01: El mártir de la princesa

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31 de agosto, 1997
4:00 AM

Hoy no morirá la princesa Diana.

Al menos, no debe hacerlo, porque he regresado en el tiempo para evitarlo.

Se supone que sucedería por la madrugada, luego de arribar a París como fin a una escapada a la Riviera francesa en compañía de su novio, el multimillonario productor de cine Emmad "Dodi" Al Fayed. Irían a cenar en el hotel Ritz, propiedad del padre de Dodi y los almacenes Harrods, y luego de rumorearía que el egipcio planeba pedir la mano de la princesa con un exquisito anillo de diamante de talla esmeralda encerrado en medio de otros cuatro, formando así una silueta estrellada. El artilugio sería el llamado Dis-moi oui —«Dime que sí» en francés—, perteneciente a Repossi, la firma de alta joyería italiana de Albert Repossi, cuyo nombre titula también a la colección de la cual forma parte.

En pos de los propósitos maritales de Dodi, la pareja pretendería cenar en el salón privado del Ritz; no obstante, tales intenciones serían interrumpidas por un tsunami de paparazzis que los forzaría a idear una estrategia de escape de extrema discreción, misma que implicaría como conductor designado a Henri Paul, jefe de seguridad del hotel y adicto al alcohol, quien consumiría más del triple de lo admitido por la ley francesa para conducir un vehículo; en este caso, el Mercedes en no tan óptimas condiciones en el que se transportan Diana y Dodi. A éste lo usarían como auto de escape con destino a un departamento cercano en la rue Arsene Houssaye, y a la medianoche se estrellaría contra una columna en el túnel del Alma.

Dodi Al-Fayed y Henri Paul morirían de inmediato en el accidente. Ella sería trasladada al hospital de La Pitié Salpetriere con una conmoción cerebral, una hemorragia interna derivada de las graves lesiones en el tórax y los pulmones y un brazo roto. La princesa Diana moriría a las cuatro de la madrugada del treinta y uno de agosto, luego de un aproximado de dos horas en quirófano. El único sobreviviente sería Trevor Rees-Jones, el guardaespaldas de la princesa, a pesar de que iría en el asiento del copiloto, también conocido como el «asiento de la muerte». Al menos, así estaba escrito en la historia hasta el momento.

También estaba escrito en la historia que la noticia infectaría al globo terráqueo entero con un virus de conmoción debido a la devoción de la princesa a las causas humanitarias y por romper las rémoras emocionales entre la realeza y la población con su calidez y humildad. Recuerdo muy bien que mi madre, hasta el sol de hoy, continúa refiriéndose a ella como «lo más cercano a la gente "normal" en la monarquía británica».

La BBC Radio 1 fue el medio por el cual la noticia llegó a mí por primera vez. «Diana, princesa de Gales, está en el hospital en París tras verse herida en un accidente automovilístico», dijeron, alrededor de las cuatro y media de la madrugada, siendo lo primero que escuché mientras caminaba de vuelta al baño a terminar de cepillarme los dientes. «Está siendo tratada por una contusión, un brazo roto y cortes serios. Su amigo, Dodi Al-Fayed, murió en el accidente. Sucedió luego de la medianoche en un túnel de carretera junto al río Sena. La policía dice que los fotógrafos paparazzi estaban persiguiendo el auto de la princesa a altas velocidades. Tom Cruise dice haber sufrido el mismo problema en el mismo lugar...». Luego expusieron una aparente grabación de Cruise afirmando lo declarado. Esperé un rato mientras cocinaba el desayuno por una nueva actualización, pero no fue hasta que apagué la radio para encender la televisión que me topé con la noticia de que la princesa no sobrevivió al accidente en CNN.

Las imágenes del auto eran sencillamente brutales. Pensé: «No hay manera de que alguien haya sobrevivido a eso». Pensé: «Cristo, me quedaré sin trabajo». Y luego pensé: «Pobres chicos», al imaginar a William y Harry recibiendo la noticia. Y «Pobres chicos» se me quedó atorado en la cabeza hasta el día del funeral. Con cada bocado del desayuno, «Pobres chicos». Pobres chicos, pobres chicos, pobres chicos...

Flores bajo el sofá #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora