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Al día siguiente día Alana volvió a invitar a Rocio al centro comercial quien no dudo ni un segundo en asentir con la cabeza en aprobación. Probablemente así sería todos los días sábados desde ahora en adelante. Su madre ahora la dejo sola ni bien cruzaron la puerta de entrada al edificio.

Rocio tomó una gran bocanada de aire antes de ingresar al local de música, tomó cualquier CD y camino hacia la chica de ojos cafés.

Samantha la miró de reojo mientras entregaba la compra correspondiente al cliente que estaba atendiendo en ese momento. Había regresado.

-Bienvenida a MusicWorld ¿En que puedo ayudarte?- le dijo sonriente por tercer sábado consecutivo.

Rocio le entregó la pequeña caja de plástico. Samantha la tomó y se queda observándola fijamente. Rocio esperaba que como las veces anteriores, ella le preguntase si necesitaba algo más y le pidiera seguirla hasta la caja, para para cobrarle y luego entregarle su paquete.

-Osvaldo- llamo en voz alta la muchacha haciendo que uno de sus compañeros de trabajo dejara de prestarle atención a un cliente durante unos segundos y se volteara a verla -Puedes cubrirme? Solo serán unos minutos.

-Esta bien- dijo el con una sonrisa- pero me debes un favor.

-Que sean dos- dijo con una sonrisa de oreja a oreja- y gracias.

La muchacha volvio rápidamente su mirada a Rocio, quien se estremeció por completo.

-Vienes seguido por aquí ¿Como te llamas?- preguntó curiosa.

El corazón de Rocio pareció detenerse. Abrió los ojos sorprendida y entreabrio sus labios pero no emitió sonido. ¿Que tal si decía algo estúpido? Debía hablar con ella. Responderle. Si no lo hacía la creería una imbécil hasta el fin de sus días. Pero no lograba juntar el coraje necesario. No estaba preparada. Estaba tardando en darle una respuesta y comenzaba a ponerse por demás nerviosa. No sabía que tan paciente podía ser la chica con ella. Pero para su suerte Samantha noto su nerviosismo y decidió alivianar las cosas de alguna manera. 

-Tal vez fue una pregunta demasiado compleja para empezar- bromeó. Pero se notaba en cada una de sus facciones que no estaba tratando a Rocio de retrasada, solo quería hacerla sentir cómoda- ¿Puedes hablar?- preguntó y rogó internamente porque la chica no pareciera algún tipo de mutismo, porque de ser así que se la tragara la tierra. Suspiro de alivio en su mente cuando la de lentes asintió- ¿Sabes leer? - volvió a asentir - Bien, entonces ¿Como me llamo? Te daré una pista- dijo divertida señalando con su dedo índice la identificación que tenía sujeta a su uniforme.

Ella sabia perfectamente su nombre, había estado deambulando en su cabeza durante las últimas dos semanas. Pero nunca lo había pronunciado en voz alta a nadie más que a Abril cuando ella debía saber su nombre para preguntar por la chica. No había escapatoria. Debería responderle. Relamio apenas y disimuladamente sus labios, que se encontraban de un color rosa palido y bastante resecos por su falta de diálogo permanente.

-Samantha- dijo finalmente con la voz algo grave y rasposa.
Sentía sus manos transpiradas y temblando.

-¡Whoa! -dijo sorprendida- ¡Tu voz! Es tan profunda. No lo hubiera imaginado. Es genial- enfatizó. Rocio creía que se la saldría el corazón del pecho de lo rápido y fuerte que estaba latiendo- Ahora dime tu nombre- fijo ansiosa.

-Rocio Torres- respondió luego de unos minutos.

Lo hizo. Le habia dicho su nombre. No podría creerlo. Estaba teniendo una conversación con aquella chica que ella consideraba la perfección en persona.

-Rocio Torres- repitió ella con su angélical voz.

La mente de Rocio estaba en llamas. Como si gritara sin sonido. Todo en ella estaba en corto circuito. La perfección en persona acaba de pronunciar su nombre con sus finos labios. Si moría en ese preciso instante no podría haberle importado menos.

La Chica De Los CDs || Adaptación Factor R Donde viven las historias. Descúbrelo ahora