Amaba a mi grupito de cuatro, pero no podía hacerles esto, al menos no ahora.
Una vez fuera, volví a respirar fuertemente. Vi un taxi acercarse y no lo pensé, subí sin preguntar. El chofer me miró sorprendido, pero dicté la dirección. Avanzó hacia la ruta que indiqué sin decir mucho más. El trayecto fue silencioso, agradecía que fuera así. Pero ahora me encontraba sola con mis pensamientos. ¿Qué iba a hacer? Solo tengo 18 años. No tenía a nadie. Bueno, tenía a Britt y Em, pero ellas no iban a cargar conmigo y un bebé. Pensé en mis padres, lo mucho que me advirtieron que estaba siendo imprudente. Tenía que tomar una decisión. Pensé que ni siquiera sabía quién podría ser el padre, todo era demasiado confuso.
Llegué a casa y pagué con lo poco de dinero que tenía en los bolsillos de mi vestido, el señor aceptó el dinero y arrancó. Encendí la luz. El silencio inundaba mi desordenado departamento, había olvidado limpiar mi desastre de la mañana. No podía ni cuidar de mí misma ¿Cómo iba a tener un bebé? Abrí la nevera con ganas de encontrar algo de comer. Nada. Se encontraba vacío, recordé que no había hecho la despensa porque gasté el dinero de mi sueldo en el trago para la fiesta de mis amigas. Mierda, cómo podía ser tan imprudente. Recordé la cantidad de veces que hice eso y como iba a robar comida a casa de Britt o coqueteaba a chicos para ir a cenar sin pagar. Los bebés son caros, qué iba a hacer.
Abortar.
El pensamiento se filtró en mi mente y lo pensé. Podría hacerlo, pero ¿Quería? No podría mantenerlo, no tendría a nadie más aparte de mí, ni siquiera tenía un trabajo con gran paga. Era una opción que sonaba fuerte en mi cabeza. Decidí que lo mejor sería dormir y evaluar qué hacer mañana antes de tomar una decisión impulsiva. Levanté el montón de ropa apilado en mi cama y lo lancé al piso, al mismo tiempo que algo se incrustaba en mi pie.
—Mierda— Me agaché y reconocí la cuchara del envase de yogurt que dejé tirado en el desayuno. Era un desastre. Me recosté en la cama mirando el techo y el sueño me venció.
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Secreto Bajo Las Luces
Romansa***Oliver cree que su nueva manager es atractiva, intrigante y misteriosa, pero sobre todo, esconde un gran secreto. Ahora quiere hacer de todo para descubrirlo*** Nerea nunca esperó ser madre tan joven. Pero, la llegada de Ethan puso de cabeza su v...