Τειρεσίας | Jasper Hale |

έξι. Perdidos y encontrados.

Pasar por las fronteras terrestres nunca es complicado para las criaturas, suelen haber pasajes secretos (subterráneos y terrestres) y huecos en las cámaras de vigilancia, todo hecho por los seres con magia.

Algo que todo el mundo oculto tenía como objetivo común es no dejarse descubrir por los mundanos colectivos, uno o dos mundanos estaban bien siempre y cuando estén relacionados con una criatura o luego fueran bocadillos, pero si una multitud descubría el mundo oculto volverían a las cazas de especies.

Durante su vida mortal y el primer milenio de Tiresias las criaturas y los mundanos vivían en una paz fría, no es que todos convivían como amigos, pero no buscaban perjudicar a los contrarios, bueno, menos por alimentarse, pero eso todos lo entendían, los mundanos se alimentaban de algunas criaturas y las criaturas se alimentaban de mundanos. Las criaturas entienden que hay magias hechas por mundanos que piden partes de una u otra criatura, pero es parte de la magia misma, no algo que hacían por sed de sangre, también entienden el concepto de "botín de guerra" o "batallas de honor", que ya casi no se hacían. Los mundanos, la otra cara de la moneda, también entendían un poco de magia (no tanto como los seres mágicos) y sabían que ciertos rituales pedían sacrificios (voluntarios e involuntarios), así como que ciertas criaturas se alimentaban de carne y sangre mortal.

La caída del Imperio Romano fue una desgracia para la tentativa paz entre ambos mundos, empezando con las llamadas "cazas de especies". Los soldados mundanos quisieron hacerse con todos los botines de guerra posible, querían el poder que conllevaba vencer a una criatura y quedarse con alguna parte de su ser, además de que no tenían la protección del Imperio Romano y debían conseguir dinero o trueque por otros lados, incluyendo el mercado negro.

Tiresias sabía todo eso, vivió esa época, sobrevivió esa época. Perdió muchos amigos y conocidos por los mundanos, perdió a varios σύντροφος ζωής, compañeros de vida. No podía perder a Jasper, incluso como inmortal no podría vivir mucho después de perder tantos lazos.

Recuerda al primer σύντροφος ζωής que conoció, fue un hada y fue quien le salvó de la solitaria inmortalidad. Las hadas no tenían género, no como los mortales y otras especies, ellos fluían como la naturaleza, pues a eso estaba ligada su vida, muy parecidos a las driades, solo que las driades nacían femeninas, nunca neutral o masculino.

Flieo, su acompañante durante tres siglos, su salvación, quien se convirtió en su familia y le enseñó los entresijos del mundo oculto, quien se sacrificó para darle tiempo de huir de los cazadores.

La muerte, el sacrificio, de Flieo lo dejó en un mal lugar, podía admitir fácilmente que se perdió en la venganza, entrenó sus poderes y aprendió trucos que otras especies estaban dispuestas a revelar, masacró a muchos mundanos sin importarle que fuesen inocentes, pero nunca tocó a los infantes a menos que ellos lo atacaran primero.

De la furia vengativa en la que se sumergió lo salvó Trenian y Yue, un par de σύντροφος ζωής que se convirtieron en su aquelarre, familia, hasta la colonización de América.

Trenian era de los últimos de su especie, un mormo masculino (los mormos son criaturas parientes de los vampiros, pero solo se alimentan de niños mal portados, aunque no los llegaban a transformar porque su especie no tenía veneno transformador sino un adormecedor que lograba hacer alucinar a las víctimas y olvidar lo que en verdad pasó), su σύντροφος ζωής Yue fue una mujer mundana una vez, pero se convirtió en una Ubume (fantasmas de mujeres que mueren durante el parte o dejando niños pequeños atrás, vuelven como espíritus para cuidar a sus hijos) pero perdió su propósito de seguir existiendo al ver morir a su hijo, Trenian la salvó cuando la encontró, estaba a un paso de volverse un poltergeist. Su lazo era de hermandad y Yue cuidaba a los niños de los que Trenian se alimentaba, los ayudaba a llegar con alguien que los cuidara si estaban en un mal hogar o usaba el adormecimiento para convencerlos de portarse bien.