Capítulo 5

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Una vez a dentro, Genoveva se hizo de un carrito y Viviana camino a su lado en silencio, a la profesora de literatura le pareció raro que estaba vez su acompañante no llevara su bolso y lo que más le causaba curiosidad es que, supuestamente había ido por su cartera y ella no vislumbró ninguna, sin embargo, cuando sus ojos vagaron por el cuerpo de Viviana, específicamente deteniendo su mirada en su trasero, descubrió que llevaba en el bolsillo de sus pantalones, se encontraba una cartera masculina. Lo descubrió por la manera en que se resaltaba en la parte trasera de su bolsillo. Así que antes de ser descubierta, aparto la vista de aquella parte del cuerpo de Viviana y pensó en lo que necesitaba para su hogar.
― ¿Vives aun con tus padres? ― pregunto Genoveva luego de que llevaban mucho tiempo en silencio y por la manera en que su madre la había obligado a acompañarla.
―Sí, aún vivo con ellos ¿Crees que es muy patético de mi parte? ― inquirió mientras sus ojos se posaban en Genoveva.
―No, solo que me parece extraño o poco inusual que una mujer de tu edad y con el sueldo que tienes, viva aun con ellos.
―Tal vez, pero como no soy una mujer de tener amantes ni aventuras, no le vi sentido irme a vivir sola. Mis padres aun no me echan y me encuentro cómoda con ellos. Por otro lado, mi madre está enferma del corazón y aunque cocina y hace algunas cosas, hay días en los que no está muy bien y tiene prohibido agacharse. Así que, soy yo la que estoy pendiente de ellos cuando se enferma.
― ¿Y tu padre?
―Bueno, el también no es que este muy sano, padece de la presión y cuando ve a su mujer enferma, se vuelve paranoico. Le da miedo perderla, aunque sé varias cositas suyas de él.
― ¿Engaño a tu madre?
―Por lo que he sabido de ella.
― ¿Y cómo ha podido vivir sabiéndolo?
―Porque mi madre ama con ojos ciegos y todo su corazón a mi padre.
Genoveva se quedó pensando por un momento en aquello. Ella había amado con todo su corazón a su exmujer, pero no soporto ver como la persona que adoraba besaba a otra y mucho menos, le hacía gracia pensar que entregara su cuerpo a alguien más.
― ¿Fue solo una aventura?
―Digamos que sí, fue sexo de una noche con una sexo servidora. Sucedió cuando yo apenas era una recién nacida y los hombres, creo que piensan más con la cabeza que hay entre sus piernas que con la que llevan sobre los hombros.
Genoveva no pudo evitar reír ante lo que Viviana había dicho, pero sospechaba que, en el fondo, saber aquello, había llegado a afectar a su acompañante.
―Que tontos ¿No?
―Sí, pero más mi madre que lo perdono. Aunque aquellos eran otros tiempos y bueno, aun así, creo que ahora comprendo un detalle que mi padre le dio a mi madre, donde decía, si quieres ser feliz en esta vida, ama, perdona y olvida. Tal vez para él significó mucho el que mi mamá le perdonara semejante traición.
― ¿Pero solo fue una vez? ¿No hubo romance?
―Sí, fue solo una vez y de allí, dice mi madre que él se comportó como una sedita.
―Bueno, a mí me pusieron los cuernos y no solo una vez ― soltó mientras miraba que leche comprar ―. Mi esposa me engaño, tenía una aventura con su mejor amiga y las miré, eso fue lo peor que pudo hacerme.
Viviana no dijo nada, se limitó a permanecer en silencio escuchando y siguiendo a Genoveva por el pasillo de los lácteos.
―Ese fue el motivo que me llevó a beber, creí que con ella pasaría toda mi vida y resulta que estaba equivocada. Deseaba tener una familia a su lado, quería tener hijos, porque yo fui hija única, mis padres murieron cuando yo era muy joven, así que me quedé sola muy pronto. Por eso es que no tuve reparos en cambiarme de ciudad y mudarme aquí para ser maestra de universidad. 
Ahora Viviana se compadecía de ella, podía entender por qué buscaba compañía.
―Solo echaré de menos a mi amiga Ana y a su esposa. Fueron las únicas personas que estuvieron conmigo y me ayudaron a salir del problema de alcoholismo.
―Entonces son buenas amigas.
―Lo son.
Genoveva esperaba que Viviana le contara si tenía buenas amigas, pero no dijo nada más, se limitó a guardar silencio, para luego avisarle que iba en busca de alguna chuchería para sus sobrinos. Cuando volvió junto a ella, tenía las manos llenas de chocolates.
― ¿Que se siente tener sobrinos? ― quiso saber Genoveva.
―Umm ― pensó un momento antes de responder ―. Es algo extraño, aunque cuando sabes que vas a ser tía sientes algo que no sabría explicar y luego cuando ves que a tu hermana le crece vientre, te emociona verla. Después, los ves y ya los quieres.
― ¿Quieres tener hijos? ― no pudo evitar preguntar y tuvo miedo de que Viviana se molestara y no le respondiera.
―Antes lo pensaba, cuando creía que encontraría a esa persona especial que estuviera en la misma sintonía que yo. Pero ahora, conforme pasa el tiempo y me pongo vieja, descarto esa posibilidad.
― ¿Porque? No eres tan vieja.
―Tu tampoco para que seas madre soltera.
―Buena esa.
―Ya ves.
Tras eso, se quedaron calladas y llegaron a las cajas para pagar, Viviana pago primero y como lo miró a través de los pantalones, acertó en que la cartera que llevaba era de hombre, algo más que se sumaba a las peculiaridades de aquella mujer.
Viviana ayudo a Genoveva con las bolsas de las compras, pese a su negativa en un principio de ir con ella, no parecía habérselo pasado tan mal, ni estaba ya de mal humor, al parecer solo era un berrinche de su parte y Genoveva no pudo evitar sonreír ante el loco comportamiento de su colega.
Genoveva fue quien condujo de regreso y esto solo para demostrar a Viviana, que había aprendido la lección de cómo conducir correctamente. La profesora de Literatura podía sentir la mirada de su acompañante vigilándola, como a la espera de que cometiera un error para tener la oportunidad de reprenderla, pero afortunadamente no le dio motivos.
―Deberías detenerte en tu casa y dejar las compras, para después ir a comer ― ofreció Viviana para sorpresa de Genoveva, que la volteo a mirar ―. Los ojos en el camino.
Genoveva creyó que, si Viviana se negaba a acompañarla al súper, mucho menos la quería ver en su casa, comiendo con su familia, pero al parecer, se había domesticado y mostrado ese buen corazón el cual su hermana le dijo poseía, y no es que ella pensara que la profesora de historia, tuviera un mal corazón, de hecho, se lo dejo ver cuando le ayudo a cambiar la llanta. Su cara mala vino después de que se conocieran en la universidad, Genoveva seguía sin comprender que era lo que le había pasado ¿porque se comportaba así?
Antes de que Viviana cambiara de parecer, Genoveva tomó la calle en la que vivía para entrar a su domicilio.
― ¿Lo he hecho bien? ― le preguntó Genoveva cuando detuvo el auto en su domicilio.
―Eso parece ― dijo desabrochando el cinturón de seguridad.
Bajaron del coche, para enseguida comenzar a sacar las compras y llevarlas dentro, Genoveva no esperaba que Viviana la volviera ayudar, pero se dio cuenta de que su acompañante, tenía curiosidad de ver su casa por dentro.
― ¿Tu sola pusiste todo en orden? ― inquirió Viviana colocando en la mesa de la cocina la última bolsa de las compras.
―Así es, tuve mucho tiempo para entretenerme ― respondió mirando a su alrededor y luego posaba sus ojos en Viviana.
― ¿Vas a hacer algo más?
―No.
―Entonces vamos a mi casa para almorzar, tengo hambre ¿Y tú?
―También.
Salieron de la casa y Viviana tomó del coche la bolsa en la cual, estaban las golosinas para sus sobrinos.
―De todas las golosinas que compre este es mi favorito ― dijo Viviana sacando un Milky Way de la bolsa y se lo metía en el bolsillo del pantalón ―. ¿Y el tuyo? ― le preguntó mientras le ofrecía el botín ―. Hazte de uno antes de que esos diablillos se los coman en un abrir y cerrar de ojos.
Genoveva se sintió como cómplice y con una sonrisa metió la mano en la bolsa y saco un Twix, mientras se entretenían con las golosinas, ambas se giraron a mirar hacia atras, pues tuvieron la sensación de que alguien las estaba mirando, pero no vieron nadie a su alrededor, sin decir palabra alguna, echaron a andar de nuevo por la acera hasta llegar a casa de Viviana.
Para Genoveva fue extraño estar sentada en la mesa rodeada de la familia de Viviana, aunque en un principio se sintió avergonzada, todos la recibieron cálidamente, incluso la profesora, que en un principio se mostrara disgustada por su presencia cuando la vio en la puerta, ahora parecía actuar distinta, quizá su historia le había hecho ablandar esa postura o bien porque le dejo saber un poco de ella.
Cuando dejaron la mesa, Viviana fue la que se encargó de lavar los platos sucios, era su tarea por no meterse en la cocina, Genoveva había hecho el intento de ir ayudarla, pero tanto como Francisca y Arely, la llevaron con ellas hacia la sala de estar para conversar. Sin que se diera cuenta, el día se le había pasado volando y al mirar el reloj de su muñeca, se dio cuenta de que era más tarde de lo que imagino, pero no se había sentido incomoda en la casa ni con ninguno de ellos. Y por primera vez, en mucho tiempo, extraño a su familia y deseo tener a alguien a su lado y sin darse cuenta, mientras anhelaba aquello, sus ojos se posaron en Viviana, que se topó con su mirada.
―Muchas gracias por el almuerzo ― dijo poniéndose de pie un tanto nerviosa luego de que Viviana cruzara miradas con ella y hubiera visto su pensamiento ―. Es hora de volver a casa y hacer algunas cosas.
Genoveva se despidió de Francisca y Arely, mientras que Viviana la acompaño a la puerta.
―Gracias por acompañarme el día de hoy ― dijo Genoveva bajando los escalones.
―De nada.
―No quería molestarte.
―No me hagas caso, suelo ser así.
Sin decirse nada más, Genoveva camino de regreso a su casa, sintiéndose extraña, pero inexplicablemente feliz, al tiempo que sacaba del bolsillo de su pantalón, la golosina que Viviana le había dado.
―Sin duda es una mujer indescifrable. Pero completamente franca y transparente.

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