Takemicci había pasado por muchas cosas en su vida. Desde la humillación pública, hasta un mal corte de cabello, y la que creía que era la más rara de todas: El viaje en el tiempo.
La primera vez que viajó en el tiempo, pensó: Esto es lo más raro que me ha pasado en la vida.
Era difícil superar el viaje en el tiempo, Takemicci ya se había planteado que eso sería lo más loco que le ocurrió en la vida, no había forma de superar que con estrechar la mano de alguien viajara a su adolescencia.
Esa mañana, tenía una fuerte competencia.
Despertó en medio de un bosque. Al principio creyó estar soñando, aún si sentía el viento en su cara, y el picor del pasto en sus manos, se recostó, pensando que en cualquier momento su alarma sonaría y se iría de ahí.
Espero, y espero, y continuo esperando. A los quince minutos se comenzó a asustar, pero mantuvo la calma.
Había algo positivo en haber pasado por una de las experiencias más surrealistas de su vida. El viaje en el tiempo le dejó experiencia en qué hacer si le ocurría otra vez algo inexplicable.
Takemichi hubiera preferido jamás volver a pasar por algo como eso, pero la experiencia era bienvenida. Se convenció a sí mismo con un fuerte respiro de que no estaba muerto, y que no había razón para llorar, decidió dar una vuelta y ver qué había, y qué podía hacer.
Eran un montón de edificios que parecían centros ceremoniales del antiguo Japón, parecía alejado de la ciudad. Eso no le resolvió ninguna duda, de hecho le dejó más.
Suspiró, tratando de organizar su mente y no entrar en pánico. Aún si ya estaba bastante en pánico, al menos conservaba su apariencia de veinte años, llegar como quinceañero a donde sea que estuviera, haría todo más complicado, y un poquito humillante.
– Uhm, disculpa, ¿Quién eres? – Takemicci volteó tan rápido que sintió que se le iba a torcer el cuello, era un chico alto, muy alto, con cabello negro y una mirada seria.
Abrió la boca para contestar que no sabía, que por favor lo ayudaran a volver a su hogar. Así que claro que apenas lo hizo, se desmayó.
(...)
Mientras sus ojos se abrían pensó que había tenido el sueño más raro del mundo, luego recordó que pensó lo mismo cuando viajo en el tiempo, y eso le confirmó que no había soñado nada. Quería llorar.
– Ya despertó. – murmuró un hombre a su lado. Takemicci parpadeó para acostumbrarse a la luz, y se enderezó para ver quién hablaba.
Y Dios mío.
El pelinegro se había cuestionado mucho su sexualidad cuando Draken sin camiseta le había parecido más atractivo que su novia sin sostén. No era que Hina fuera fea, era que sentía cosas diferentes cuando su amigo varón estaba semidesnudo.
El hombre frente a él le confirmaba que tal vez tenía razón al sospechar que tan heterosexual no era. Jamás había pensado que un traje le pudiera parecer tan atractivo. Quizá era cómo ese hombre lo usaba, era enorme, podía fácilmente romper a Take en una pelea... y tal vez en otras situaciones.
¿Qué les daban de comer aquí?
– ¿Quién eres? – el tono en su voz dejaba en claro que si respondía mal, o no respondía, habrían problemas.
– Takemichi Hanagaki, y no sé dónde estoy.
Quería dejar en claro que no era un peligro, que el estaba asustado y confundido. Que no podía hacerle daño a nadie, que ni siquiera podía lanzar un golpe bien.
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I want to bite you, and taste your blood
General FictionTakemicci no sabe qué hace ahí, no sabe cómo terminó ahí. Apenas sabe sobrevivir ahí, quiere llorar y está muy confundido. El demonio que lo está cortejando y que habla tremendas obscenidades sobre su cuerpo y sangre, no ayuda mucho a la situación.