III

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— ¡Σκατά!* — bramó con voz irritante — Llevo más de tres días pensando en lo que dijeron esas brujas y no le encuentro sentido a su estúpido acertijo.

Hades se llevó las manos a la cabeza, acariciando las llamas que tenía por cabello. Sus afilados dientes rechinaban uno contra el otro y sus pies no dejaban de moverse inquietos de extremo a extremo.

El tiempo se le estaba acabando. Si no conseguía encontrar la solución a su problema jamás podría empezar su plan para deshacerse de todos esos dioses que alguna vez lo apoyaron, pero por motivos del destino ahora le daban la espalda.

Sus ojos volvieron a viajar por todo el salón del trono, desde el lago de las almas que se llenaba cada vez más con el pasar de los días hasta el sitio donde estaban parados los incompetentes de sus ayudantes.

Nuevamente se preguntaba, ¿dónde podría encontrar aquello que le ayudaría en su misión?

Si bien, deseaba encontrar lo antes posible una respuesta a su incógnita, debía apresurarse en actuar en ese mismo instante si quería ver prontos resultados.

— Pena, Pánico — los llamó con pesadez, dirigiéndose a la puerta— Vengan aquí, tenemos trabajo por hacer.

Hades ordenó, haciendo un ademán con su mano para que sus pequeños y tontos secuaces le siguieran. Inmediatamente, se movieron a la par que su amo. El cual se encaminaba a la puerta para salir al largo pasillo rodeado de un sin fin de puertas. Y mientras que Pena y Pánico lo seguían por detrás, cuchicheando una que otra cosa sin sentido.

El dios volvió a meditar sus estrategias para efectuar su plan.

— Les tengo una pregunta muy capciosa, muchachos — Hades sonrió no muy complacido por tener que pedir consejos — Díganme, ¿cómo se puede matar a un dios?

Parecía que ambos estaban contemplando seriamente la pregunta, porque se miraron entre sí, queriendo leerse la mente para no comentar algo que pudiera enfurecer a su jefe.

— Eso no se puede, amo — comentó Pánico, cortés como siempre.

— Es verdad, su real vileza — le siguió Pena, asintiendo una que otra vez — los dioses son inmortales.

Hades sonrió complacido por notar que no eran tan idiotas como pensaba.

— Tienen razón — El más alto continuó caminando, enfocando la mirada en una de las puertas que se encontraban cerca de dónde estaban caminando — Por eso, creo que ya sé quién podrá iluminarnos con alguna idea para solucionar esto de una buena vez.

El de llamas azules sonrió de oreja a oreja mostrando sus colmillos, deteniéndose a la par frente a una puerta obscura hecha de obsidiana. De ella, emanaba una energía poderosa e intimidante que no se comparaba en nada a la energía que transmitía Hades.

Si bien, Hades podía tener un aura oscura, pesada y cuando deseaba, defensiva. Ese cuarto estaba cargado de un conjunto de emociones tan fuerte que podía abrumar a cualquiera que tuviera una mentalidad hueca.

— ¿Esa...esa no es la puerta de...? —balbuceó Pena, mientras Pánico se encogía detrás de su menudo cuerpo.

— Sí, muchachos — río divertido el dios del inframundo — le haremos una pequeña visita a nuestra querida dama multifacética.

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— Muy bien — Persefóne bufó alzando la mano — ya entendí que no sabes hablar, duermes demasiado y prácticamente no creo que sea conveniente exponerte al polen en el futuro — enumeró uno a uno, observando fijamente como la nariz de la niña se tornaba ligeramente rosa.

『︎ Debilidad  』︎ 𖥔  ❲ Hércules x OC ❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora